Guillermo de Rivas es el funcionario que se impulsa oficialmente desde el gobierno de Río Cuarto para intentar retener la intendencia de la segunda ciudad de la provincia de Córdoba, en comicios que se realizarán el próximo año. El secretario de Gobierno y Participación Ciudadana prevalece ante otros que también habían mostrado intenciones de erigirse en los candidatos para continuar la gestión del peronista Juan Manuel Llamosas, quien deberá dejar el cargo en julio de 2024, tras dos períodos como intendente.
Abogado, ex Defensor del Pueblo, De Rivas es considerado un “buen candidato” por propios y extraños. Le reconocen atributos técnicos y conocimiento de la gestión pública, tras acumular tareas como concejal, tribuno de cuentas y previo paso por el gabinete de Alberto Cantero (1999-2003).
También le adjudican un perfil dialoguista y conciliador, de buen vínculo con sectores de la oposición, particularmente el radicalismo. De algún modo, cualidades que también lo emparentan con Llamosas.
En los meses que quedan hasta la confirmación de la fecha para las elecciones, con el primer día hábil de julio de 2024 como plazo para la asunción de nuevas autoridades, deberá mejorar sus indicadores de popularidad, acaso su más ostensible contra como postulante.
Según una encuesta que circula por concilios riocuartenses sólo un 38% de la ciudadanía conoce su nombre; está cuarto entre cinco medidos, muy lejos de quien lidera el sondeo, la exdiputada nacional Adriana Nazario, que lo duplica en el rubro “nivel de conocimiento”.
Final
En los hechos, De Rivas es la última apuesta de Llamosas para no entregar la suerte de su sucesión a Nazario, hoy también líder en tempranas encuestas sobre intención de voto. Como contó Letra P, el oficialismo desea evitar una interna y la carrera será numérica.
Aún siendo partes del peronismo cordobesista, con originales credenciales delasotistas y sin enfrentamientos declarados, un charco de desconfianza media entre ambos dirigentes.
Para el intendente, Adriana no es parte de su equipo ni comparte un mismo norte de gestión. Tampoco desconoce el recelo con que es mirado por otros sectores del PJ riocuartense, sobre todo los schiarettistas de paladar negro. Con el poder como imán, espera cerrar tras de sí, al menos, el apoyo de los propios.
Lo hace lejos de los picos de imagen positiva que tuviera el verano pasado, cuando se atrevió a postularse para los puestos principales del Ejecutivo provincial. Una sucesión de derrotas en el departamento y en su ciudad lo fueron alejando de los premios esparcidos en el tablero. Obligado a redefinir sus esquemas, ni siquiera ha podido asegurar la prometida autoridad en la Legislatura provincial. Retener Río Cuarto es el mandato que atesora desde el tardío invierno.
Su bajamar ha coincidido con un crecimiento de las acciones de la exdiputada, quien decidió abandonar sus ambigüedades en septiembre con una admisión pública de ambiciones personales.
Desde entonces ha ido también incrementando su presencia en la discusión que marca la agenda nacional. Nazario fue una de las primeras figuras de la política cordobesa en tomar partido por Sergio Massa para el ballotage presidencial.
Tal opción se daba por descontada, considerando los contactos nunca interrumpidos con quien acompañara a José Manuel de la Sota en el proyecto UNA, hace una década. Vínculos que tuvieron también representación en la cartera de Transporte de la Nación, la primera que administrara el dirigente tigrense, con nombres como Laura Labat y Marcos Fariña.
En cambio, Llamosas recibió al ministro este lunes en su ciudad natal pero no disputó el vínculo sino que aplicó el protocolo institucional con motivo de la firma del convenio de la Tarjeta SUBE. Son días complejos para el cordobesismo.
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Popularidad
A días de una fecha crucial, pocos discuten la centralidad de Nazario en la política riocuartense. Con o sin venia llamosista, menos aún parecen dispuestos a enfrentarla en una hipotética interna.
Agustín Calleri, quien dos primaveras atrás encabezaba toda especulación, fue el último en declinar sus aspiraciones. Adujo razones personales, presentadas como gesto orgánico. Presidente de la Asociación Argentina de Tenis y secretario de Deportes de Río Cuarto, a su agenda no le sobran blancos. Tampoco apoyos orgánicos, según chicanean rivales en la interna. Los mismos que afirman que pese a ser una persona reconocida en todo el país, nunca pudo transformar ese capital en popularidad.
Tampoco han podido despegar otros nombres que conformaban un póker hasta hace sólo semanas. Mauricio Dova, presidente del Tribunal de Cuentas, y el empresario Germán Di Bella, secretario de Desarrollo Económico, Comercial e Industrial, no superaron el corte mínimo para las qualy. Sólo Camilo Vieyra, a quien De Rivas reemplazara dos semanas después de las elecciones provinciales, mantiene su voluntad, recorriendo la ciudad y sentándose a las mesas que conoce bien por su rol. Mantiene, para sí, el rótulo de “único llamosista” de pura cepa.
Atento a las internas pejotistas, Germán Parodi vela sus chances con el rótulo de retador mejor calificado tras imponerse en la interna de Juntos por el Cambio. Lo impulsan los renovados bríos de un radicalismo que quiere recuperar un terreno que gobernó por 28 de los 40 años que han transcurrido desde la vuelta de la democracia. Aún en tiempos de mimos metropolitanos para el autopercibido “imperio”.
Se trataría de un gran golpe sobre un tablero en que las fichas parecen repartidas mucho más equitativamente que hace sólo cuatro años. Saben que el gobernador electo, Martín Llaryora, no puede darse el lujo de perder en su debut electoral como líder del peronismo.