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El desafío federal de Axel Kicillof

El gobernador sube al tren 2027 para sumar voluntades en cada rincón del país. La interna con el kirchnerismo y la nueva postura para negociar. Es con todos.

Axel Kicillof está terminando el año en el que definitivamente se independizó de la influencia de CFK y del ecosistema ultra K que nunca lo terminó de abrazar. Con el ojo en 2027 desde hace tiempo, no había dado señales tan determinantes de mostrarse decidido a pagar el costo de la desobediencia. Romper o no romper es la cuestión.

Hasta ahora, el gobernador de Buenos Aires sólo había evidenciado vocación de ser la alternativa del peronismo para pelearle a Javier Milei, pero siempre encorsetado en el kirchnerismo al que no le gustan las aventuras independentistas sin la bendición de la Jefa. Kicillof sabe que después del desdoblamiento electoral de este año y otros gestos de autonomía, cruzó el Rubicón y ya nada será igual con el cristinismo.

Plantea el desafío de una construcción federal que no sea solo peronista, pero que contenga a los compañeros, con un objetivo mayor: que el justicialismo del interior del país vuelva a sentirse parte del movimiento, deje los provincialismos de lado y se centralice en su figura, algo que el kirchnerismo supo hacer en sus épocas doradas, durante las presidencias de Néstor y Cristina, pero que con el tiempo se redujo a la provincia de Buenos Aires, casi sólo al conurbano bonaerense.

Axel Kicillof
Axel Kicillof

Axel Kicillof

El desafío federal

En uno de los episodios nacionales de las últimas semanas, Kicillof tuvo un rol protagónico en la reunión junto a otros cinco gobernadores y legisladores del peronismo para coordinar una estrategia común -federal- en el Congreso, frente a las reformas del Gobierno nacional y en reclamo de las deudas y la interrupción de la obra pública en todo el territorio nacional.

En la idea de construcción de un perfil nacional, tras ese encuentro viajó a Formosa a encontrarse con Gildo Insfrán, el dirigente del peronismo con mayor trayectoria en el peronismo nacional. Esas señales no se leen sólo como un llamado al justicialismo del interior a encolumnarse detrás de su figura. El ministro de Gobierno Carlos Bianco señaló que conversan con muchas fuerzas provinciales, que respetan sus tradiciones y particularidades de cada lugar, pero con “la obligación de construir un proyecto nacional. La experiencia de gestión en la provincia de Buenos Aires nos aporta líneas de acción concretas para discutir el programa que debemos impulsar a nivel nacional".

Es decir, un frente con todos los nombres que quieran sumarse, pero que lleve el apellido Kicillof. Algo así también pasó en la cena que varios integrantes de la Federación Argentina de Municipios mantuvieron el martes en El Mangrullo, el histórico restaurante de Ezeiza, donde acordaron trabajar en la construcción política de Kicillof, con miras a la elección presidencial de 2027. se trata de ampliar el volúmen del espacio, saltar las fronteras de Buenos Aires y federalizar el proyecto político que nació en la provincia en 2019. Allí estuvieron Federico Sbiroli de Sanagasta, La Rioja; Agustín González de Cruz Alta, Córdoba, y Gustavo Bastian, de San José, Entre Ríos, entre otros.

Kicillof Insfran
Axel Kicillof y Gildo Insfrán.

Axel Kicillof y Gildo Insfrán.

Campaña nacional 2026

Las dos primeras muestras de que la proyección de Kicillof es federal ocurrieron el año pasado, con la asistencia con recursos de Buenos Aires a las provincias de Santa Fe y Chubut, gobernadas por el radicalismo y el PRO, respectivamente. Aquello se leyó como un mensaje en clave de apertura a un gran frente de unidad. Pero fue un atisbo. La otra fue la que dinamitó la relación del gobernador con CFK: el respaldo a Ricardo Quintela como candidato a presidir el PJ nacional. Semanas después se produjo la postulación de la expresidenta para ese mismo cargo y Kicillof se mantuvo en silencio.

Aquello que irritó al cristinismo fue un mensaje bien recibido por algunos gobernadores del interior, que el mandatario provincial quiere encolumnar, no en un kicillofismo, sino en un armado nacional, según explica su entorno. Ese será el gran desafío de 2026, empezar a caminar con mayor frecuencia las provincias y articular su gestión bonaerense con los satélites distritales, algo que este año casi no sucedió a raíz de la plena concentración en el plano electoral que fueron victoria en septiembre y derrota en octubre.

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Axel Kicillof y Maximiliano Pullaro.

Axel Kicillof y Maximiliano Pullaro.

Parado de otro modo en el juego de la interna, Kicillof buscará desde febrero y durante todo el primer semestre intensificar las apariciones en el interior, sin hacer paracaidismo. Buscará referencias provinciales para desembarcar, no necesariamente a través de un gobernador peronista, sino pensando en la misma lógica frentista: el que quiera venir, viene.

Axel Kicillof 2027: ¿es con todos?

Cabe preguntarse cuál será el rol que tomarán, a partir de 2026, el kirchnerismo y el massismo, el tercer socio de la coalición peronista. Desde la derrota electoral nacional en 2023, La Cámpora y Frente Renovador vienen jugando en tándem, más allá de las aproximaciones esporádicas de Sergio Massa a Kicillof. La prueba más clara del último año estuvo en la Legislatura bonaerense, donde amén de haber aprobado cada proyecto del Ejecutivo con todas las manos, hubo movimientos claros que permitieron ver la desconfianza que hay en esos dos sectores con el gobernador. Y viceversa.

Para no ir demasiado atrás en el tiempo, sólo hace falta ver el rechazo parcial de Kicillof al presupuesto de la Cámara de Diputados -controlada por Máximo Kirchner y Massa-, en el que advirtió que no va a permitir que le modifiquen el sistema de giros desde Gobernación a la Legislatura. O la negativa de su vicegobernadora, Verónica Magario, a abrir el recinto del Senado para nombrar a las autoridades de cámara por las que presiona el kirchnerismo. Más atrás, la influencia en el armado de las listas para las elecciones provinciales, la suspensión de las PASO y el mencionado desdoblamiento electoral, acaso el desafío más grande del gobernador a CFK.

En ninguna tribu creen que lo mejor es romper, el peronismo necesita de todos, ¿pero a qué costo? Los intendentes del MDF le piden al gobernador que rompa definitivamente, cosa que en Gobernación consideran no necesaria: ya se rompió de hecho. Formalizarlo sería comprar un quilombo de los que Massa dijo “no entra uno más”. La desconfianza es mutua. En el reparto de dinero, la coparticipación a los municipios, las estrategias electorales y legislativas, la vida partidaria y mucho más. Pero ¿quién da el paso?

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Sergio Massa, Máximo Kirchner y Axel Kicillof.

Sergio Massa, Máximo Kirchner y Axel Kicillof.

Con La Cámpora, una cuestión de piel

El kirchnerismo -sobre todo- y el massismo no comulgan con la lógica kicillofista. Acaso la mayor muestra de desconexión entre las tribus se da en la Legislatura, donde hace un par de años que no se da una interlocución fluida. La Cámpora y el FR no ven en el gobernador a un jefe, a pesar de que para Bianco deberían aprobar los proyectos sin chistar. Eso no ocurre ni ocurrirá: cayó en desgracia el presupuesto de 2025 y costó sudor y lágrimas la aprobación del endeudamiento 2026 solicitado por el Ejecutivo.

La Legislatura tiene vida propia, por lo general, ajena al estilo Kicillof. Por eso los habituales chispazos de fin de año y, ahora, la pelea por la elección de autoridades en las cámaras: una la ganó la dupla Kirchner-Massa, la otra la quiere ganar el gobernador. Es más profundo: a Kicillof lo miran como un par que llegó a la Gobernación por la venia de CFK, pero que ahora reniega del dedo, desobedece a la conducción e impone su propia agenda. De hecho, es lo que hace y lo que está decidido a continuar, también, en el plano partidario.

Kicillof Magario
Axel Kicillof quiere a Verónica Magario al frente del PJ bonaerense.

Axel Kicillof quiere a Verónica Magario al frente del PJ bonaerense.

Este viernes se reunió en Malvinas Argentinas el Consejo del PJ bonaerense que conduce Kirchner para ponerle fecha a las elecciones partidarias, que Kicillof ya no mirará por la tele. Quiere a Magario de presidenta y otra distribución de poder. En síntesis, el gobernador mete la cuchara en la sopa que siempre tomaban los demás. Así, tiene sentido aquello de no romper nada explícitamente, porque todo ya está roto de hecho. Así y todo, los que quieran subirse al tren Axel 2027 serán bien recibidos, aún los que protagonizan una guerra interna sin resolución a la vista.

Mario Ishii.
Axel Kicillof.

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