Si el pedido de respaldo para renegociar la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Club de París y la búsqueda de más vacunas contra el covid-19 son los principales objetivos de la gira del presidente Alberto Fernández por Portugal, España, Francia, Italia y el Vaticano, los gobiernos anfitriones también tienen su agenda, centrada en una pregunta: ¿la reciente disputa sobre los subsidios a las tarifas de servicios públicos, que demostró la fortaleza del ala cristinista dentro del oficialismo, es indicadora de una radicalización en ciernes de la Casa Rosada, sobre todo cuando se aproxima el proceso electoral?
Según evalúan en embajadas contactadas por Letra P, el viaje del jefe de Estado contiene, a la vez, un mensaje hacia afuera y uno hacia dentro del Frente de Todos: el primero indica que la vocación de su gobierno no ha cambiado a pesar de la disputa por el fallido despido del subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, y que no hay ninguna posibilidad de radicalización; el segundo es dejarles claro a todos los eslabones de su propia alianza que él es, por rango, relaciones e impronta ideológica, el único interlocutor válido ante esos gobiernos, incluso los que pueden percibirse a priori como más comprensivos, como los de Portugal y España.
Más allá de que así lo justifica la agenda vinculada con la deuda y la conveniencia de tomar aire tras el reciente cimbronazo interno, la presencia en la comitiva del ministro de Economía, Martín Guzmán, también refuerza la idea de estabilidad del sector que los gobiernos europeos identifican como “racional”, en oposición a la cristinista.
La pregunta por el sentido político de la pelea interna por los subsidios bajó a las embajadas en los últimos días y los mandatarios que reciben a Fernández están atentos a sus gestos y palabras.
De esas garantías de moderación depende el respaldo que esos países puedan ofrecerle a la Argentina en el FMI y en el Club de París, más allá de las declaraciones de circunstancia.
Eso es así, en el fondo, porque del nivel de los incrementos de la luz, el gas, el agua y el transporte depende el monto de los subsidios que deberá afrontar un Estado sin acceso a los mercados financieros internacionales y, con eso, la continuidad o suspensión del prometido sendero de búsqueda del equilibrio presupuestario, sobre el que descansa cualquier posible entendimiento con aquellos acreedores.
Así, independientemente de la afinidad ideológica con el primer ministro portugués, Antonio Costa, y con el presidente socialista del Gobierno español, Pedro Sánchez, cobra especial importancia la reunión que Fernández mantendrá con el premier italiano Mario Draghi. Este, un exacadémico, exvicepresidente de Goldman Sachs en Europa y extitular de los bancos centrales de Italia y de la Unión Europea (UE) es, por su perfil, alguien particularmente influyente en los círculos que manifiestan hoy inquietud y con los que es necesario conciliar el tramo todavía no reestructurado de la deuda nacional.
Adicionalmente, el problema de las tarifas es especialmente sensible en Italia, dado que la multinacional de propiedad mixta Enel está en nuestro país en las dos puntas del negocio eléctrico: en la generación, a través de Central Costanera, y en la distribución, mediante Edesur. Italia reclama una actualización de los ingresos de esas compañías en línea con la inflación acumulada en paralelo a la política de virtual congelamiento impuesta en el final de la administración de Mauricio Macri y continuada en la actual.