La dirigencia cordobesa que espera al candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, ya tiene la agenda completa entre sus manos. Participará este viernes de un acto de gestión vinculado al gasoducto que corre entre las localidades Tío Pujio y La Carlota y aguardará la reunión política que se desarrollará en Villa María con el recién llegado de Washington. De antemano, sabe que la consigna es plantear el dilema a la tropa justicialista a lo largo y ancho de Córdoba: ¿será funcional a dos representantes de la derecha dura -Javier Milei y Patricia Bullrich- o apostará por un peronista?
El plan para captar fieles tiene varias etapas y una de ellas supone instalar la “devaluación” del gobernador Juan Schiaretti como opción de poder real. El gobernador electo, Martín Llaryora, dejó dicho que se prepara para un eventual desembraco minarquista y le cerró con estruendo la puerta a Massa. Sin embargo, el ministro que quiere ser presidente sospecha que esa idea no es compartida por todo el espectro del oficialismo provincial y fijó dos objetivos que trabajará en persona: el intendente electo de la capital, Daniel Passerini, y la diputada Natalia de la Sota.
La hija del tres veces gobernador de la provincia envió señales veladas a Massa al mostrarse cerca de la red de intendentes -liderada por el villamariense Martín Gill- que trabajará para el oficialismo nacional para el 22 de octubre. Por respeto a una relación longeva, cuida las formas con el gobernador, pero nunca negó su relación con el líder del Frente Renovador, que se consolidó en 2015, en el marco de la sociedad que trabó José Manuel de la Sota con el tigrense. El arrime tiene sus complicaciones, pero no asoma imposible.
Passerini, de militancia de origen en el delasotismo y de presente indiscutible en las filas del llaryorismo, fue uno de los dirigentes que habló públicamente de la unidad del peronismo. Ese discurso fue tomando diferentes temperaturas en función de la coyuntura inmediata, pero la idea medular no cambió. Massa lo sabe. Especula con una reunión en un punto neutral: no será en Córdoba, aseguran fuentes de UP.
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En el entorno del viceintendente confirman que los “sondeos” existen, pero rápidamente aclaran que es Schiaretti quien debe gobernar la Argentina que viene. Está claro que las máximas figuras de Hacemos Unidos por Córdoba no se saldrán del libreto hasta el domingo 22 de octubre por la noche. Luego, los caminos se discutirán. ¿Al peronismo cordobés le dan lo mismo Milei, Bullrich y Massa? Otra vez, la misma pregunta que picará más tarde que temprano.
La dirigencia la trabaja activamente, mientras popes de UP establecen contactos con los que consideran que para un peronista siempre será mejor otro peronista.
No es cosa de pibes
Massa se subió al triunfo de Passerini, que fue una demostración de culto a la militancia porque el radical Rodrigo de Loredo asomaba imbatible en las encuestas de la ciudad capital. “Conozco a Daniel Passerini desde hace muchos años. Es uno de los hijos, un heredero de José Manuel de la Sota. Es un gran dirigente, un gran pibe”, evocó el ministro ese pasado común.
Passerini fue cáustico en su momento y bloqueó el arrime que se proponía en el orden de lo público, pero todo parece indicar que Massa insistirá con el hombre que logró un triunfo histórico y genuino en un bastión refractario al peronismo cordobesista.