PERONISMO EN RECONSTRUCCIÓN

La Pampa: Luciano di Nápoli juega su segundo tiempo en cancha embarrada

El intendente de Santa Rosa se distanció de La Cámpora, tiene internas con Ziliotto y perdió caja. Choques con gremios y el Concejo empardado. Carmina, la Jefa.

Desde que arrancó su “segundo tiempo”, como él mismo lo bautizó, Luciano di Nápoli casi no ha tenido paz como intendente de Santa Rosa, la capital de La Pampa, que es centro de la visibilidad política de la provincia y atraviesa desde hace tiempo una extendida emergencia en diversas áreas.

Aún en esa cancha embarrada, las huestes de Copete Di Nápoli conservan como sueño su plan inicial: la posibilidad de un salto a la gobernación después de dos gestiones exitosas, sobre todo porque Sergio Ziliotto está inhabilitado para pelear por un tercer periodo y no hay un número puesto que garantice la unidad y la potencia electoral del peronismo.

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Concejo empardado y adiós a La Cámpora

El segundo tiempo de Di Nápoli apareció condicionado por diversas variables. La motosierra sobre la obra pública repercutió especialmente en la capital provincial, que está en emergencia sanitaria y, aunque sigue asfaltando calles y haciendo arreglos, tuvo que bajar el ritmo y armarse de paciencia con la gran obra de una nueva terminal de ómnibus. Aún así, tiene en marcha ahora el "parque lineal más grande de la Argentina".

Di Nápoli consiguió su reelección de manera relativamente ajustada y eso diseñó un Concejo Deliberante empardado. La oposición no tiene liderazgos de volumen político, pero se prende a la onda de enfrentamiento exacerbado que derrama desde el escenario provincial. Eso hace necesario el voto de la viceintendenta Romina Montes de Oca, que viene de la pata sindical de la CGT, para zafar cuando el rejunte de la UCR, el PRO y Comunidad Organizada pone palos en la rueda. El oficialismo paga costos políticos en casi todas las sesiones.

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El intendente también decidió distanciarse de La Cámpora, ningunear el liderazgo de la diputada provincial María Luz “Luchy” Alonso y armar, aunque sin nombre, una línea propia que tienda a “pejotizarlo” como presidente del Consejo Local de Unidades Básicas. Centralizó decisiones al mango, armó un gabinete con personas del riñón y designó virtual jefa política a Carmina Besga, su compañera de vida, a la que empoderó en un cargo con varias dimensiones.

Carmina, La Jefa

Besga se convirtió en la referencia más expuesta del gobierno municipal: es la que da la cara ante los medios y los sectores críticos, se hace cargo de la toma de decisiones y defiende las medidas menos simpáticas de la administración local.

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Hacia adentro, amada y odiada según de quién se trate, Carmina manda y dispone. El tiempo dirá si funciona la estrategia de acumular poder y cuestionamientos a cambio de salvaguardar la figura del intendente.

En esta segunda gestión, Di Nápoli atiende algunas demandas que se ponen de moda en las redes: ajustó su planta de autoridades para ahorrar en "gasto político" y en abril hizo un poco de circo con la presentación en la sede municipal de las copas que ganó la Selección Argentina de fútbol.

Todavía no aparece claro cuál será, si es que lo busca, su paraguas nacional. Entre las nuevas alianzas locales que germinó y fortaleció se incluye el vínculo con el popular Frente Peronista Barrial y el siempre activo movimiento de las cooperativas de trabajo, donde tiene alta visibilidad la Corriente Clasista y Combativa. Di Nápoli diseñó un proyecto que habilita la compra directa a esas organizaciones de la economía solidaria, pero la oposición torpedea esa ordenanza y tras perder en la votación ahora exige que no se promulgue porque, aduce, era necesaria una mayoría especial.

La guerra por la caja de La Pampa

Hay más barro en la cancha donde Di Nápoli juega su segundo tiempo. Las reformas al sistema de coparticipación provincial perjudican la caja de Santa Rosa, o no la benefician todo lo esperado, y desde esa instancia el municipio tiene una mirada crítica de la gestión de Ziliotto, aunque ambas partes cuidan las formas.

Ese solo movimiento lo acercó a otras jefaturas comunales “no alineadas”, que hacen su propia rosca política y en la que aparece Fernanda Alonso, intendenta de General Pico, la segunda ciudad y esperanza ultravernista para convertirse en la primera gobernadora de la historia de La Pampa.

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Aunque son competidores naturales, Di Nápoli y Alonso funcionan en tándem para algunas movidas, como si el alejamiento de La Cámpora hubiera arrimado a Copete hacia el sector antiziliottista de la Plural y patearan para más adelante la definición sobre quién será postulante al premio mayor.

Hay un caballo del comisario ziliottista, el senador Daniel “Paly” Bensusán, pero la derrota en las legislativas de 2021 y las encuestas no auguran que su camino a la postulación para la gobernación en 2027 sea un lecho de rosas. Por eso el propio ziliottismo tiene otros nombres en el radar, como el del diputado nacional Ariel Rauschenberger o el ministro de Gobierno, Pascual Fernández.

Clima de época: Di Nápoli al choque con los sindicatos

El ziliottismo también tiene un soldado preferido en Santa Rosa. Es Marcelo Pedehontáa, irreconciliable con Di Nápoli y abrigado por el gobernador como presidente del congreso partidario el día en que le sonaron abucheos desde la barra que armó el intendente de Santa Rosa.

Pedehontáa tiene en estas horas protagonismo central, como secretario de Trabajo, en el tenso conflicto de la Municipalidad con el Sindicato de Camioneros. La conciliación obligatoria que se dictó este sábado puso una pausa en la escalada del enfrentamiento. Nació como un reclamo de horas extras, generó medidas de fuerza, molestó a la población por los residuos sin recolectar y decidió a Di Nápoli a despedir a tres trabajadores en el Ente Municipal de Higiene y Salubridad Urbana (EMHSU).

Este fin de semana fue Carmina Besga la que dio la cara y colisionó a fondo con el gremio de Camioneros. “No vamos a permitir la amenaza de ningún sindicalista”, advirtió.

No es el único enfrentamiento de Di Nápoli con sectores sindicales. La gestión local busca empatizar con el clima de época y eso la llevó a choques cada vez más ruidosos con los gremios. Tuvo y tiene pujas con el personal del área de Género, del Estacionamiento Medido, en general con la Asociación de Trabajadores del Estado y el Sindicato de Obreros y Empleados Municipales (SOEM).

El último conflicto resonó en el Concejo Deliberante en el área de Cultura, que en sus tiempos se volvió paradigmática en la lucha contra las avanzadas de las intendencias de Juan Carlos Tierno y el radical Leandro Altolaguirre. Los dos terminaron muy mal.

Luciano Di Nápoli, intendente de la capital Santa Rosa, fue a fondo en su pelea por el PJ de La Pampa contra el gobernador Sergio ZIliotto.
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