En medio de su apertura en pos de construir un gobierno de unidad nacional, Sergio Massa subió a dos opositores a la comitiva oficial que ya se encuentra en Brasil para participar de las actividades bilaterales entre Argentina y el país gobernador por Luiz Inácio Lula da Silva. Serán dos días de trabajo intenso.
La invitación llegó el fin de semana a través de las autoridades de la Cámara de Diputados y desde el entorno de la diputada cordobesa señalan que se debió a su participación en el “Grupo Parlamentario de amistad con la República Federativa de Brasil”, un espacio institucional del cuerpo.
De la Sota informó la decisión a Carlos Gutiérrez, el titular del bloque Córdoba Federal, y se alistó para el viaje que comparte con una comitiva 100% peronista, “sin kirchnerismo”, aclaran en su entorno, desde donde también aseguran que la diputada “no pidió permiso, tomó la decisión y avisó”.
Para De la Sota, el visto bueno que Juan Schiaretti le dio al ingreso de Argentina de los BIRCS también sirvió de empujón para emprender el viaje que tendrá, en ese sentido, una importancia estratégica superlativa. Los mercados que se abren a partir de la participación del país es de vital importancia para su provincia -y que hizo que el propio candidato presidencial por Hacemos por Nuestro País se despegue del resto de las posiciones opositoras y definirá el movimiento como “algo bueno” para el país- también resultó un factor determinante a la hora de aceptar el convite.
El juego de la unidad nacional
De la Sota es, desde hace tiempo, una de las figuras del cordobesismo más sondeadas desde el peronismo nacional. Alberto Fernández la tentó con una participación en el gabinete, los equipos de Daniel Scioli preguntaron por ella y ahora Massa busca reflotar la relación que comenzó con su padre, en 2015, cuando encararon un primer intento para terciar entra la grieta que empezaba ensancharse entre el kirchnerismo y el macrismo. Es decir, ese massismo original que tanto se reclama desde algunos sectores del peronismo nacional.
El intento ya expuso una reivindicación a lo hecho por José Manuel de la Sota y Schiaretti en su provincia, e incluso una invitación para que el gobernador electo, Martín Llaryora, se siente en la mesa del gobierno nacional que espera encabezar desde el 10 de diciembre. La estrategia incluye juegos de seducción con intendentes y dirigentes históricamente ligados al delasotismo, entre ellos el próximo intendente de la capital cordobesa, Daniel Passerini.
En el entorno de Natalia de la Sota, y en el grueso del cordobesismo, descartan cualquier tipo de acercamiento explícito antes del 22 de octubre. Se reconocen como parte del peronismo provincial y seguirán la estrategia del gobernador Schiaretti por lo menos hasta que el candidato cordobes quede “fuera de carrera”. Lo que puede pasar después es una de las grandes incógnitas de la contienda electoral que se mira desde Córdoba.
Dependiendo de quienes lleguen a una eventual segunda vuelta, Schiaretti jugará su propia estrategia en nombre la unidad nacional. De sus declaraciones y posturas públicas se desprende que podría haber un acercamiento con Juntos por el Cambio, pero que difícilmente lo haya con Unión por la Patria. ¿Qué pasará con la dirigencia y referencias municipales en caso de que el gobernador se vuelva a declarar “prescindente” como ya lo hizo en el 2019? Lo mismo que pasó entonces, habrá quienes lo acompañen y quienes se desprendan de la estrategia y jueguen abiertamente con el peronismo nacional. De la Sota fue una de las que lo hizo cuando se fotografió con el candidato del entonces Frente de Todos en la campaña del 2019.
Aunque su figura es relativizada por algunos referentes cordobeses de UP, De la Sota mantiene aceitados vínculos con muchos intendentes alrededor de la provincia. La mayoría, delasotistas que, aunque alineados con el cordobesismo, mantienen su distancia con Schiaretti. Muchos de ellos, cercanos también al intendente de Villa María, Martín Gill. Entre ese grupo hay quienes trabajan el voto a Massa con la cautela suficiente como para no romper lazos con el PJ provincial y avizoran una “libertad de acción” de hecho por parte del cordobesismo de cara lo que viene.
“Los llamados pidiendo el apoyo irrestricto a la candidatura de Schiaretti se cortaron”, reveló uno de esos dirigentes que, de todos modos advierte que “todavía falta” para la parte crítica de la campaña: el sprint final.
La disidencia por la Ley de Alquileres
En medio de todo eso, en el espacio del Interbloque Federal destacan la unidad detrás del proyecto que encabeza Schiaretti y, en ese sentido, se encargaron de señalar que las diferencias expresadas respecto a la discusión que le dio media sanción a la ley de alquileres la semana pasada se debió a una mirada sobre los aspectos técnicos pero que “de ninguna manera significa un apoyo al proyecto que del oficialismo”, que finalmente fue el que perdió el debate.
“Ellos proponían dejar los contratos en tres años y actualizar el valor del alquiler cada doce meses. Al contrario de esa iniciativa, nosotros propusimos bajar la duración de los contratos a dos años y actualizar el valor cada seis meses, tomando como índice el RIPTE y el IPC”, aclara Rodríguez. A su vez, explica que lo que terminó definiendo el voto en disidencia con el bloque es, fundamentalmente, la actualización del precio cada cuatro meses sin obligación de tomar un índice específico.
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Tanto desde Córdoba como desde el peronismo federal bonaerense aclaran que así como hay veces que los acuerdos internos responden a una estrategia política conjunta, hay debates en los que la libertad de acción de cada diputado prevalece sobre la posición cerrada del grupo parlamentario del que también forma parte una pata del socialismo santafesino. Así explican la diferencia, que definen como de “matices técnicos”, que primó sobre el debate de los alquileres que esta semana intentará avanzar en el Senado de la Nación.
Pero lo cierto es que en momentos de reacomodamientos los movimientos se resignifican.