BARADERO (Corresponsalía Buenos Aires) Luego del reguero de críticas furibundas de las tribus K al ministro de Economía, Martín Guzmán, se esperaba que este sábado desde Baradero el presidente del Partido Justicialista (PJ) bonaerense, Máximo Kirchner, descargara un discurso incendiario. No ocurrió. Sin embargo, tras una larga lista de referencias al gobierno de Mauricio Macri, el hijo de la vicepresidenta, en un tono calmo y sin exabruptos, marcó el rumbo, poniendo en el centro la crisis económica y pidiendo “comprender el 2019” (cuando el peronismo era oposición) para construir una victoria en 2023.
La expectativa fue tomando volumen desde la mañana cuando, según cifras de la organización, llegaron alrededor de cuatro mil representantes de diferentes gremios de la provincia de Buenos Aires para debatir en comisiones sobre trabajo registrado, salud, precios y salarios y la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Desde allí la representación gremial planteó con crudeza los problemas que atraviesan hoy los trabajadores y trabajadoras. El aire estaba caldeado. “Lo que escuchamos en las comisiones fue que están para apoyar. pero que Alberto (Fernández) tiene que reaccionar y empezar a tomar medidas urgentes”, relató un sindicalista de peso en la provincia en diálogo con Letra P. La cosa iba tomando calor y se esperaba con ansias el acto central.
Luego de que cerrara el debate en las comisiones, y mientras los presentes almorzaban choripán, sándwich de vaquillona con cuero o la opción vegana, Kirchner arribó al predio. Eran las 13.45 horas, faltaba más de una hora para el momento de su discurso, pero el diputado usó ese tiempo para, en una de las cabañas del lugar, reunirse con el secretario general del gremio de Curtidores, Walter Correa; encuentro al que luego se sumaron la diputada nacional y secretaria general de la Federación de Sindicatos de Trabajadores Judiciales, Vanesa Siley; y el diputado y secretario general de la CTA, Hugo Yasky.
Ya sobre el escenario, Kirchner dio un discurso de tono calmo, sin sobresaltos ni frases resonantes. Habló largo de la administración Macrit y también de la pandemia. Hasta que llegó al punto que los presentes esperaban: una bajada de línea frente a la agitada discusión interna por el rumbo económico. Fue allí que el presidente del PJ lanzó: “La mejor manera de construir una victoria en 2023 es comprender el 2019”. Fue luego de destacar a su madre, Cristina Fernández de Kirchner, por el “gesto fundamental” al hacer una “buena lectura” de lo que estaba sucediendo y, acotó, porque “no se fijó que le habían dicho cada uno de los que llegaban para ingresar el Frente de Todos”.
“Lo que hizo el Frente fue interpretar el dolor del pueblo, los anhelos, y (Cristina Kirchner) accionó en ese sentido. Eso es lo que tenemos que hacer como gobierno, y entender que aquí nadie es víctima de nada”, afirmó Kirchner, abriendo paso a una de las principales críticas que hizo al gobierno nacional, al que le pidió que “nunca más la relación de fuerzas sea una excusa”, a la hora de enfrentar a los poderes económicos en favor del pueblo. Una nueva alusión al ministro de Economía estaba al caer.
“Dicen en los medios que Guzmán hace su trabajo pero no se involucra en las cuestiones de poder, ¿entonces cómo vamos a hacer?”, disparó en el único momento que mencionó con nombre propio al titular del Palacio de Hacienda. “El Estado tiene que intervenir, nuestros pibes y pibas necesitan proteínas, el primer paso para cualquier desarrollo es que nuestro pueblo esté bien alimentado”, aseguró.
Aunque Kirchner le concedió algunos logros al gobierno, porque dijo, en tono cuasi opositor, que no se le van a “caer los anillos por hacerlo”, las chicanas hacia el Presidente estuvieron a la orden del día. La que más resonó fue cuando enumeró la cantidad de representantes legislativos que cada fuerza ingresó en el congreso en 2017 y habló del partido de “Alberto Fernández y (Florencio) Randazzo", al recordar el extinto Cumplir, del cual el actual jefe de Estado comandó su campaña.
Ya culminado el acto, su antecesor al frente del partido bonaerense, Gustavo Menéndez, reconoció en diálogo con Letra P que fue “un discurso desapasionado de Máximo” pero que invitó a “sentarse a hablar sin que nadie se ofenda”. “Fue un buen mensaje hacia adentro del peronismo y también hacia afuera”, aseguró, al tiempo que consideró que la Argentina “necesita un nuevo impulso” y que el FdT tiene que generar “aquello que generó en 2019” y “pensar en lo que fuimos capaces de interpretar en ese entonces y que lo tenemos que seguir haciendo, interpretar las necesidades de nuestro pueblo”.
En la previa al discurso de cierre de Kirchner, algunos de los oradores prefirieron centrarse en la unidad. Fue el caso del intendente de Baradero, y dirigente gremial, Esteban Sanzio. “Hagamos lo que sea para mantener la unidad. Discutamos todo lo que tengamos que discutir, pero para adentro, el enemigo no está adentro. Hay que discutir cómo sostener la unidad, pensando que cualquiera de nosotros va a hacer lo que tiene que hacer”, afirmó.
Su contracara fue Yasky, quién apenas comenzó su discurso tiró un dardo al equivalente nacional, conducido por Fernández: “Ojalá el PJ a nivel nacional sea capaz de asumir este tipo de convocatorias”, dijo, al tiempo que el peronismo es “espíritu de lucha y rebeldía” y no “una cúpula de dirigentes que le piden permiso a los empresarios”; o que “la unidad no debe ser consecuencia de agachar la cabeza y decir todo que sí cuando la cosa no está yendo bien”.
Hasta Baradero fueron la vicegobernadora, Verónica Magario; funcionarios provinciales, como las ministras de Gobierno, Cristina Álvarez Rodríguez; y de Mujeres Géneros y Diversidades, Estela Díaz; el jefe de Asesores, Carlos Bianco; la diputada nacional, Juliana Di Tullio; el diputado nacional, Daniel Gollán; la senadora provincial, Teresa García; la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza; de Moreno, Mariel Fernández; y el alcalde de Berisso, Fabián Cagliardi, entre otros