ELMAU (Enviada especial) Con el traje de titular de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) calzado, frente a los líderes de los países que forman el G7, el presidente Alberto Fernández insistió con reclamar por “la construcción de una nueva arquitectura financiera internacional que incluya a las periferias del mundo”, volvió a condenar la invasión de Rusia a Ucrania y pidió impulsar el diálogo entre las partes involucradas en la guerra.
“En América Latina y el Caribe no soñamos con un nuevo Plan Marshall. Nunca tuvimos uno. Pero soñamos con un nuevo orden internacional donde los esfuerzos se equilibren y las ventajas se distribuyan con criterios de equidad”, dijo el mandatario argentino en la primera sesión de la Cumbre del G7, que se celebra desde el mediodía, hora local, en el castillo de Elmau, en Baviera, cerca de la frontera con Austria.
Fernández arribó en helicóptero desde Múnich, y fue recibido por el canciller alemán Olaf Scholz. Luego de participar de la tradicional foto de familia, donde saludó brevemente al británico Boris Johnson, al estadounidense Joe Biden y al canadiense Justin Trudeau, el argentino ingresó al recinto junto a los demás jefes de Estado para pronunciar el primero de los dos discursos de cuatro minutos que tenía preparados para su intervención en Alemania. Lo hizo con una mirada regional. “Soñamos con no ser discriminados por el mundo central y condenados a la marginalidad y al olvido”, dijo Fernández.
Tal como había planteado en octubre de 2021, en la cumbre del G20, que se celebró en Roma, Fernández volvió a pedir por un uso diferente de los derechos especiales de giro (DEG) emitidos por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y “por la revisión de la política de sobrecargos”. “La canalización de los DEG a través del Fondo de Resiliencia y Sostenibilidad debe incrementarse incluyendo a los países de renta media. No deben ser instrumentos destinados a engrosar las reservas de bancos centrales que no los necesitan. Deben tener un sentido social capitalizando bancos regionales para financiar infraestructura requerida para el desarrollo que el cambio climático además exige”, apuntó el Presidente. Y dijo que la política de sobrecargos constituye “una penalización inadmisible en las circunstancias dramáticas que hoy vivimos”.
En el mar de diferencias expuestas que tensionan la relación entre el Presidente y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, el reclamo de una reingeniería financiera internacional es un punto de coincidencia. El pasado 13 de abril, frente a figuras parlamentarias de América y Europa reunidas en Buenos Aires en el CCK, la exmandataria también alertó por un nuevo mundo producto de la pandemia, al pronosticar que "la gran discusión" a nivel planetario es "si a este proyecto capitalista que se da en todo el mundo lo conducen las leyes del mercado o las leyes de los Estados".
En ese contexto, Fernández se refirió a la guerra en Ucrania, al tiempo que recordó que la Argentina “ya condenó la invasión por parte de la Federación de Rusia”. Fue un guiño político para los países que forman parte del G7: Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Japón, Italia y Reino Unido. “Desde un comienzo, reclamamos el cese de las hostilidades. Ahora necesitamos impulsar el diálogo entre las partes involucradas. La historia da cuenta de que cada conflicto terminó, con acuerdos logrados sobre la base de iniciativas concretas. Tomemos ya la iniciativa en procura de la paz. Hagámoslo antes que sea demasiado tarde”, dijo Fernández. Antes que el presidente argentino, tuvo su participación el mandatario ucraniano Volodimir Zelenski, que habló de manera virtual.
Como antes con la pandemia, Fernández señaló que la guerra genera ahora la necesidad de “cambiar este presente y empezar a construir en paz una humanidad más justa”. “Es hora de entender, de una vez y para siempre, que el problema no es la pobreza. El problema a resolver es el sistema económico que la genera y permite que la riqueza se acumule en unos pocos”, apuntó.
El Presidente ingresó al recinto acompañado únicamente por el canciller Santiago Cafiero, y el traductor oficial. El resto de la delegación esperó afuera del plenario. Por el intenso calor, la organización del G7 dispuso una dispensa en el dress code de los jefes de Estado: se les dijo que podían evitar el uso de la corbata. En el castillo de Elmau no hay aire acondicionado ni ventiladores.
Fernández terminó de escribir su discurso en la mañana del lunes, en su habitación del hotel Bayerischer Hof, junto a Cafiero y al presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. Luego, la delegación argentina viajó en helicóptero desde Múnich junto a sus pares de Senegal, que estaban alojados en el mismo hotel. India, Indonesia, Sudáfrica y Ucrania también fueron invitados especialmente a participar en la Cumbre. Salvo Zelenski. Los líderes del G7 se hospedaron en el castillo.
Tras el cierre del plenario, los jefes de Estado compartirán un almuerzo. Por la tarde, hora local, el Presidente mantendrá cinco reuniones bilaterales y luego participará de la cena de honor que ofrecerá Scholz. Una vez finalizado el evento, la comitiva argentina emprenderá el regreso a la Argentina.