Los gobiernos promercado suelen fracasar en Argentina. Sus dirigentes lo explican con dos argumentos que son caras de la misma moneda: la sociedad local sería anticapitalista y el peronismo bloquearía las reformas. Pero esta explicación no resiste el análisis.
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La "sociedad argentina" fue bastante procapitalista durante buena parte del menemismo y los primeros años de Cambiemos. Cuando el mercado tiene algo que ofrecer, la sociedad no lo rechaza: Mauricio Macriganó las elecciones de medio término habiendo hecho un importante ajuste de tarifas.
La respuesta no es culturalista. Hablar del "gen argentino" o "nuestro ADN" es, con todo respeto, tomar atajos para no pensar. En el mejor de los casos, una estupidez. En general, una forma de ocultar lo que realmente se entiende por "reformas promercado".
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Javier Milei aplicó motosierra sobre los salarios.
Los datos son elocuentes: según Equilibra, en los primeros 20 meses del gobierno de Javier Milei, trabajadores y jubilados dejaron en el camino meses enteros de salario real. Los trabajadores privados perdieron un mes, los públicos provinciales dos meses y medio, los públicos nacionales tres meses y las jubilaciones mínimas, cinco meses. En total, 14,5 millones de argentinos resignaron 2,1 meses de ingreso real.
Mientras "las reformas" consistan en recortar el ingreso de los de abajo y mantener los privilegios de los de arriba, seguirán fracasando. La cultura popular lo dice de otro modo: la caridad bien entendida empieza por casa. Un proceso de reformas bien entendido también debería empezar por la casa no demasiado limpia ni ordenada del capitalismo argentino.
Las reformas que nadie propone en Argentina
Un gobierno honestamente reformista y promercado debe comenzar por eliminar los privilegios que distorsionan la economía y concentran la riqueza:
Controlar las contrataciones de un Estado que paga inmensos sobreprecios en sus compras: piénsese, por ejemplo, en la inmensa fortuna acumulada por un intermediario que vende cloro a la compañía pública de agua, como un caso entre miles.
Si la idea de "reforma" consiste, como ahora, en transferir ingresos de abajo hacia arriba, volverá a fracasar. Es raro que les resulte extraña la pervivencia del peronismo, si cada vez que llegan al poder hacen lo mismo.
El peronismo tiene políticas para el mundo de la pobreza. No para erradicarla: para atenderla y reproducirla. La derecha tiene políticas para los ricos. Entre unos y otros han ido construyendo esta sociedad en la que lo verdaderamente polarizado es la estructura social, cada vez más desigual.
Quizá haya llegado la hora de hacer las cosas en serio. No se va al Congreso por la relación de acuerdo o desacuerdo con el Ejecutivo. Se debe ir al Congreso a legislar. Sobre todo, a proponer, discutir y promover aquellas leyes que ayudan a definir el rostro futuro de la Nación.
Nuestro parlamento tiene una rica historia de leyes transformadoras: la 1420 de educación común, la Sáenz Peña del voto secreto y universal, los derechos civiles de la mujer, el sufragio femenino, el divorcio vincular, el cupo femenino, el matrimonio igualitario, la identidad de género, la interrupción voluntaria del embarazo...
Desde Movimiento Ciudadano hemos pensado leyes innovadoras que apuntan al corazón de algunos de los grandes problemas estructurales de nuestro país: población y territorio, retención en el sistema educativo, racionalización del sistema de salud, eliminación de privilegios corporativos...
Una tercera vía genuina
No se trata solo de "Milei sí o Milei no" (claramente, Milei no), sino de lo que viene después. Qué ideas para cuál país. Necesitamos una síntesis nueva que combine libertad con justicia, eficiencia con solidaridad, Estado capaz y mercados regulados.
La democracia exige tanto un máximo de libertad como un máximo de igualdad. La libertad sin justicia es privilegio de pocos y la justicia sin libertad conduce al despotismo.
No prometemos milagros. Prometemos trabajo serio al servicio del bien común. Tenemos las ideas para tu país, para el nuestro. Este 26 de octubre, hay una alternativa.