EFECTO PALIZA (EN LOS MEDIOS)

Ahora dicen que la violencia de Javier Milei sería nociva

La catástrofe electoral que sufrió el Gobierno en Buenos Aires descompuso el relato del periodismo militante libertario. Lunes de purgación y offside masivo.

Lunes de purgación para los Luises Majul, Pelados Trebuq, Jonis Viale y tantos otros animadores que se inmolaron por Javier Milei, campeón mundial del ajuste sin rostro humano. Ahora dicen que reprimir jubilados, vaciar el Hospital Garrahan, insultar a los discapacitados y desviar los escasos recursos asignados a su atención hacia la caja recaudadora de Karina Milei; atacar a periodistas, desguazar el sistema científico y ahorcar a las universidades públicas no habría sido una buena estrategia. Todos domados, con perdón por el gordodansplaining.

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El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, no se sabe si atendiendo a la jefatura orgánica que ejerce Eduardo Eurnekian o a su dependencia formal del presidente Milei, le reconoció por radio a Eduardo Feinmann tras la paliza de las elecciones bonaerenses que la “sensación” de soberbia “en general al pueblo no le cae bien” y que “hay una distancia entre lo que opina la gente y lo que el gobierno propone como política”.

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Los mismos que decían que los ataques cotidianos a la disidencia eran sólo un tema de temperamento personal de Milei, que en todo caso hablaba de su sinceridad tan alejada de la impostura de la casta política previa, hoy recalculan tildando de nociva la obsesión del primer mandatario contra los más débiles.

La crisis del relato de Javier Milei y sus satélites

Los 13 puntos de diferencia en la contienda bonaerense vuelven a mostrar a un gobierno y a sus voceros con graves problemas de guión. Hay que aprovechar el momento como audiencia: la rebeldía al discurso faccioso en medios y redes dura muy poco. Octubre queda acá nomás y, tras engullir al PRO, el oficialismo es el único dique de contención electoral que ofrece la derecha a nivel nacional.

Aunque algunos voceros del statu quo imitan la reacción del expresidente Mauricio Macri en las PASO 2019, cuando, preso de emoción violenta, culpó a la ciudadanía del resultado adverso, es de suponer que, así como el macrismo luego le remontó al peronismo varios puntos en la elección general de ese año en base a un giro territorial de su campaña, el gobierno libertario recupere la moraleja de esa experiencia.

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Claro que los animadores mediáticos del oficialismo no fueron los únicos que quedaron en offside: las encuestas de opinión pública, que organizaron miles de análisis, columnas periodísticas y proyecciones, fallaron en su totalidad, con márgenes de error casi tan grotescos como los de los propios resultados.

Todos los encuestadores pronosticaban paridad electoral entre Fuerza Patria y La Libertad Avanza, vaticinaban una elección que sería perturbada por la inasistencia masiva, supuesto correlato directo del desencanto de la sociedad con la política, ponderaban la ventaja estratégica de un gobierno supuestamente experto en la manipulación de las plataformas.

Sin embargo, no hubo paridad electoral, el ausentismo no fue tan importante, no fue gravitante la agitación en redes digitales de la ultraderecha, cada vez más desacopladas de la experiencia directa de la ciudadanía como los índices que publica el INDEC.

Karina Milei, Patricia Bullrich y otras carrozas convertidas en calabazas

Hay quienes presentaban el escandalete de los audios de Karina Milei, con el intento de restauración de censura previa por parte del juez Patricio Maraniello y la persecución penal contra periodistas por parte de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, como una brillante operación distractiva ante la conmoción por las denuncias de coimas contra El Jefe de Diego Spagnuolo, el extitular de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS). “Nos comimos la curva y otra vez ganó el Gobierno”, decían, autoflagelándose. La elección bonaerense evidencia, también, ese error de lectura política funcional a Milei.

La contundencia de la derrota electoral ayuda a revisar las conductas previas en un oficialismo que no sólo integra el elenco dirigente designado por Milei en el Poder Ejecutivo, sino, también, el coro bullanguero de animadores y opinadores lubricados con pauta de YPF o Banco Nación y que, en medios y redes, hoy acusa descompostura por exceso de realidad.

La militancia peronista festeja en el búnker de Fuerza Patria, en La Plata.
Juan Carlos Maqueda (en la foto, con el excamarista Ricardo Gil Lavedra) cuestionó el falló que censuró la difusión de los audios de Karina Milei.

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