Ni Juan Manuel Llamosas, que impulsa a Guillermo de Rivas como candidato a sucederlo, ni Adriana Nazario, su principal adversaria en la órbita del PJ cordobés, considera la realización de internas como mecanismo para definir las candidaturas del peronismo para las elecciones de renovación de autoridades en Río Cuarto.
No sólo descreen de la viabilidad de ese proceso a sólo 90 días de la fecha fijada para la realización de comicios. En fueros íntimos, desconfían de las consecuencias de una puja intestina con riesgosas derivas.
Por ende, con poco más de un mes hasta la confirmación de listas, afinan los engranajes de sus armados, que tendrán formato de alianza con figuras extrapartidarias, pero mostrarán dispar stock de recursos. Mientras el llamosismo reúne escuderías oficiales, el nazarismo recluta entre disconformes con los oficialismos (municipal y provincial) y referentes de otras líneas.
Otro anhelo los vincula. Quisieran que, además de aportar voluntades propias, sus incorporaciones resten a la cosecha que proyecta su rival.
La interna que no quiere Juan Manuel Llamosas
La posibilidad de unos comicios intrapartidarios han sido sistemáticamente negados desde el Palacio de Mójica. Las motivaciones para esta decisión permanecen incólumes. Llamosas actúa como un líder que impone reglas, condición que necesita refrendar para su continuidad en la vida política. Como tal, nunca terminó de confiar en socios exógenos, entre ellos Nazario y Carlos Gutiérrez, el nombre fuerte del schiarettismo en Río Cuarto.
Aún así, muchos se amparaban en la ausencia de definiciones sobre el candidato oficial, que debía ser ungido por el propio alcalde, para alentar las chances de la realización de internas. Una decena de nombres mutó afanes de predilección por presiones para una compulsa.
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Los mismos protagonistas tomaron a su favor que, a fines del pasado año, voces del propio oficialismo rodaron tal posibilidad ante la falta de conocimiento, proyectivo a intención de voto, del mencionado secretario de Gobierno.
Sin embargo, la irreductibilidad de las posiciones de Llamosas y Nazario, por entonces la candidata que mejor medía, aventaron cualquier acuerdo. Perseguido por el reloj, Llamosas decidió apostar todas sus fichas por De Rivas, dejando detrás una ristra de reclamos por afinidades previas y clausurando cualquier chance de internas.
El frente judicial que se abre
El pedido por una puja endogámica llegó a instancias judiciales. El pasado lunes, el exfuncionario llamosista Gustavo Dovis, también precandidato, acudió a la Junta Electoral Municipal para acusar un incumplimiento del Código Electoral Municipal por parte del alcalde. Rápidamente, la causa fue derivada a la Justicia Electoral Provincial, donde aún no hay resolución.
Desde el gobierno riocuartense restan entidad a la denuncia y al denunciante, a quien vinculan con el Frente de Todos, exsocio en el armado que permitió la reelección de Llamosas hace cuatro años.
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Sobre tal desestimación deslizan la responsabilidad de un acuerdo hacia el terreno de otros peronistas con aspiraciones. En particular Nazario: “El acuerdo con Adriana es posible si ella decida bajarse. Si no se baja, contaremos los votos”, expresa un interlocutor del también legislador en uso de licencia.
El llamosismo percibe a “la Gringa” estancada en las encuestas y carente de apoyos significativos. Especialmente, luego de los guiños lanzados por el schiarettismo a De Rivas en su lanzamiento oficial.
Como contrapartida, la enumeración de avales propios es exhibido como disuasivo desde el oficialismo. Particularmente, los de antiguos contrincantes, a quienes alejan del reclutamiento que en paralelo realiza la expareja de José Manuel de la Sota.
Los innegociables de Adriana Nazario
El nazarismo sostiene dos afirmaciones: Nazario es candidata indiscutible y es la que mejor mide en cualquier estudio sobre intención de voto.
Ofreciendo garantías de un triunfo que permitiría al PJ mantener el gobierno de la capital alterna, el entorno de la contadora insistió que correspondía al llamosismo impulsar el mentado acuerdo.
Caída esa posibilidad, esperan el momento preciso para el lanzamiento oficial. “Tenemos tiempo. Hay una estrategia para armar la mejor oferta electoral. Estamos tranquilos porque vamos ganando”, repiten.
Mientras Nazario recorre la ciudad, sus alfiles avanzan en la colecta de apoyos. Ente ellos, ya cuentan a la CGT y buena parte de los gremios. También a dirigentes cuyo nombre no revelan “por respeto”.
La búsqueda incluye dirigentes que también suenan en el Pasaje de la Concepción. No sólo peronistas, también sobrevuelan dirigentes de raigambre radical, como Gabriel Abrile, el derrotado en la interna de JxC que desde entonces no ha dado certezas de su juego.
Con tres meses por delante, los armadores también tienden manos a compañeros que no tuvieron avales, ni potencialidad, en las instancias informales. A esta altura, con tantos disconformes por el personalismo de Llamosas, saben que fortalecer lo propio equivale a debilitar al rival.
El factor que mira Martín Llaryora
Algunos esperan gestiones de último momento de Martín Llaryora. Entienden que, en su primera disputa como gobernador, nada menos que en el segundo distrito en importancia de la provincia, no puede correr riesgos de una derrota que tendría impacto nacional.
Hasta aquí, el sanfrancisqueño ha permanecido cerca del intendente, quien se presenta como tallador en su ciudad. Sobre los conceptos del Partido Cordobés, que dice encarnar, trazó un armado de cuño riocuartense, con De Rivas como pívot y aliados de diverso origen.
Claro que hasta aquí su delfín sigue sin aparecer como líder indiscutido en las mediciones de opinión. Por el contrario, alterna segundos o terceros lugares detrás de Nazario e incluso Abrile.
Sobre esa inconsistencia se yerguen especulaciones de una intervención postrera desde la Gobernación. La posibilidad de que la oposición acuda unida a los comicios no parece tan descabellada ya. Ante ello, repiten el axioma de la marcha más conocida: “todos unidos triunfaremos”.