Hay gestiones en ambas Cámaras para avanzar en una ley que limite los DNU. ¿Milei se atrevería a vetarla ? No podría excusarse en el costo fiscal. Los gastos e ingresos se discutirán en el Presupuesto 2025, que el Presidente presenta este domingo.
Javier Milei y Bullrich, la nueva dupla
En diciembre, a poco de asumir como ministra de Seguridad de un Presidente al que había enfrentado en las elecciones, Bullrich se contactó con diputados de la UCR que habían ganado una banca tras competir en su boleta, en la autodestructiva interna de Juntos por el Cambio.
El tucumano Mariano Campero y el cordobés Luis Picat fueron los primeros en reunirse con la ministra. Ambos compartían un temor: Milei tenía aceptación en sus provincias y LLA podía avanzar con improvisados armados propios.
En el bloque UCR, los más moderados descreen de ayudas puntuales a los conversos y aseguran que la dicotomía actual ya no es “látigo y billetera” sino “látigo o no látigo”. O sea, se puede ser parte de la fiesta libertaria, mientras dure, o quedar aislado y amedrentado por los trolls. En ese diagnóstico, la única salida alternativa sería aliarse al peronismo. Todo un dilema para un radical.
En enero, Bullrich fue tiempista. “Yo recién llego al espacio y los estoy conociendo. Ni bien tenga lugar, voy a trabajar en la rosca”, explicó la ministra a los radicales violetas, que se camuflaron en un grupo de WhatsApp, denominado "la liga del norte".
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Javier Milei, con radicales conversos: Martín Arjol, Mariano Campero, Pablo Cervi, José Tournier, Luis Picat.
Se sumaron a los chats el misionero Martín Arjol, el catamarqueño Francisco Monti y el correntino Alfredo Vallejos, quien en agosto asumió de ministro de Seguridad de su provincia y fue sustituido por Federico Tournier, un liberal aliado al gobernador Gustavo Valdés, que en la UCR no reconocen como par.
En contacto con Bullrich, los violetas dejaron sus marcas a favor del Gobierno. Votaron la totalidad de la ley ómnibus en febrero, a excepción de Arjol, que se opuso a algunos incisos. Y en julio fueron un músculo clave para la sanción definitiva de la norma emblema de Milei.
La sesión del 15 de agosto enfureció a Bullrich, cuando el sector de radicales más críticos, integrado por Facundo Manes y coordinado por Fernando Carbajal, se alió al kirchnerismo para pedir que el Ministerio de Seguridad no tuviera el control del Registro Nacional de Datos Genéticos.
Fue el prólogo de la foto del martes. Martín Menem también activó el vínculo con los radicales y supo, desde ese día, que podía salvarse el veto a la reforma previsional que aún no se había sancionado en el Senado. Dejó su marca con otra instantánea, en Córdoba, con Picat y su compañera Soledad Carrizo. Su rol es silencioso, pero clave, porque controlará las listas de 2025 con Karina Milei.
La rosca final
Hace diez días, Campero y Picat visitaron a Bullrich y al ministro de Defensa, Luis Petri, para planificar la ruptura. El tucumano ya había anticipado que avalaría el veto en la reunión de bloque y le gestionaba aliados con sus correligionarios. Carbajal se apuró en llamar a la sesión, confiando en una presión social que no dio resultado. Ahora lidera la embestida para echarlos: reunió 11 firmas y le faltan seis.
Los violetas sumaron al grupo al neuquino Pablo Cervi y a la santacruceña Roxana Reyes, quienes comparten con el misionero Arjol la condición de ser rivales de partidos provinciales que gobiernan distritos en los cuales Milei mide bien y no tiene candidatos. Un dato: este grupo, que ahora subió el perfil, fue el que impidió que avanzara la derogación del DNU 70/23.
Campero le explicó a Bullrich que sus socios necesitaban que Milei argumentara por qué no podía sancionar una ley que implicaba un costo de 0.44% del PBI, según las estimaciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso.
“Si quieren verlo, les armo una reunión”, prometió la ministra. Tan apurado estaba Milei que se ofreció a recibirlos en la Quinta de Olivos de inmediato y le explicaron que los diputados ya no estaban en la Ciudad. La reunión se programó para el martes y duró dos horas. Monti y Reyes no quisieron ir.
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Milei fue al grano: con gráficos y proyecciones, explicó que la fórmula previsional de la ley tenía un costo fiscal progresivo que podía alcanzar hasta 2% del PBI y que él tenía el poder de las urnas para evitar estos desajustes.
“Si me rechazan el veto tampoco voy a pagar y voy a ir a la Justicia, para que me indique si hay que imprimir y generar inflación. Tengo mandato electoral para hacer eso”, advirtió el Presidente, sin subir el tono.
Sostuvo que sin contar la inflación de diciembre, que le adjudica al gobierno anterior, los jubilados ganaron 5% de poder adquisitivo. "Mi prioridad serán las personas de cero a 20 años, que son las que peor están", anticipó.
Luces y sombras
Ningún diputado violeta contradijo al Presidente y la charla luego derivó en coincidencias sobre el elevado costo fiscal de las pymes y la necesidad de interactuar con los países de la región, a partir de una puntillosa exposición de Cervi. Milei avaló cada palabra y hasta le prometió no romper el Mercosur.
Los cinco radicales violetas bajaron al recinto convencidos en aportar los votos decisivos para sostener el veto. La delegación le permitió a su correligionarios dudosos no sacar los pies del plato y a los partidos provinciales ayudar con la abstención. Los radicales violetas también es el talismán de Milei para sostener el veto a la ley de presupuesto universitario.
El miércoles por la mañana, mientras saboreaba la victoria que se vendría en Diputados, Milei empezó a fabricar su derrota en el Senado, también con Bullrich de asistente. La ministra y el Presidente recibieron a los jefes de bloque de la cámara alta y mostraron desesperación en evitar la derogación del DNU de la SIDE.
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Javier Milei con senadores de la oposición dialoguista.
También pidieron no sancionar la ley universitaria, con llamados a rectores, pero la insistencia no fue la misma. Se supo en la sesión que Bullrich, si bien no tiene el control de los fondos reservados, tenía previsto usar parte de ese dinero, igual que Petri.
El jefe del PRO, Luis Juez, contó que ambos se lo confesaron. Cuando Milei se fue de la mesa, la ministra de Seguridad propuso una sesión secreta para justificar que eran indispensables esos $100 mil millones. Como era de esperar, en la reunión de labor parlamentaria, UP no la aceptó.
El golpe de Lousteau
En contacto con el kirchnerismo, Martín Lousteau se calzó la 10 y se convirtió en el héroe de quienes, como él, se imaginan formando parte de un frente anti-Milei en 2027. Cristina Fernández de Kirchner pareció elogiarlo en su MasterClass del viernes.
Lousteau sumó a su gesta a nueve de los 13 miembros del bloque UCR, en una reunión del miércoles que impuso el DNU en la sesión. Desautorizado, el jefe del bloque, Eduardo Vischi, quedó en minoría y no le será fácil volver a hablar con Milei. En la Casa Rosada no se lo tomarán en serio.
El Presidente debería aprenderlo: las autoridades de bancada en el Congreso son coordinadores de intereses múltiples en los que hay que entrometerse en detalle. Es lo que hizo Bullrich con el radicalismo. Y eso que en el Senado son menos.
Victoria Villarruel no entendía nada: se había ido el miércoles convencida de haber acordado un temario, pese a que no tenía la firma de Vischi. Hasta difundió un plan de labor parlamentaria, como si estuviera cerrado. Se lo rechazaron en la sesión.
La vicepresidenta quiso apropiarse de la aprobación, con cambios, de la ley de boleta única, motivo de resquemores con el PRO. La diputada Silvia Lospennato recordó en redes sociales que es un proyecto que se aprobó en 2022 en la cámara baja. Es tan cierto como que el PRO lo boicoteó en el Senado ese año, por miedo al crecimiento de Milei. Después de enviarse al Senado el expediente de Boleta Única, Villarruel se negó a presidir las votaciones de la derrota, una actitud que empieza a molestar en la Casa Rosada.
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Para no ser la cara del fracaso, se hizo habitual que le deja el estrado al presidente provisional, Bartolomé Abdala, caído en desgracia por reconocer que tiene 20 empleados en su provincia. Su confesión provocó que este jueves todo el personal del Senado deba marcar tarjeta.
Parte del fracaso de la cámara alta se debió a esa exigencia. Los jefes de bloque se lo recriminaron a Villarruel. Varios tienen hasta 15 empleados nombrados en sus provincias, como parte de acuerdos políticos que no pueden romperse de la noche a la mañana. No tuvieron ninguna respuesta. "Te piden todo a cambio de nada", se molestaban las autoridades de bancada al salir del despacho principal del Senado.
Dónde va la plata
Milei presentará el Presupuesto este domingo en un recinto semivacío, por una presencia menguada de la oposición. El Presidente hablará menos de una hora y se irá fugazmente. Volverá a subirse a un atril, ubicado delante del estrato, desde donde lo observarán Menem, Villarruel, junto a los presidentes de las comisiones de Presupuesto de ambas cámaras, el diputado José Luis Espert y el senador Ezequiel Atauche.
Espert luego daría una conferencia de prensa junto al vocero presidencial, Manuel Adorni. El Presidente practicará la épica del ajuste fiscal, con promesas de déficit cero, recortes en subsidios y eliminación de obra pública.
La puesta en escena quedará en el olvido rápidamente, cuando el Presupuesto empiece a discutirse, con visitas de funcionarios y discusiones entre referentes legislativos. No se hablará tanto de déficit cero, como le gusta a Milei, sino de recaudación y distribución de recursos.
Por caso, los gobernadores exigirán coparticipar el impuesto al Cheque y fijar criterios de reparto para los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) y los subsidios al transporte de pasajeros.
También se pedirá cumplir con deudas a cajas previsionales de las provincias y pagar sentencias a jubilados. La oposición ya sabe dónde buscar plata: en las excepciones fiscales que sigan vigente, como el régimen de promoción de Tierra del Fuego. Habrá un pedido de explicaciones sobre la continuidad de las retenciones a las exportaciones.
Milei deberá dar respuestas a todo si quiere la ley más importante sancionada antes de fin de año. Tiene que decir, le guste o no, de dónde recauda, cuánto gasta y cómo reparte. Eso hacen los presidentes. El resto es show.