PROYECCIÓN 10-S

El sprint final de Pablo Javkin y Juan Monteverde, una elección mano a mano y de dientes apretados

Ganaron sus internas y el domingo se enfrentan en una suerte de ballotage por la Municipalidad de Rosario. Estrategias, alianzas, fortalezas y debilidades del intendente que quiere reelegir y su novel adversario.

La definición sobre quién será el intendente de Rosario durante los próximos cuatro años se resolverá en una suerte de ballotage inédito para la ciudad entre Pablo Javkin, actual alcalde municipal, y Juan Monteverde, su sorpresivo retador. Fueron los únicos dos sobrevivientes de unas primarias en las que participaron otras diecisiete listas y tuvo un resultado parejo, sin que surja un claro favorito. Así las cosas, con el panorama de las otras categorías más claro, todos los focos apuntan a la disputa por el Palacio de los Leones.

Tanto Javkin como Monteverde llegaron hasta este mano a mano tras haber triunfado en sendas internas para nada sencillas. Por el lado del intendente, se impuso con CREO, su partido distrital, en la primaria de Unidos para Cambiar Santa Fe, el nuevo juguete electoral del no peronismo santafesino. Monteverde no se quedó atrás: formó, con su partido de centroizquierda Ciudad Futura, una alianza con el peronismo, compitió y le ganó.

Ahora, la estrategia de ambos es clara y se pudo apreciar en el debate. Monteverde busca imponer la antinomia continuidad o cambio. Así lo muestra en su discurso -"soy el candidato del 80% que quiere un cambio"- y en sus spots, en los que advierte que "si creés que Rosario está bien así, no tenemos nada para decirte". En ese sentido, directamente no se muestra con otros candidatos del peronismo y su estética de campaña es distinta, difícil de identificar con algún partido. Con la seguridad como problemática que jaquea la ciudad, su eslogan también tiene un mensaje: "Rosario sin miedo".

Como en todo ballotage, el que mejor seduce al electorado de centro es el que más chances tiene de ganar. En ese sentido, el candidato de Juntos Avancemos tiene un talón de Aquiles: su origen en la centroizquierda, algunas declaraciones rimbombantes en el pasado y la desconfianza mutua con el Círculo Rojo. Por eso, busca mostrarse lejos de su perfil de fighter, siempre sonriendo y con propuestas que estructuran su discurso, incluso algunas disruptivas que buscan generar entusiasmo, como un metro para unir barrios rosarinos o un estadio para eventos deportivos y culturales.

Javkin, por su parte, carga con el peso de ser el último oficialismo en pie tras la derrota del peronismo a nivel provincial y de Emilio Jatón en la ciudad de Santa Fe. Con una valoración de su gobierno muy baja de parte de la ciudadanía, enfocó su campaña en mostrar logros de gestión y contraponerlos con déficits de las administraciones provincial y nacional, específicamente en torno a seguridad. Además, para ganar ese tan preciado centro, apela al rosarinismo, ese idioma que tan bien habla y le sirve para exaltar el orgullo y la identidad del ser rosarino.

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Una ventaja que tiene el alcalde es el arrastre de las figuras provinciales de Unidos. A su lado hacen campaña Maximiliano Pullaro y Clara García, figuras taquilleras en Rosario, mientras que Monteverde repele cualquier cosa que lo relacione a Omar Perotti o Marcelo Lewandowski. Javkin lo sabe y trabaja esa debilidad: "no tenemos a nadie que esconder", dice en sus spots. En el debate, insistió una y otra vez en tratarlo como el candidato "del gobierno provincial y del kirchnerismo", encerrándolo ahí. El líder de Ciudad Futura se vio en dificultades durante la campaña para contener de la mejor manera esos ataques.

En las PASO, el frente Unidos ganó 21 de las 22 seccionales rosarinas. Solo Nuevo Alberdi, producto del trabajo territorial que Ciudad Futura despliega allí hace varios años, fue para Juntos Avancemos. En las seccionales del norte, el más votado fue Monteverde, mientras que el centro renovó su histórica confianza para con Javkin. El sur de la ciudad también fue para el actual intendente.

La elección está abierta en los barrios más castigados del oeste de la ciudad, como Empalme Graneros, Ludueña, Godoy y Las Delicias. Allí se impuso Miguel Tessandori, quien, si bien formó parte de Unidos y se mostró con Javkin tras la derrota, tuvo una campaña muy crítica de la gestión municipal. La incógnita es qué priorizarán más esos votantes: si la pertenencia política de los dirigentes a quienes votaron en las primarias o la voluntad de un cambio en el manejo de los destinos de la ciudad.

Otra cuestión que se trabaja al detalle es el voto de los involucrados en política. Mientras el alcalde tiende puentes subterráneos con un sector del peronismo al que “le indigna” que su candidato no sea peronista, Monteverde apunta al electorado que alguna vez votó al Frente Progresista y hoy está desencantado con Javkin y su acercamiento a la derecha. Una muestra se vio durante el debate televisivo, cuando llevó como invitada a Alicia Gutiérrez, funcionaria de varios gobiernos del exFPCyS y madre de Eduardo Toniolli, referente del Movimiento Evita. “Es la primera vez que madre e hijo militan en el mismo proyecto”, valoró.

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Los que apostaron y ganaron

El camino de Pablo Javkin no fue sencillo. Hizo las inferiores -como dice él- en la Unión Cívica Radical, tuvo un paso por el ARI en sus orígenes y terminó construyendo su propio sello, Creo, para lograr el cargo que tanto había ansiado. Lo que no pudo imaginar es que su primer mandato iba a desarrollarse así: por falencias propias y por problemas que le eran ajenos pero cuyo costo le facturaron a él -pandemia, humo de las islas, crisis de inseguridad-, llegó al momento de buscar su reelección con encuestas que le reflejaban una imagen de gestión baja, demasiado baja: menos del 30% de aprobación.

Creo se sumó a Unidos para Cambiar Santa Fe pero no la recibieron bien. Sus rivales internos olieron sangre y no le plantaron una interna fácil: el socialismo -que gobernó la ciudad tres décadas- puso a jugar a su presidente Enrique Estévez y el PRO al concejal Charly Cardozo, pero su rival más complicado fue sin dudas Miguel Tessandori, el periodista deportivo que había sorprendido en las elecciones dos años atrás y ahora lo desafiaba subido a una alianza que le ponía a disposición la estructura del pullarismo.

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Amenazado, el intendente no dudó. Se corrió de su moderación habitual, archivó su juventud de lucha contra el neoliberalismo desde la presidencia de la FUA, sus años de militancia en Franja Morada, y se alió con Carolina Losada y Federico Angelini, y por traslación con Patricia Bullrich. Sabiendo que la seguridad iba a ser el tema de la campaña, tanto él como sus candidatos se pintaron de guerra y se pegaron a la presidenciable PRO y a la senadora. Sintonizaron el clima social e hicieron una apuesta fuerte que nada tenía que ver con su historia.

La apuesta salió bien: no solo Javkin se impuso en la interna sino que sus candidatos hicieron lo propio. Así, María Eugenia Schmuck le ganó la interna de Unidos para el Concejo rosarino a un complicado Federico Lifschitz (hijo del ex gobernador), Ciro Seisas se quedó con la postulación del espacio para el Senado provincial, y hasta Ariel Bermúdez, operador del intendente, logró un lugar de la nómina a la Cámara de Diputados y Diputadas que casi que le asegura una banca cuatro años más.

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Pablo Javkin festeja junto a su equipo el triunfo en las primarias // Foto: Jeremías Caraballo

Pablo Javkin festeja junto a su equipo el triunfo en las primarias // Foto: Jeremías Caraballo

En las generales lo espera la mayor sorpresa que tuvieron las elecciones primarias: Juan Monteverde. El líder del partido de centroizquierda Ciudad Futura también viene construyendo hace años un posicionamiento desde la militancia territorial, que con el tiempo se tradujo en Ciudad Futura, una fuerza política nueva que dio el batacazo en 2015, cuando con Monteverde a la cabeza obtuvo tres bancas en el Concejo. Cuatro años después dieron un paso más y compitieron por la intendencia. Quedaron cuartos, pero esa elección fue el germen de lo que vino después.

En esas elecciones de 2019, Roberto Sukerman quedó por segunda vez a las puertas de la intendencia, pero observó que la sumatoria de sus votos con los de Monteverde le hubiesen permitido ganarle con holgura a Javkin. Convencido de que la tercera sería la vencida, para esta ocasión motorizó un acuerdo con Ciudad Futura y logró sumarlo a las PASO del peronismo. Tenía lógica: si el no peronismo se había unido en un gran polo de centroderecha, el peronismo tenía que ser el eje de otro polo, creciendo hacia la centroizquierda

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Juan Monteverde, Eduardo Toniolli y sus cercanos festejan la noche de las primarias

Juan Monteverde, Eduardo Toniolli y sus cercanos festejan la noche de las primarias

Monteverde capitalizó esa desesperación: logró que su lista de concejales -encabezada por Caren Tepp- juegue por afuera para aumentar sus chances. Además, llegó a un entendimiento con el Movimiento Evita mediante el cual éste lo apoyaría y se quedaría con la lista para el Concejo rosarino que iría por dentro de Juntos Avancemos. A cambio, Ciudad Futura pondría al acompañante de Lucila de Ponti en la lista para la Cámara Baja -siendo Antonio Salinas el elegido- y acompañaría la precandidatura a gobernador de Eduardo Toniolli.

Sukerman aceptó el pliego de condiciones, quizás por exceso de confianza en un triunfo en las primarias, pero terminó siendo víctima de su propio invento. No solo Monteverde dio el batacazo y le ganó, sino que Mariano Romero se quedó con la postulación del peronismo al Concejo. Además, el dúo De Ponti-Salinas quedó en la lista unificada de Juntos Avancemos que encabeza kryptonitPerotti, con chances de entrar. Todo ganancia para un partido que está a las puertas del poder rosarino, a menos de una década de su nacimiento.

No es momento de hacer política, el mantra de Pablo Javkin
Monteverde fundido en un abrazo con Eduardo Toniolli.

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