ES LA ECONOMÍA

Las tres estaciones de la otra campaña de Sergio Massa

El ministro-candidato va de la política a la economía. El Fondo, capítulo mil. La obsesión del IPC y el termómetro cambiario. Ingresos y alivios.

Tanto quienes lo quieren como quienes no lo hacen le reconocen a Sergio Massa una cualidad: la persistencia. En tanto las encuestas muestran una sociedad más bien volcada a la derecha opositora, los problemas severos de la economía que conduce no son precisamente una buena base para dar pelea desde el peronismo en el ciclo electoral que se avecina. Aun así, ya prometió dejar todo en la cancha y para eso se dispone a atar los cabos sueltos de la economía. Todos los que pueda, al menos, sabiendo que en el camino de ripio es mucho lo que podría salirle mal.

Resulta relevante que, prácticamente agotadas las reservas en dólares del Banco Central, los 2.700 millones de dólares sean abonados con una combinación de Derechos Especiales de Giro (DEG), la moneda o unidad de cuenta de la propia entidad –un remanente de lo girado con anterioridad–, y yuanes del swap recientemente renovado por tres años con el Banco del Pueblo –central– de China.

Digresión. Cuando se escriba la historia del ascenso del renminbi –tal el nombre de la divisa china, mientras que yuan es el de su unidad de cuenta– como moneda de relevancia global, se recordará que Pekín comenzó a avanzar casilleros actuando como prestamista de última instancia de países en problemas. En otras palabras, por haber hecho lo que Estados Unidos no quiere hacer y por haberlo realizado de un modo menos draconiano, al menos en el corto plazo, que el siempre condicionante FMI. Argentina, seguramente, merecerá un capítulo de ese libro.

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Ni bien se conozca el texto que marcará en lo sucesivo la relación con el Fondo, es de esperar que los desembolsos que lleguen al país para hacer frente a los compromisos subsiguientes cubran –y algo más– esas obligaciones, único modo de evitarle por un tiempo pagos netos a un país carente de recursos y de generar un colchón de divisas que le dé cierta previsibilidad cambiaria en un contexto de campaña, históricamente propicio para corridas. ¿Será suficiente lo que logre para arrancarle una sonrisa a Cristina Fernández de Kirchner, mucho más comprensiva en privado que en público de los rigores de las decisiones económicas?

La obsesión mayor

Lo anterior es solo el primer paso de la massanomics, un mote que sería más propio de un modelo exitoso que de una situación tan apremiante. El segundo punto, aún más agónico, pasa por mostrar algo que pueda parecerse a un relato alentador sobre la inflación.

Para eso, el secretario de Comercio, Matías Tombolini, negocia una extensión del programa Precios Justos hasta después de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 13 de agosto. No es que ese plan precisamente haya obrado milagros, pero todo, aunque su efecto sea marginal, contribuye al proyecto "Massa 2023". Según Clarín, el objetivo es directamente planchar los precios de productos como "zapatillas, electrodomésticos, electrónicos, indumentaria, calzado y motos, entre otros".

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Falta menos de un mes y medio para la gran encuesta nacional al 100% y, como estación intermedia, el Gobierno confía en que el 13 de julio el INDEC entregue un dato que lo ayude a construir la narrativa de la reducción paulatina. Si mayo –7,8%– ya había marcado un descenso frente al abril de miedo –8,4%–, junio podría entregar un número todavía menor: ¿7%? Vaya consuelo.

La próxima parada del IPC se conocería después del cierre de esa primera vuelta informal, el 15 de agosto, pero eso será carne de otra votación que asomará en el horizonte, la del 22 de octubre.

Mientras, ayuda y mucho que los tipos de cambio paralelos se mantengan en general tranquilos en sus diferentes versiones, así como la continuidad del trade electoral.

El otro platillo de la balanza

Si la inflación es una de las puntas de la pinza que atenaza a la población, la otra son los ingresos. Ante eso, el ministro-candidato no olvida su ropaje de "señor de los alivios", sobre todo para la niña de sus ojos: la clase media trabajadora.

Claro que la posibilidad de un reparto de beneficios es acotada en el contexto actual, pero hay que mencionar que el Palacio de Hacienda trabaja para evitar que las próximas rondas de paritarias sumen al universo de contribuyentes del impuesto a las Ganancias a personas que han sido sacadas del mismo a través de sucesivas subas del mínimo no imponible. Eso, claro, contribuye a apuntalar el consumo, pero beneficia específicamente a un sector sobrerrepresentado en la agenda mediática y en las redes sociales, sede, además, del voto oscilante y moderado que Massa pretende disputar.

El consumo también es fundamental para sostenerdos de los pocos logros que el Gobierno puede exhibir: la creación de empleo y el crecimiento de la industria, algo fundamental en momentos en que el nivel de actividad que da inoportunos indicios de amesetamiento.

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Decidido a cultivar al menos un apoyo bígamo del Círculo Rojo, el jefe del Palacio de Hacienda recibió al reelecto titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Daniel Funes de Rioja. A modo de ofrenda, este le entregó al ministro el anticipo de un informe que reconoce un crecimiento interanual del sector del 4,8%, un incremento de la demanda del 14,9% interanual el mes pasado y una mejora –más magra– del salario real fabril de 1,2% interanual en marzo. ¿Estarán allí los "cuatro vivos"?

En el plano político, Massa también llena el espacio de gestos: no sólo recibió al herido Daniel Scioli, sino que sobreactuó saliendo a su encuentro en la vereda del Ministerio de Economía. Ambos, políticos de raza, se abrazaron como si fueran amigos de toda la vida.

como es el chino que armo massa para pagarle al fmi
el circulo rojo se agarra la billetera y hace oidos sordos al reclamo de cfk

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