ELECCIONES 2023

Un pollo de CFK va por la reelección del siglo en La Pampa

Luciano di Nápoli, intendente de Santa Rosa, buscará un nuevo mandato en una ciudad donde nadie repitió en 20 años. Cómo reconfigura su armado pensando en 2023.

SANTA ROSA (Corresponsalía) El intendente Luciano di Nápoli, un pollo de Cristina Fernández de Kirchner que llegó a gobernar Santa Rosa confrontando contra la estructura del ortodoxo PJ pampeano, aceita ahora negociaciones con distintas líneas como candidato “natural” a la reelección, pese a que la repetición de mandatos en la capital pampeana es una rareza imposible de conseguir en los últimos 20 años.

 

El desafío implica tender puentes con enemigos íntimos y agitadores de fuego amigo; y potenciar la “peronización” a que lo obligó su pertenencia a una familia radical y la lejanía y desconfianza con la que el tradicional PJ pampeano siempre miró a La Cámpora.

 

Di Nápoli no lanzó formalmente su reelección, aunque fue de los primeros en pedir el replay para el gobernador Sergio Ziliotto. Su figura es importante para La Cámpora: gobierna una capital y, aunque cuida las formas, si sus planes salen bien en 2023 estará en la lista de quienes ambicionan la gobernación en el turno 2027.

 

El intendente capitalino tiene 42 años, es abogado y heredó el apodo, “Copete”. Su padre y su madre fueron dirigentes importantes del radicalismo pampeano: Emir Orlando “Copete” di Nápoli llegó a ser candidato a gobernador; María del Carmen Campos militó políticas sociales. Con los años, Luciano di Nápoli cambió la escuela privada de La Pampa y los pasillos del comité por los de la UBA y empezó su militancia en la agrupación NBI donde tuvo contacto directo con los compañeros de La Cámpora: Axel Kicillof, Eduardo de Pedro y Mariano Recalde.

 

Como su abuelo y su padre, pero con distinta bandera, fue diputado provincial.

 

Capital de los conflictos

Santa Rosa es esquiva para catapultar dirigentes: se volvió una capital difícil de gobernar, en emergencia sanitaria (entre otras), sometida a tironeos diversos, con una porción reducida de voto cautivo. Nadie consiguió la reelección desde el siglo pasado, cuando Oscar Jorge -después dos veces gobernador- logró tres gestiones al hilo.

 

Desde 2003, peronistas y radicales se alternan en expectativas y frustraciones. El marinista Néstor Alcala no consiguió el segundo periodo y el justicialista personalista Juan Carlos Tierno fue intervenido a los 87 días de mandato, acusado de abuso de autoridad.

 

El radical Francisco Torroba aprovechó, se llevó votos peronistas y armó una gestión inédita con partidos de centroizquierda y movimientos sociales. Redondeó una administración valorada en cuestiones de género, transparencia y estatización de servicios. Con todo, el Huracán Cristina de 2011 se lo llevó puesto: el arrastre de votos facilitó la victoria del peronista Luis Larrañaga, bioquímico de perfil outsider y de aceitosa pertenencia interna, cuya aventura duró poco y nada.

 

La agria interna del PJ la aprovechó el radical Leandro Altolaguirre: llegó en 2015 con impronta de joven ambientalista, tan confiado en la revolución de la alegría que sobreactuó macrismo hasta sus días finales, aunque el gobierno nacional del PRO lo dejó en Pampa y la vía, sin recursos, sin obras, solo, fané y descangallado.

 

Una construcción extraordinaria

Ahí se coló Di Nápoli, que antes de las generales triunfó en “la verdadera” elección, la interna partidaria de 2019. Su construcción fue literalmente extraordinaria: La Cámpora hizo una alianza con sectores de apariencia minoritaria y de complicada relación con el peronismo vernáculo. El Partido Humanista, el Partido Comunista, Nuevo Encuentro y Patria Grande conformaron sus listas y participan de la gestión. Su vice es Paula Grotto (45 años), de familia marinista y breve referencia local del randazzismo. Tendió puentes sutiles con la Cooperativa Popular de Electricidad local.

 

La Cámpora venía de una confrontación feroz con el peronismo ortodoxo, en términos de vida o muerte: “La Pampa o La Cámpora”. En la interna, el caballo del comisario del PJ fue Jorge Lezcano, con apoyo pleno del aparato: la Plural vernista, el marinismo y el sindicalismo tradicional. El día que ganó la interna, Copete pisó fuerte y de algún modo se recibió de peronista. Hasta entonces, en el partido lo miraban como ajeno.

 

Para las generales logró apoyo de todos los sectores, sin distracciones ni agachadas. Ganó cómodo.

 

Fortaleció la relación institucional y política con Ziliotto, que trató a Santa Rosa como “niña mimada”; y aprovechó la llegada fácil a despachos y presupuestos nacionales. La capital se volvió una ciudad en obra. Estatizó el servicio de transporte, fue pionero en la institucionalización del cannabis, acertó con la fiesta Nacional del Teatro que la oposición quiso torpedear y repuso un Mercado Municipal a precios populares que reúne multitudes y activa la memoria colectiva de algunos buenos viejos tiempos.

 

Pies de plomo hacia el futuro

El año pasado, Di Nápoli festejó como propia la victoria legislativa del peronismo en Santa Rosa, después de defeccionar en las PASO y aunque el PJ perdiera en la provincia. Levantó el copete y se ganó un reto de María Luz Alonso, la secretaria Administrativa del Senado que tuvo que recordarle que en La Pampa ella es La Jefa, como mano derecha de CFK.

 

En ese proceso, el intendente se volvió favorito para los golpes de efecto opositores y nunca convenció al peronismo de las líneas clásicas, que lo mira de reojo, le marca la cancha y le reprocha la falta de apertura hacia otras líneas políticas y la lejanía con la realidad de los barrios.

 

El intendente carga con “las formas” camporistas: tendencias centralistas y cerradas, algunas historias reales y estigmas multimediatizados. En una capital que privilegia a una dirigencia profesional y prudente, con pies de plomo mira el futuro, que no se agota en su posible reelección: a contramano del relato nac&pop básico, cogestiona con la Cámara de Comercio, le hace guiños al Ejército, se apoya en el tradicional diario La Arena y tiene en cuenta demandas conservadoras y del viejo statu quo de la ciudad.

 

A tono con los tiempos, según las habas que se cuecen en estas horas, es posible que en búsqueda de la reelección reconfigure su armado político, haga espacio a sectores mayoritarios y busque pactos que tengan más olor a viejo peronismo pampeano que a “centroizquierda”.

 

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