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(Ficha técnica. El relevamiento de datos se realizó entre el 27 y el 30 de junio de 2023 en más de 50 localidades de todo el país. En total se contabilizaron 1680 casos efectivos de personas mayores de 16 años, residentes en domicilios particulares con teléfono fijo o móvil, estratificada por distrito y ponderados según sexo y grupos de edad; controlada por voto en las elecciones de 2021. El cuestionario que se utilizó fue estructurado, con relevamiento telefónico mixto –mayoritariamente automatizado y autoadministrado, método IVR, con porción de llamados asistidos, método CATI–. Error muestral: +/- 2,4 con 95% de confianza).
El análisis
La encuesta muestra una clara preeminencia de Patricia Bullrich sobre Horacio Rodríguez Larreta en la interna de Juntos por el Cambio –12 puntos porcentuales–, y, en la sumatoria, el espacio se impone ante Unión por la Patria (UP). Massa, tres puntos por debajo del primer lugar como presidenciable más votado y Milei, con menos respaldo. Asimismo, se observa una dispersión –¿valiosa?– de minorías peronistas. Si esos elementos fueran definitivos y, en lugar de concebirlos como un escenario (prematuro) para las PASO, los trasladamos a octubre tendríamos a JxC como ganador en primera vuelta con el 40% de los votos y con una ventaja por más de 10 puntos porcentuales sobre UP, que alcanzaría 28%. El detalle es que hacer eso supondría un abuso.
"No hay que considerar estos números como contundentes. Juntos por el Cambio está mejor parado que el oficialismo, lo que era previsible, pero hay un escenario muy abierto y no están claras las acumulaciones futuras ni a favor de Massa ni a favor de Bullrich", dijo Burdman.
Dado el rigor de la crisis –hecha de elevada inflación, debilidad de los ingresos, desbalance de larga data entre ambos indicadores y falta de perspectivas sobre una pronta mejoría–, la ventaja de Juntos no debería sorprender. Tampoco que la sumatoria de sus dos fórmulas se parezca al 40% que Mauricio Macri obtuvo en las elecciones de 2019, cuando la economía también apretaba. Ese parece el piso electoral del antiperonismo.
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Con todo, un rasgo peculiar del actual proceso es la dispersión de la oferta y las severas tensiones internas que cruzan a las principales coaliciones, algo que el titular de Observatorio Electoral Consultores asemeja al escenario de 2003.
El analista no cree que sea pertinente hacer una suma automática de los votos que obtenga cada una de las listas de los espacios en los que hay competencia ni asumir que ese caudal vaya a ser retenido en su totalidad por quien gane las primarias.
"La sumatoria de las intenciones de voto de los dos candidatos de Juntos por el Cambio da 40 puntos, lo que pondría a la principal fuerza opositora en una situación de fortaleza, sobre todo si Bullrich lograra retener los votos de Larreta en octubre y si sumara los de Milei por una suerte de cálculo estratégico o voto útil", señala. Eso, sin embargo, está por verse.
Del otro lado, continúa, "la unidad (de la UP) no está tan unida. Massa tiene un desafío en los diez puntos que obtienen otras tres fórmulas panperonistas, la de (Juan Grabois) dentro de la Unión por la Patria, y las de (Guillermo) Moreno y (Juan) Schiaretti por afuera”.
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Es importante resaltar que faltan seis semanas para las PASO y, en semejante lapso, pueden pasar muchas cosas. Massa no empezó a hacer campaña, mientras que Bullrich, Larreta y Milei ya expresaron buena parte de lo que tienen para decir", ponderó Burdman.
La estrategia massista
Cuando se consulta en el Ministerio de Economía, sede de una estrategia de campaña concebida inicialmente como "gestión, gestión y gestión", la respuesta es que todo está por hacerse y que la prioridad es que las variables no se salgan de control.
Si, en un primer tramo, la campaña será la acción de gobierno, el oficialismo multiplicará los gestos de conciliación hacia los heridos por el cierre de listas. Asimismo, la precandidatura de Grabois puede ser interpretada como un modo de contener a los más descontentos, quienes, si esta no existiera, podrían refugiarse en la izquierda combativa, en el voto en blanco o en la abstención que ha despuntado en varias provincias. Massa deberá pelear mucho tras el 13-A para sumar a esos rebeldes.
Ahora bien, ¿qué escenario en la oposición le daría al panperonismo mejores posibilidades? Fuentes consultadas por Letra P en el massismo no se ponen de acuerdo sobre un tema que está en plena evaluación.
Ocurre que la frazada es corta. En principio, una mayoría de dirigentes de ese espacio cree que un mano a mano con Bullrich le facilitaría a Massa salir en busca de votos moderados o no encuadrados, acaso temerosos del rigor económico, político y hasta represivo que la exministra promete sin complejos. Asimismo, la ven floja de papeles en la discusión económica y creen que hay mucho para ganar debido a lo extremo de sus posturas.
La UP tiene una ventaja sobre Juntos por el Cambio: como la competencia en PASO en la primera es mucho menos cerrada, el ordenamiento es más accesible. La UP tiene una ventaja sobre Juntos por el Cambio: como la competencia en PASO en la primera es mucho menos cerrada, el ordenamiento es más accesible.
También, evalúan la posibilidad de que, tras las PASO, se pueda generar una corriente de voto útil desde Milei hacia la referente del ala más derechista del PRO.
¿Mejor Larreta, entonces? El jefe de Gobierno es más apto para dar pelea por el voto centrista, pero, por otro lado, la migración de la corriente paleolibertaria a su sector podría ser mucho más forzada, y hasta la del bullrichismo, dadas las peleas recientes, que han llegado a la descalificación personal.
En ese sentido, Unión por la Patria tiene una ventaja sobre Juntos: como la competencia en las PASO es mucho menos cerrada, el ordenamiento es más accesible. En cambio, en JxC, la pelea es agónica en la medida en que prima en ese espacio la cuasicerteza de que quien gane las primarias tiene grandes posibilidades de viajar sin escalas a la Casa Rosada. Esa será una guerra sin toma de prisioneros.
Plan de acción
Cerca del ministro-candidato ponderan que son muchos los golpes de efecto que podrían producirse en los próximos días.
Para empezar, en la próxima semana deberá cerrar un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que no solo despeje el panorama inmediato de pagos netos sino que, en el mejor de los casos, entregue algún margen para operar sobre el mercado cambiario de modo de reducir el peligro de corridas contra el peso, fenómeno típico de los períodos preelectorales.
De la mano de eso, se pisarán en toda la medida posible las autorizaciones de aumentos de tarifas y precios regulados, en paralelo a un mayor celo en los mecanismos de control de los acuerdos sectoriales. La obsesión es sostener una tendencia declinante de la inflación, que si bien viene arrojando niveles gravemente elevados –8,4% en abril y 7,8% en mayo– podría haberse desacelerado al orden del 7% en junio. Algo es algo.
Por el lado de los ingresos, el Palacio de Hacienda operará en principio sobre los alivios ya aplicados al impuesto a las Ganancias que paga el universo trabajador, de modo que las negociaciones paritarias no amplíen de nuevo el número de contribuyentes, la base más mimada por “el señor de los alivios”.
¿Cuando la apertura de las urnas sea inminente, podría especularse con algún guiño al cristinismo y al electorado más frustrado en base al otorgamiento de algún beneficio? Eso podría tener un impacto inflacionario, pero en ningún caso antes de las elecciones.
