LA QUINTA PATA

Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich: guerra de ambiciones y también de proyectos

Egos, poder y algo más. Paraísos o infiernos y el modo de empedrarlos. La centralidad del cepo y la economía bimonetaria. Recetas, efectos y gobernabilidad.

La guerra sin toma de prisioneros en que devino la puja presidencial dentro del PRO y Juntos por el Cambio, protagonizada por Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, responde, desde ya, a sus ambiciones personales y encontró una excusa en la incorporación de José Luis Espert y Juan Schiaretti. De lo que nada se ha dicho es de las diferencias programáticas que existen entre ambas figuras y en lo que implicaría aplicar sus recetas económicas sobre un cuerpo social lacerado.

Es evidente que el precandidato y la precandidata comparten una visión general sobre el futuro, que podría inscribirse en lo que siempre ha defendido la Argentina liberal: ajuste en modo de shock, reformas promercado deteniéndose lo menos posible en consideraciones políticas, desregulación en favor de las empresas, fomento de los márgenes de ganancias de las compañías, legislación jibarizadora de derechos laborales, ahorro en “gasto” previsional, poda de subsidios sociales, reparto del ingreso en favor de los sectores con capacidad de ahorro e inversión; libre entrada y salida de capitales y apertura comercial.

Sin embargo, la crisis de larga data, la inflación, la ausencia de reservas y el mantenimiento de una precaria paz social en base a la acumulación de controles sobre la economía son hechos que imponen preguntas sobre el camino para llegar a ese futuro presuntamente luminoso que se le ofrece una vez más –después de mil fracasos– a la sociedad.

Si, además de la inflación, hay un consenso en la Argentina es que dos problemas nodales son la falta de dólares y el carácter bimonetario de la economía. Estos últimos dos factores son considerados por el cristinismo la causa última de la suba sostenida de los precios y por quienes piensan con criterios liberales como limitaciones insalvables para el desarrollo.

Si se trata, entonces, de cepo y bimonetarismo, conviene repasar los enfoques de Rodríguez Larreta y de Bullrich.

Elisa Carrió explicó lo que, a su entender, está en juego. “La ilusión de un orden represivo está expresada hoy en muchos sectores extremos (…). Es una ilusión imposible de llevar a cabo, no es realista, no lo van a hacer. Acá también hay una reflexión para la sociedad. ¿A dónde los lleva la represión y a dónde nos llevó en el pasado? ¿Vamos a matar a la gente que está en los pasillos de Buenos Aires? ¿O (…) vamos a tratar caso por caso y los vamos a ubicar? (…) ¿Tiene que haber un orden? Sí, pero un orden organizado, con la compasión necesaria de una crisis que se va a ahondar en toda la Argentina y con una persecución del delito, del delito eh, aunque sea menor, muy fuerte”.

https://twitter.com/elisacarrio/status/1666625303823675392

La receta de Horacio

Letra P adelantó en diciembre último el plan que preparaban los equipos económicos del PRO. Con Mauricio Macri y María Eugenia Vidal fuera de la carrera y con la guerra planteada por Bullrich, esos preparativos, comandados por el último ministro macrista, Hernán Lacunza, quedan ahora reservados a una eventual administración de Rodríguez Larreta.

En lo que respecta al cepo, los especialistas vinculados al capítulo cambiario del programa lo consideran un obstáculo para el desarrollo, pero han advertido que levantarlo de golpe, como se hizo en 2015, implicaría un abismo del overshooting y la hiperinflación.

De cualquier forma, la dispersión de tipos de cambio especiales que deja Alberto Fernández es considerada un problema de calado, lo que lleva a esperar –ni bien haya un colchón mínimo de reservas que lo permita– una “corrección discreta” del dólar oficial que sirva a los fines de aportar a la consistencia macroeconómica y a la necesidad de generar superávit comercial.

Sería, entonces, shock fiscal –con eliminación acelerada de lo que quede de subsidios a los servicios públicos, entre otras medidas de poda de gastos– y gradualismo cambiario.

En una entrevista reciente, el propio jefe de Gobierno porteño dijo: “El cepo lo vamos a abrir… apenas podamos. Si alguien viene y dice ‘el primer día saco el cepo y unifico el dólar’, es mentira: el dólar se va a 5.000 (pesos). ¿Sabés por qué? Porque no hay dólares, justamente por eso. Hablémosle en serio a la gente, no vengamos a engañarla”.

https://twitter.com/elcancillercom/status/1664219353590497281

La receta de Patricia

Cuando se le preguntó si, al igual que ocurrió en 2015, eliminaría el cepo en su primer día de gobierno, Bullrich, empeñada en diferenciarse de la “tibieza” larretista, contestó que “por supuesto”. “Eso no va a generar una hiperinflación porque si eso lo combinamos con el bimonetarismo, con una ingeniería jurídica muy fuerte para que se pueda utilizar también el dólar como moneda corriente, la gente no va a tener miedo y no se va a ir al dólar”, explicó.

https://twitter.com/somoscorta/status/1665706908370477056

La referencia no podría ser más curiosa. Si Lacunza es el cerebro económico de Larreta, Luciano Laspina –entre otros– cumple esa función para Bullrich. Es difícil explicar lo mal asesorada que está la lideresa halconada o lo mal que entiende. Incluso para economistas del establishment, es justamente la combinación de esas dos variables –unificación cambiaria inmediata y libre elección de monedas– lo que desencadenaría una hiperinflación. La vía sería el fenómeno de “huida del peso”.

En un esquema de “libre elección de moneda”, los agentes con capacidad de imponer condiciones llevarían la voz cantante. Las empresas más grandes o monopólicas impondrían condiciones, puntualmente la de vender –y cobrar– en divisa dura y la de pagar en pesos blandos. ¿Quién querría mantenerse en la moneda nacional pudiendo adoptar una fuerte?

Ir a tomar un café a un bar podría implicar recibir el ticket en dólares y sería difícil que la moneda estadounidense no se hiciera norma, por caso en alquileres, o que, por el contrario, primara a nivel salarial. En tal hipótesis, la Argentina avanzaría de facto hacia un esquema dual, con un sector de la sociedad privilegiado por tener acceso al billete verde y otro postergado, atado a una moneda nacional que nadie querría y no dejaría de depreciarse. Así, el país pasaría del tantas veces meneado peligro de ser Venezuela al de ser Cuba.

Podría interpretarse, incluso, que la salida abrupta del cepo, la megadevaluación que supondría y la oficialización del dólar para todo tipo de transacciones –en función del poder relativo de las partes contratantes– sería un camino tal vez algo más sinuoso hacia la misma meta que plantea Javier Milei: la dolarización. A eso apunta Carrió: a una futura entente entre el libertario y Bullrich y a los efectos sociales del ensayo.

Interpretando (mal) al “maestro"

Bullrich y Milei tocan una cuerda que, pese a su legado lamentable, hace vibrar a la parte de la sociedad que añora la reducción de la inflación y la aparición del crédito que generó el “uno a uno”. Sin embargo, ignoran lo que el padre de ese modelo, Domingo Cavallo, señala sobre la coyuntura actual.

En su blog, el exministro realiza una seria advertencia. “Puede parecer paradojal, pero, si para evitar la inercia inflacionaria que crea el cepo cambiario, el nuevo gobierno decide eliminarlo de inmediato para todo tipo de transacciones, sin que haya habido tiempo para implementar un ajuste fiscal y la economía haya digerido toda la excesiva emisión monetaria anterior, el resultado puede ser una explosión hiperinflacionaria, costosísima desde el punto de vista social y demoledora desde el punto de vista político”, avisa.

El éxito de cualquiera de los dos esquemas está lejos de ser una garantía, sobre todo, como explica Emmanuel Álvarez Agis, por responder a enfoques cerradamente ortodoxos que, al ignorar la variable distributiva y el conflicto social, buscan el equilibrio a través de la recesión y el dolor y corren el riesgo de terminar, en el mediano plazo, en fojas cero o aun peor.

La guerra en el PRO y Juntos por el Cambio está hecha básicamente de ambiciones personales y los paraísos lejanos que prometen los proyectos en pugna no difieren demasiado entre sí. El tema es el camino hacia ellos, uno que, como advierte Carrió, podría llenarse de fantasmas y violencias.

Horacio Rodríguez Larreta presiona dentro de la coalición opositora para sumar al cordobés. 
¿juntos?

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