COLOQUIO DE IDEA

El regreso de los "dueños" y el mensaje sin rodeos para los Hoffa

Por primera vez en años, volvieron a participar de IDEA los propietarios de compañías. Rocca, Galperín, Blaquier y el mensaje pro reforma laboral que incluyó dardos directos a la "mafia" sindical.

MAR DEL PLATA (Enviado) Paolo Rocca, el alma máter de Techint, llegó al Coloquio de IDEA caminando despacio. Unas horas antes, debió ser asistido por una enfermera que intentó aliviarle su dolor de espalda. La molestia no le impidió participar: en su entorno contaban que nada empañaría su regreso a este tipo de reuniones empresarias. Su caso es un emblema de la vuelta de los dueños de empresas a IDEA, que durante el kirchnerismo sobrevivió sólo con la presencia de gerentes y mandos medios. No fue el único: en el cóctel de bienvenida al evento se mostró activo Carlos Blaquier, de la azucarera Ledesma, que explicó que, en su caso, este nuevo perfil responde a un clima en el que se puede hablar sin temor a represalias políticas. 

 

Marcos Galperín, el líder de Mercadolibre (el "unicornio" argentino que vale más de U$S 1.000 millones), también celebró el encuentro. Más elocuente fue la explicación del presidente de YPF, Miguel Ángel Gutiérrez. Relató que en el año 2004, tras participar en un pre coloquio de IDEA, Néstor Kirchner llamó a su entonces empleador, Telefónica de Argentina, para pedirle que lo corriera del cargo. Algo que efectivamente ocurrió. Gutiérrez había pedido allí por más seguridad jurídica. 

 

También fueron de la partida Martín Migoya, el propietario de la firma de Software Globant, y otros dirigentes de alto rango. Como se esperaba, Rocca y Galperín marcaron la cancha fuerte y dejaron en claro que el desembarco de los dueños debía redundar en un refuerzo de la agenda propia que le exigen al Gobierno y a los sindicatos. Galperín aseguró que no se puede bajar el 30% de pobreza si no hay modificaciones a los contratos laborales.

 

 

 

Lo de Rocca fue más directo. En la primera fila lo escuchaba atentamente Antonio Caló, el jefe de la UOM y el petrolero del sur Guillermo Pereyra. Y disparó si miramientos en base a la casuística del combate global a las mafias sindicales. Citó tres ejemplos: el primero, la guerra de John y Robert Kennedy contra James Riddle "Jimmy" Hoffa, el sindicalista camionero que terminó en prisión por sus vínculos con la mafia. Luego recordó cuando en 1989, con sólo 41 días en el poder, Carlos Salinas de Gortari, presidente de México, se encargó de acelerar la detención de Joaquín Hernández Galicia, titular del gremio de los Petroleros, esa movida que históricamente se conoció como el Quinazo a La Quina. El último botón de muestra fue la embestida del también mexicano Enrique Peña Nieto contra los gremios docentes. "Usted sabe, Caló, que esto no sólo le afecta a mi empresa sino también a ustedes", comentó mientras lo miraba fijo y con tono cómplice. Caló asintió. 

 

El sindicalismo, en este contexto, no pudo más que cerrar filas, aunque con algunas aclaraciones. No permitirán reformas que afecten al salario, algo que también comparten algunos CEOs como Galperín, que descartó que las modificaciones laborales partan de o lleguen a ese punto. 

 

 

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