Ángel Rossi secundará a su par de Mendoza, Marcelo Colombo, en la conducción de la Conferencia Episcopal Argentina. Este martes la Iglesia bergogliana optó por la continuidad y el arzobispo de Córdoba gana influencia en la política religiosa. Como contó Letra P, Rossi sonaba entre los posibles candidatos para suceder a monseñor Oscar Ojea para el trienio 2024-2027.
Sin embargo, en la curia cordobesa afirman que el también cardenal decidió priorizar sus responsabilidades en la conducción de la Iglesia Católica del principal distrito del interior del país.
El arzobispo logró un ascenso meteórico en su carrera política, que hoy lo depostó en el número dos del episcopado. “Sin buscarlo”, resaltan quienes conocen al eclesiástico que critica con dureza la política de ajuste del gobierno de Javier Milei. En diciembre de 2021 sucedió a monseñor Carlos Náñez y en julio del año pasado el papa Francisco lo designó cardenal.
“Rossi acepta sus responsabilidades políticas, pero no le gustan las tareas burocráticas y el poder”, resumen las mismas fuentes cercanas. No obstante, el reconocimiento que logró entre sus pares y su posición de respeto con la dirigencia política y empresarial serían uno de los factores que explicarían el ascenso.
“En Rossi no hay un posicionamiento político, ideológico y partidario ante la realidad, sino un corazón de pastor que busca cumplir con la misión que ha recibido”, lo definen en su entorno.
El arzobispo terminará el año con un bajo perfil, pero la Iglesia Católica cordobesa se prepara para tener un posicionamiento firme de cara al año electoral con un mensaje que ponderará la búsqueda del bien común y el diálogo.
El ascenso de Ángel Rossi
Nadie lo esperaba, pero todos lo querían. Finalmente fue el jesuita Ángel Sixto Rossi o, simplemente, Bayín, el bendecido por el papa Fancisco para hacerse cargo de la arquidiócesis de Córdoba en 2021, la segunda jurisdicción eclesiástica más importante del país, justo en un momento de ebullición renovadora tras 23 años de gestión pastoral de Carlos Ñáñez y casi 24 de hegemonía política intercalada entre Juan Manuel de la Sota y Juan Schiaretti.
Ni en el Círculo Rojo provincial y municipal ni en la élite política-religiosa cordobesa conocida como la “Sagrada Familia” se atrevían entonces a colgarle el cartel de peronista, macrista, radical, libertario o comunista; todos coincidían en que su perfil es equidistante de las fuerzas partidarias locales y más bien cercano a la gente de las periferias; esa a la que reconoce “cascoteada” y carente de esas 3T (Tierra, Techo y Trabajo) para una vida digna que predica el pontífice.
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Esa situación no cambió. Los hechos, más que las palabras, ponen a este hermano de congregación de Jorge Bergoglio en ese lugar. En 1992, el religioso creó, en la localidad bonaerense de Villa de Mayo, la Fundación Manos Abiertas, que atiende necesidades de alimentos, ropa y espirituales a personas en situación de vulnerabilidad social.
Treinta años después, gracias a una red de voluntariado, esa organización –paralela a Cáritas y avalada internacionalmente por la Compañía de Jesús- da respuestas concretas en barriadas populares de Buenos Aires, Córdoba, San Juan, Concordia, Chaco, Salta, Mar del Plata, Jujuy, Santa Fe, Neuquén y Mendoza.
Su primera jugada política en Córdoba
En medio de la renovación política electoral cordobesa de 2023, Rossi respondió con un discurso dialoguista que echó luz sobre su perfil, hasta entonces desconocido, más allá de su labor social.
“Si hay una grieta, el desafío es tender puentes y no agudizar la contradicción. Ojalá podamos ser instrumentos de unidad. Nosotros tomamos partido por la gente”, se posicionó el arzobispo rumbo a la pelea política entre Martín Llaryora y Luis Juez.
Su primer mensaje llegó con contundencia antes de las asunciones de diciembre cuando creó la Vicaría de los Pobres para enviar un fuerte mensaje al cordobesismo que estaba por cambiar la posta entre Schiaretti y Llaryora.
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Arzobispo de Córdoba, Ángel Rossi.
Como contó Luis Zegarra en este medio, Schiaretti y Llaryora tuvieron que asimilar críticas severas del arzobispado cordobés. La inseguridad, el narcotráfico, la pobreza y el juego online fueron parte de una agenda con la que se interpela aún a todas las figuras políticas.
Aunque las reconvenciones sean generales, suelen generar impactos diferentes en los gobiernos, a quienes cabe mayor responsabilidad; también en la oposición, que encuentra arietes en aquellas. Sobre todo, en una provincia donde la preminencia del catolicismo es indisimulable.
La voz implacable del alfil del papa Francisco
La faz crítica de la Iglesia católica tomó otro cariz desde la salida del monseñor Ñáñez, quien oficiara como arzobispo desde 1999, inicio de ciclo de los gobiernos peronistas, hasta diciembre de 2021. Excapellán del Liceo Militar General Paz, mantuvo un perfil conservador que sentó bien al modelo cordobesista. Rossi marcó su impronta, aunque a paso lento.
En el orden estrictamente religioso, el arranque de Rossi fue lento. La sorpresa por su nombramiento en el Arzobispado, la muerte de su hermana mayor y un problema de salud que lo obligó a una internación hicieron que la etapa de estudio fuera más prolongada y tardara en meter mano en la estructura eclesiástica arzobispal, no exenta de internas y para muchos añejada tras dos décadas de pastoreo de Ñáñez.
Rossi va moviendo lentamente las fichas del tablero eclesiástico a fin de que el servicio pastoral vaya tendiendo hacia una “Iglesia en salida” y “de los pobres para los pobres” como pretende el pontífice argentino.