POLI ALTOLAGUIRRE

La Pampa: quién es el jefe de la UCR que paraliza la Legislatura y complica a Sergio Ziliotto

Militante radical de pura cepa, muñequea la unidad opositora y crispa al Ejecutivo. Linaje boinablanca, debut en cargos públicos y el sueño de vencer al PJ.

El Poli Altolaguirre tiene radicalismo en el ADN: debe su apodo al nombre de Hipólito, como lo bautizaron en homenaje a Yrigoyen en una familia boinablanca de pura cepa en Santa Rosa, la capital de La Pampa. Por primera vez tiene cargo público: es jefe de la banca legislativa de la UCR que le complica el cuórum al gobernador Sergio Ziliotto y paraliza la Legislatura.

Altolaguirre tiene 48 años, es escribano y aunque siempre militó por un Estado presente también es un pragmático que muñequea la unidad opositora. Quedó visibilizado en la disputa por el impuesto a la riqueza. Está tironeado desde todos lados: el oficialismo que quiere convencerlo, la oposición extrema que le impide que transe y la propia UCR donde la rosca entre intendencias y legisladores no para.

En las últimas horas de este martes tuvo que salir a desmentir que se cocinara una fractura en su bloque. Poli tiene una ilusión entre manos que va más allá de estas horas frenéticas: sueña desde siempre con ganarle de una vez el gobierno provincial al peronismo y terminar en 2027 con el invicto que el PJ pampeano tiene en comicios ejecutivos desde 1983.

La UCR le marca la cancha al peronismo

Altolaguirre tiene una oportunidad histórica porque la oposición nunca tuvo tantas herramientas para marcarle la cancha al peronismo. Eso también le carga una mochila. Respecto del cuórum, no traicionó: avisó de entrada que consideraba que las ausencias en las sesiones eran una herramienta política legítima.

Amuchó las siete bancas de su bloque con las sies del PRO y las dos de Comunidad Organizada: sostiene el empate contra el oficialismo y tiene la llave para salir de la parálisis del Poder Legislativo. Mete una aclaración forzada: "No somos antiperonistas, somos la unión de los partidos que queremos un cambio", explica. Ahora hay que ver hasta dónde puede, y hasta dónde le conviene, seguir tirando de esa cuerda, porque ya empieza a sentir los efectos del fuego amigo.

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En la búsqueda del equilibrio justo, cree por un lado que “la historia del radicalismo y la mayoría de sus logros y banderas han sido siempre dando derechos. Hemos integrado la Internacional Socialista y ese es el camino hasta que se salga”.

Por otro lado, y por aquello de que pragmatismo mata ideología, tiene un postulado para lo que viene, anidando el sueño de vencer al PJ pampeano con una gran alianza opositora. “Los grandes partidos, como el radicalismo y el peronismo, tienen distintas facciones, de izquierda, de derecha y cada cual acompaña a los dirigentes que más lo representan. A veces la sociedad busca una cosa y en otros momentos busca otra”, teorizó.

La UCR desde la cuna

Antes de ser diputado provincial, Altolaguirre sólo tuvo cargos partidarios. Militó toda la vida, pero nunca quiso exponerse electoralmente ni acercarse a los puestos de Estado.

Cursó la primaria, la secundaria y la universidad en la educación pública. Ahí fue mamando su postura de que “el Estado siempre tiene que estar”, aunque en los últimos años haya tenido que defender con cara de pocos amigos la alianza con el macrismo y en estas horas tienda nuevas líneas con sectores liberales.

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Sillas vacías. La oposición no da cuórum y frena el impuesto a la riqueza de Ziliotto.

Sillas vacías. La oposición no da cuórum y frena el impuesto a la riqueza de Ziliotto.

Conoció los comités de la UCR desde pibe, cuando acompañaba a su familia. Su padre fue un radical histórico. “El Vasco” Fernando José Altolaguirre fue diputado con sus formas campechanas y tuvo alto perfil en la historia partidaria. Su madre, Elsa Pérez “Chicha” de Altolaguirre, también llegó a la Legislatura provincial.

Ambos se habían acercado a la UCR cuando en La Pampa germinaba el liderazgo de Isamel Amit, que con el peronismo proscripto en los ’60 fue gobernador de la provincia, y luego líder del Movimiento Federalista Pampeano, un partido local que supo ser potencia electoral y cayó en total decadencia.

Un todoterreno en La Pampa

El viejo Altolaguirre fundó Renovación y Cambio en La Pampa. Con los años, Poli hizo honor a Raúl Alfonsín y bautizó Alfonsina a una de sus hijas. Otra, Amalia, es delantera del equipo de fútbol femenino de All Boys, que no se cansa de ganar campeonatos locales.

Poli militó en Franja Morada y en la Juventud Radical. Luego fue referencia de la histórica Lista Celeste de la UCR, que comandó Antonio “Pacheco” Berhongaray, senador, funcionario de los gobiernos de Alfonsín y de la Alianza. Fueron heredados esos puentes familiares: hoy Poli es el principal impulsor del liderazgo de su hijo, Martín Berhongaray, que el año pasado perdió por poco contra Ziliotto.

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Poli nunca sacó los pies del plato y siempre tuvo puesta la camiseta de la UCR. “Siempre estuve parado en el mismo lugar y en el mismo partido, militamos para Leopoldo Moreau cuando sacó el 2% en 2011. Yo soy un militante de toda la vida, disfruto la política”, define.

Antes de ser candidato, dentro del partido era un todoterreno: el que organizaba los actos, el que aceitaba punteros, el que telefoneaba a los intendentes díscolos, el que aportaba y juntaba plata para las campañas.

Gran Hermano de la UCR

El hermano de Poli, Leandro Altolaguirre (bautizado en honor a Alem) llegó a ser intendente de Santa Rosa en 2015, pero su estrella se apagó en una sola gestión: confió en que Mauricio Macri lo surtiría de obras y fondos y eso no ocurrió. El sueño de la reelección llegó con un golpazo electoral cuando el entonces camporista Luciano di Nápoli lo peludeó en las urnas.

Leandro salió de esa experiencia debilitado, con menos consideración interna y alguna bifurcación ideológica. Ingeniero agrónomo, pasó de joven ambientalista a adulto que navega en los extremos de la política coyuntural y fogonea alianzas con el espacio libertario y con el PRO más recalcitrante.

En cambio, en otra vereda y con otro estilo, Poli teje acuerdos y buscar ampliar cerrando grietas. En algún punto, la luz sobre Leandro lo había sacado a él mismo del candelero. “En política algunos tienen que estar adentro y otros hacerla desde afuera. Todo el que participa tiene aspiraciones y ganas. Muchas veces no puede haber dos personas del mismo apellido ocupando cargos, es un mandato familiar”, resumía.

Ahora que le llegó la hora de la visibilidad posta, Poli bascula entre las necesidades del corto plazo y las expectativas del mediano. No quiere arruinar la oportunidad, acaso porque sabe que no habrá otra, del viejo sueño de vencer al peronismo.

Luciano di Nápoli, intendente de Santa Rosa, la capital de La Pampa; y Fernanda Alonso, jefa comunal de General Pico, la segunda ciudad: construyen en conjunto pero a la vez son competencia.
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