NUEVA ERA EN BRASIL

Lula y Fernández montan en la CELAC el búnker de la alianza bilateral

En Brasilia, mantuvieron su primer encuentro oficial. El 23 de enero, en Buenos Aires, la próxima reunión. La economía y la unidad regional, la agenda.

Luego de la espera y de la asunción de este domingo, el flamante presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, recibió al jefe de Estado argentino,  Alberto Fernández, quien postergó su regreso desde Brasilia hacia Buenos Aires para mantener el primer encuentro formal. En una reunión que mantuvieron en el Palacio Itamaraty, los dos hombres coincidieron en robustecer el vínculo bilateral, especialmente en los temas relacionados con la economía y la producción, y en acelerar la unidad regional a través de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) para que el continente recupere su rol internacional en un mundo que atraviesa profundos cambios

 

“Los dos estamos convencidos de que el mundo ha cambiado, que las regiones tienen un nuevo rol para cumplir”, manifestó Fernández, quien sostuvo que “la CELAC ha venido a cumplir eso”, pero que “no ha recibido la institucionalidad que merece”. De esta manera, el presidente argentino, quien también funge como líder pro tempore del bloque, buscará relanzar su propuesta para darle un marco más fuerte al único organismo que sobrevivió de la primera oleada progresista para que tome mayor cuerpo y alcance más poder en una región que, durante los últimos años, sufrió la falta de consensos y políticas conjuntas. Ese plan ya tiene fecha: el 23 de enero, cuando el mandatario brasileño visite Buenos Aires en su primer viaje al exterior y participe de dicho encuentro. “Lula es un líder regional que le va a dar un impulso muy importantea América Latina. Su presencia es la vuelta de Brasil a todos los foros internacionales”, agregó el mandatario argentino.

 

En este primer día de su gestión quedó evidenciado el interés de Lula por promover la integración regional y colocar a Brasil en uno de sus puestos de vanguardia. Además de reunirse con Fernández, se encontró a solas con los mandatarios de Bolivia, Luis Arce Catacora; de Ecuador, Guillermo Lasso; de Chile, Gabriel Boric; de Colombia, Gustavo Petro; de Honduras, Xiomara Castro, y con representantes de Perú, Cuba y Venezuela. Casi todo el continente pasó por su oficina en sus primeras horas de gobierno. Por su dimensión económica, geográfica y política, entre otras, Brasil fue el líder de América Latina para el resto del mundo. Durante los cuatro años en los cuales Jair Bolsonaro promovió el nacionalismo y el aislacionismo del país, la región lo sufrió, pero ahora, con un nuevo presidente que hace de las relaciones internacionales uno de sus fuertes, el continente aspira a un nuevo posicionamiento detrás del gigante.

 

La vuelta de Lula al poder genera dos noticias positivas en Buenos Aires. La primera, la capacidad de formar un eje de liderazgo regional para que América del Sur gane terreno en la escena internacional de la mano del liderazgo brasileño a partir de un presidente que promete romper el aislamiento que generó Bolsonaro y volver a tender los puentes que su nacionalismo dinamitó. La segunda, la posibilidad de potenciar un vínculo fundamental, que ya constituye un flujo comercial importante para la Casa Rosada y que, a partir de ahora, se podrá expandir hacia otras dimensiones como el cuidado del medioambiente, la producción sanitaria y de vacunas y el tratamiento de las nuevas tecnologías y comunicaciones, entre otras.

 

El peso económico que representa Brasil para la Argentina al tener en cuenta, por ejemplo, que en lo que va del año el 14,1% de las exportaciones nacionales lo tuvieron como destino, obliga a los presidentes de turno a sostener el vínculo a pesar de las diferencias o similitudes que puedan existir, pero durante los cuatro años de mandato del ultraderechista Bolsonaro la relación atravesó uno de sus peores momentos. El brasileño nunca le perdonó a Fernández la visita que le hizo a Lula cuando el líder del PT estaba preso en Curitiba y el argentino nunca lo pudo dejar de ver como un hombre que llegó al poder como consecuencia de ese encarcelamiento. Con el Partido de los Trabajadores (PT) en Brasilia y el Frente de Todos (FdT) en Buenos Aires, esto cambiará, por lo menos hasta que la Argentina realice sus elecciones presidenciales.

 

“Hemos decidido volver a poner en marcha el vínculo con toda la fuerza que siempre debe tener y que durante los últimos cuatro años se hizo más difícil”, aseguró Fernández luego del encuentro que se llevó a cabo en la Cancillería brasileña. “Los dos estamos convencidos de la importancia y la necesidad de darle a ese vínculo la trascendencia que merece”, agregó y consideró que Argentina y Brasil “son países indisolublemente unidos” que “ningún momento político puede perturbar”, agregó.

 

Como señaló Letra P, el nuevo vínculo tendrá como una de sus principales guías un proyecto diplomático, económico y político que forjó durante los últimos años el embajador argentino ante Brasilia, Daniel Scioli, el hombre que logró sortear las diferencias presidenciales y tejer un buen vínculo con el gobierno de Bolsonaro hasta lograr, por ejemplo, que el país vecino volviera a ser el principal socio comercial de la Argentina, por encima de China. La relación con Brasil es estratégica para la Casa Rosada porque representa el primer flujo comercial y, además, es un comercio de alta densidad que se caracteriza, principalmente, por manufacturas que generan puestos de trabajo en el país y un mayor ingreso de dólares, un bien preciado por el Banco Central (BCRA). 

 

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