En su desafío de intentar contener la crisis económica, Martín Llaryora se apalanca en una de las instituciones que resultó fundamental para el afianzamiento del "modelo de gestión" provincial: el Banco de Córdoba. A comienzos de esta semana, el gobernador volvió a llamar la atención de la agenda política nacional al anunciar el Plan de Financiamiento de Energía Eléctrica.
La disposición permitirá a los clientes del banco pagar la boleta de la luz en hasta tres cuotas, con una tasa de interés del 8% mensual.
Mientras, la oposición sale al cruce y afirma que el mandatario habilita “negocios” para entidad. Con Juntos por el Cambio a la cabeza, denuncia que el gobernador busca ocultar su propio ajuste.
“El ajuste de Llaryora es mucho mayor que el nacional y recae sobre los ciudadanos. Y si en lugar de dar cuotas prueban con reducir el aumento del 120%”, retrucó inmediatamente Rodrigo De Loredo a través de las redes sociales y encendió la mecha.
El Banco y la EPEC, el yin y el yan del Modelo de Gestión Córdoba
La reforma del Estado que el peronismo llevó adelante en Córdoba, el Banco y la Empresa Provincial de Energía (EPEC) fueron objetivos que José Manuel de la Sota había apuntado como privatizables hasta que la resistencia política a esos cambios lo obligaron a recalcular.
Convertido en sociedad anónima desde el 2004, el Banco de Córdoba se transformó en una de las piezas claves para la política del Partido Cordobés que encontró la manera de ponerlo al servicio del proyecto y canalizar, a través de él, las políticas de créditos que apuntaron al crecimiento de los sectores productivos y la economía doméstica.
Eso se profundizó sobre todo durante las gestiones de Juan Schiaretti, que puso un especial énfasis a la necesidad de capitalizar a la banca para que sirviera como motor de la economía provincial.
Con la EPEC, la historia fue un poco más complicada. El peronismo nunca pudo encontrarle la vuelta al funcionamiento de una empresa en la que también se enfrentó con sus trabajadores, nucleados en el poderoso gremio Luz y Fuerza. La situación generó sucesivas crisis económicas y de conducción que terminaron pegando de lleno en las finanzas y en la prestación del servicio.
La continuidad
Con el resultado electoral ya puesto, Daniel Tillard oficializó su decisión de abandonar el Banco de Córdoba con la finalización de la gestión de Schiaretti. Había llegado al cargo en el 2015, cuando el último candidato a Presidente del cordobesismo asumió su segundo mandato. Juntos trabajaron codo a codo poniendo la parte necesaria del Estado para que el desarrollo del mercado sea posible.
“Las financiaciones del Banco de Córdoba están indisolublemente unidas a lo que Córdoba es actualmente”, decía Tillard, cuando celebraba el 150° aniversario de entidad. En ese marco también destacó el rol del banco en la economía cotidiana de los cordobeses.
Desde un comienzo, Llaryora comprendió que esa era una de las líneas que debían continuarse y dejó que Tillard pusiera a un hombre de su confianza: Raúl Jose Paolasso, casualmente también sanfrancisqueño, aunque sin relaciones previas con el gobernador.
Martín Llaryora y el gabinete.jpg
Así, Llaryora tendió un puente difuso con una gestión nacional que no termina de arrancar. Y que no sabe si contará con la venia para avanzar con la privatización del Nación, al que Tillard quiere transforman en una Sociedad Anónima. Como en Córdoba.
La jugada de Martín Llaryora
En todo ese contexto, la medida lanzada por Llaryora también debe leerse en el marco de la situación nacional. El cordobés se siente en condiciones de renegociar el rumbo del Gobierno nacional, de cara al Pacto de Mayo y que tendrá a su provincia como protagonista.
“Es increíble, pero tenemos que poner al Banco de Córdoba para que la gente pueda pagar la luz”, dijo en la Fundación Mediterránea, una de las sedes del Círculo Rojo con el que decidió afianzar cercanía en la última semana.
Pese a las críticas opositoras, en el llaryorismo destacan que este tipo de iniciativas se enmarcan en un plan general anticrisis que el sanfrancisqueño va activando por etapas y que comenzó antes de que los efectos de las medidas libertarias empezaran a profundizar una situación ya previamente era considerada “muy crítica” por el Partido Cordobés.
En Córdoba achicó el gabinete, redujo la planta pública, y revisaron los acuerdos salariales que ya no estarán atados a la inflación. Lo que no pudo fue hacer frente al corte total en materia de subsidios que, así como impacta en el boleto del Transporte, pega de lleno en la tarifa de energía.
Los cuestionamientos opositores
En la oposición repiten que el cordobés “sobreactúa” su enfrentamiento con Milei, que por otra parte le sirve para llevar adelante un recorte con él que también oculta las dificultades de la gestión que el peronismo comanda desde hace 25 años.
Vía legislativa, ingresaron dos propuestas de la UCR para aliviar la situación de quienes deben hacer frente a la que, a consideración de la oposición, es “una de las tarifas energéticas más caras del país”.
“Nos hemos encontrado con facturas que se han incrementado en más del 100%, lo que no se condice con un salario estancado”, dice el proyecto con el que Alejandra Ferrero quiere modificar los plazos para los cortes y las bajas de servicios por mora.
En paralelo, otro grupo exige a Llaryora que la ayuda para pagar las boletas que él mismo colaboró en inflar “sea un alivio para la gente y no un negocio de Bancor”.
“A un usuario que recurre a la financiación del gobierno no se le puede recargar el 24% del monto de lo gastado”, dice Dante Rossi, que pide tasa cero para la financiación de la que quiere sacar del medio del Banco, para universalizar el beneficio.