LA PLATA (Corresponsalía Buenos Aires) En su avanzada furibunda contra el Gobierno y -ahora también-, puntualmente, contra el presidente Alberto Fernández, el ministro bonaerense de Desarrollo de la Comunidad y secretario general de La Cámpora, Andrés Larroque, no es un electrón suelto, sino parte de una estrategia nacida en la cumbre del kirchnerismo duro. Con la economía y la problemática de los ingresos para amplios sectores de la sociedad como núcleo de la guerra en Todos, El Cuervo surge como vocero designado y legitimado debido a su militancia territorial, su cargo en el área donde las decisiones económicas de la administración central pegan más y su propio peso político dentro de la organización que dirige Máximo Kirchner.
Para el kirchnerismo duro comandado por Cristina Fernández, el eje de la discusión es el problema de los ingresos insuficientes o nulos no solo de quienes están desocupados o tienen empleos no registrados, sino también de aquellos que cuentan con un trabajo formal pero aun así no alcanzan la canasta básica de alimentos. Es en ese marco que Larroque florece como vocero de la guerra abierta a la Casa Rosada, donde, vía sus ministros Martín Guzmán (Economía) y Matías Kulfas (Desarrollo Productivo), el presidente Fernández digita una política económica que -según el camporismo- “traiciona” el contrato social con el electorado que respaldó al FdT en 2019.
Dirigentes de La Cámpora explicaron a Letra P que las acciones de Larroque están enmarcadas en la estrategia planteada por CFK para este momento histórico, al que le ponen como punto de inicio la carta-bomba post PASO en la que la vicepresidenta cuestionó el rumbo económico de Fernández. Las mismas fuentes dicen que el elegido como vocero es el ministro porque es quien “históricamente representó a la militancia y la construcción social”, además de que es el dirigente camporista con responsabilidad institucional en el gobierno de Buenos Aires de mayor peso político; secretario general de la agrupación y ministro del área en la que impactan de manera directa las decisiones que se toman en el Palacio de Hacienda que conduce Guzmán.
“Andrés es quien tiene el termómetro social y estamos hablando de ingresos, de salarios, de subsidios, de tarifas… todo lo que afecta hoy a la mayoría de la gente; esa es la agenda y él es la persona más adecuada para plantearlo”, explica a Letra P alguien cercano al funcionario. Entre las razones que argumentan su designación como vocero también se cuenta su pertenencia, el hecho de haber sido orfebre del espacio, un dirigente cuyo ADN le permite verter opiniones sin la necesidad de pedir permiso. El Cuervo “es” La Cámpora. “No es que lo llaman y le dicen qué tiene que decir. Hay mesas donde se discute la estrategia, con Máximo habla todo el tiempo… sus declaraciones se dan de hecho porque entiende lo que se quiere hacer y cuál es el rumbo”, describe a este medio alguien del armado que comanda el diputado Kirchner.
En la misma línea, aunque con otro rol, se mueve el Subcomandante Máximo. Según fuentes consultadas por este medio, la “sindicalización” del titular del PJ bonaerense, quien desde hace tiempo construyó un vínculo con importantes gremios y que tuvo su coronación el pasado sábado en Baradero con el plenario de la rama sindical del PJ, responde a la misma estrategia. “Todo gira sobre lo mismo: el problema son los ingresos y en torno a eso hay que cambiar el rumbo del gobierno”, dice la dirigencia camporista.
La estrategia de la primera línea de fuego no es totalmente compartida por el gobierno que encabeza Axel Kicillof, pese a tener en su gabinete al coronel que comanda la avanzada. Acaso ello se explique en su rol institucional y en la sorda disputa que mantiene con el intendentismo -que queda inaudible bajo las explosiones de la guerra superestructural-, aunque es notorio que ha dado algunos pasos para acercarse a la trinchera K: la institucionalización de la mesa del Frente de Todos en la provincia sin rastros de albertismo y sus últimas fotos con el subsecretario de Energía Federico Basualdo son ejemplo de las últimas horas.
¿Cuánto más puede durar el torpedeo? ¿Qué acción podría detenerlo? ¿Cuánto importa la unidad? Respuesta: “No hay muchos caminos, o Alberto se sienta a hablar con Cristina y convoca a una mesa del Frente de Todos para discutir las políticas o explota todo por el aire, o vamos a vivir en tensión todo el año. La situación de la gente es crítica”, afirma una fuente cercana a Larroque y destaca la “falta de reacción” del Presidente: “Lo que tiene que hacer es incluirnos en la toma de decisiones, abrir el juego”.
Este martes, Larroque escaló aún más en las duras declaraciones hacia Fernández y Guzmán. Como contó este medio, en una entrevista con radio Urbana Play aseguró que el Presidente “fuerza la ruptura permanentemente” y que “adulteró el contrato social”. “El gobierno es nuestro”, dijo y explicó que fue el kirchnerismo quien construyó la fuerza política y “convocó” a Alberto Fernández.
Fue el cañonazo que cerró -por el momento- una ráfaga de declaraciones con inicio en Florencio Varela, donde compartiendo acto con el albertista ministro de Desarrollo Social de la Nación, Juan Zabaleta, cuestionó el rumbo económico. Horas después, fue subiendo el tono con declaraciones del tipo “A Guzmán no lo votó nadie”.
En junio de 2019, cuando CFK ya había jugado su carta con la fórmula F-F, mientras el matrimonio saboreaba anticipadamente las mieles del poder, en una entrevista con Letra P, el propio Larroque ubicaba en el mapa del Frente de Todos el rol de cada Fernández. “Cristina es una especie de reaseguro estratégico en términos de lo que es un proyecto nacional, una garante”, decía en aquel entonces. Al calor del fuego a discreción que disparan desde Buenos Aires, el kirchnerismo duro parece haber decidido ejecutar aquella garantía.