ROMA (Enviada especial) Las tensiones de la política argentina se ven más chicas. A la distancia, de este lado del océano, Alberto Fernández se libera del aire agobiante que rodea la gestión de gobierno y la densidad que se siente en el oficialismo cada vez que chocan posiciones internas, mientras intenta que la gestión avance con el viento de la pandemia en contra y un cronograma electoral que se avecina.
Fernández enfoca la gira europea en la búsqueda de apoyos para la Argentina en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Club de París, conversaciones que no ubican al país en un lugar cómodo, pero que lo posicionan como interlocutor “razonable” y "moderado" para los líderes de los países centrales, que ven en América Latina una región convulsionada y políticamente inestable.
El Presidente cree que, aunque parezca lejano y superestructural, un acuerdo por la deuda va a empezar a llevar “tranquilidad” a una sociedad que atraviesa un momento muy difícil, entre crisis económica y pandemia. Fernández se lo transmite en estos términos a sus colaboradores: hay que terminar con el “agobio” que la gente siente que significan el endeudamiento y el FMI y “esa sensación de que nunca van a poder arrancar”.
La gira viene dando frutos. En su paso por Portugal, España y Francia, Fernández encontró el apoyo explícito que buscaba por parte de los líderes políticos de esos países, Antonio Costa, Pedro Sánchez y Emmanuel Macron y se anotó la confirmación, puertas adentro, de que el acuerdo con el Club de Paris está “casi cerrado”.
Con Costa, Sánchez y Macron, al igual que con la alemana Angela Merkel, el Presidente forjó relaciones cuando, recién asumido, comprendió que los puentes con Estados Unidos, con Donald Trump en el poder, estaban congelados. La relación con el presidente que había jugado un pleno a la reelección de Mauricio Macri y le había facilitado un endeudamiento astronómico era “inviable”. En Europa, encontró miradas afines. Con Macron potenció la agenda en común, progresista en lo social, en materia de género y cambio climático, dos temas que el francés resalta. Con Costa y Sánchez, pulió la sintonía ideológica, más de centroizquierda. Con el italiano Mario Draghi está todo por verse: hablarán por primera vez este jueves, en Roma.
La victoria de Joe Biden, en noviembre de 2020, abrió nuevas perspectivas. El Presidente espera que “las cosas sean mejores” con la administración demócrata y se recuesta en Europa, con la lectura de que el norteamericano busca recuperar la imagen de Estados Unidos en el viejo continente y recomponer las relaciones rotas por Trump. Cree que ese escenario es beneficioso para la Argentina.
Las noticias que le llegan desde el país en plena gira europea también son alentadoras. El martes, pocos minutos después de que el Presidente aterrizara en París, mientras se acomodaba en el hotel Princes de Galles, el Gobierno confirmaba que Argentina recibirá en mayo más de cuatro millones de dosis de la vacuna de AstraZéneca.
La noticia había dado vueltas en la comitiva desde el despegue desde Ezeiza, el sábado por la noche, pero se esperaba la confirmación oficial. El martes, antes del anuncio, Fernández habló con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y con el canciller Marcelo Ebrard, que le ratificaron que habrá un primer envío de vacunas en mayo y otro, en junio. Serán masivos y ayudarán a acelerar de manera contundente el plan de vacunación. Para agosto, el Gobierno cree que Argentina tendrá vacunada a la mitad de la población objetivo.
En la mesa presidencial afirman que la vacunación no entra dentro de los cálculos político-electorales. “Nada más quiero resolver este problema”, repite Fernández en público y en privado cuando le preguntan por sus expectativas sobre la llegada de vacunas. Pero lo cierto es que, si el modelo de vacunación funciona de manera similar a lo que sucede, por ejemplo, en Portugal, cuando en septiembre llegue el turno de las elecciones, el humor social habrá cambiado.
El Presidente mismo comprobó, en su paso por Lisboa, la distensión de las restricciones sobre el comienzo de la primavera, con el 40% de la población vacunada. “Ese número para ellos significa cuatro millones de vacunas. Esto pone más en valor lo que hicimos nosotros todavía”, le comentaba Fernández a su equipo el domingo, después de reunirse con el presidente luso, Marcelo Rebelo de Sousa. Un día después, el primer ministro Costa ponía de manifiesto en conferencia de prensa los problemas con la vacunación que había tenido Europa, con “una compañía que nos ha creado problemas a todos”, en referencia a AstraZéneca.
El encuentro con Costa fue lo que motivó el primer contacto que Fernández tuvo durante el viaje con Cristina Fernández de Kirchner. Vía Telegram, ya cuando la delegación había aterrizado en Madrid, la vicepresidenta le dijo que estaba contenta por los resultados de la reunión en Portugal.
La relación con Cristina sigue su curso después del tembladeral que dejó el enfrentamiento entre el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el subsecretario de Energía, Federico Basualdo. El Presidente le baja el precio al asunto y, en la intimidad, dice que la discordia obedeció a “un problema de egos” que ya fue reencauzado. El ministro forma parte de la reducida comitiva que acompañó a Fernández en su gira europea, integrada por su círculo más íntimo.
La distensión europea ayuda. En ese círculo de confianza aseguran que, pese a las tensiones, las internas del Frente de Todos no desvelan al Presidente. “El negocio de la oposición y los medios es dividirnos y no lo van a lograr”, repiten y aseguran que el armado de las listas para las elecciones legislativas “va a ser absolutamente ordenado”. Fernández cree que el reparto se definirá como en 2019 y que respetará el equilibrio entre los sectores. Como presidente del Partido Justicialista, se autodefine como “garante” de las listas.
El mandatario mira encuestas, hace cuentas y se imagina un futuro exitoso para el oficialismo. Cree que el Frente de Todos se impondrá “con comodidad” en todo el país, con apoyo en la provincia de Buenos Aires y en el norte, aunque admite que los números pueden complicarse en Mendoza y Córdoba, mientras que Santa Fe y Entre Ríos serán territorios en disputa. En tierra bonaerense cree que la historia está sellada y que ni la eventual presencia de María Eugenia Vidal en las boletas de Juntos por el Cambio podría torcerla. “Ojalá sea candidata, así mostramos lo que hizo en la provincia, pero es muy inteligente: no va a ser”, dicen en el albertismo.
A cuatro meses de las elecciones, para el Presidente, volver a Argentina con buenas noticias desde la gira europea también le dará aire interno.