La foto muestra al grupo de sindicalistas sentados alrededor de la mesa que lidera el primer ministro, Juan Manzur. El reloj sobre la pared marca las 8.20. Unos 20 minutos después, Máximo Kirchner llega a la Casa Rosada. En la última imagen de esa reunión se ve a todos de pie. En el centro están el jefe de Gabinete y el jefe del bloque del Frente de Todos en la Cámara de Diputados. Los separa el secretario general de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), Sergio Sasia. Los rodean Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento), Omar Pérez (Camioneros), Pablo Biró (Pilotos), Raúl Durdos (SOMU), Marcos Castro (Capitanes de Ultramar), Juan Brey (Aeronavegantes) y Jorge García (SPT). La única mujer presente es María Cañabate del gremio de Peajes. A las 9.05 se retiran todos excepto Kirchner y Manzur. Se quedan a solas, durante 45 minutos. Luego, se suma el ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta. Las fotos y la reunión son la oficialización del apoyo del Gobierno a la nueva conducción de la CATT, encabezada por el moyanismo y que provocó la salida de Omar Maturano (La Fraternidad) y Roberto Fernández (UTA). También una manera de desmentir que haya tensión entre Manzur y Kirchner.
Con el Presidente en el exterior, el primer ministro está más a cargo que nunca y teje con todos los sectores, insiste en ordenar la gestión y avanza con la rosca política. Además de consolidar el Gobierno, busca un escudo protector para después de las elecciones. Está convencido de que una parte del radicalismo y Horacio Rodríguez Larreta aceptarían un acuerdo político para garantizar la gobernabilidad. Hábil en el mundo de la economía, en los últimos días se reunió con los empresarios Eduardo Eurnekian y Alejandro Bulgheroni, a quienes les prometió previsibilidad y racionalidad. Médico y político, busca dirigencia herida en en el conurbano con los mismos objetivos. El oficialismo vislumbra apenas que podría achicar una mínima diferencia en Buenos Aires, pero se prepara para un resultado en las urnas similar al de septiembre.
En Córdoba, el segundo distrito del país en peso electoral, el Frente de Todos se resigna a una derrota y a perder la banca que hoy ocupa Carlos Caserio en el Senado. La semana pasada, el legislador se juntó con Manzur y con el viceministro de Obras Públicas y candidato a diputado nacional, Martín Gill. El kirchnerismo redobla esfuerzos en la recta final para retener la banca que en Diputados dejará en diciembre Pablo Carro. La campaña la lidera Caserio, que ya llevó a su distrito a casi todo el gabinete. Este jueves por la noche aterrizará Manzur junto a Alexis Guerrera, ministro de Transporte, y a Darío Martínez, secretario de Energía, que impulsó la ley de biocombustibles que provoca ronchas en tierra mediterránea. En la previa, habrá mega reunión en el CCK, al mejor estilo del macrismo. Estaba prevista en Olivos, con Alberto Fernández, pero el viaje a Roma y Glasgow mudó el encuentro al exedificio del Correo. Entre 110 y 120 jefes y jefas comunales y de intendencias peronistas ("los guapos", los llaman en la intimidad, porque resisten al gobernador Juan Schiaretti), concejales, diputados y diputadas, y el único senador nacional se encontrarán con Manzur y una versión reducida del gabinete, que cruzará desde Balcarce 50 después de la reunión quincenal de control de gestión. Cada disertante preparó un informe con "letra" para nutrir a la tropa que hace campaña en el territorio más hostil, la Córdoba anti-K. Gabriel Katopodis, ministro de Obras Públicas, llevará datos para que desmientan el reclamo por discriminación que hizo Schiaretti. Katopodis tiene su propio programa de monitoreo y evaluación para seguir las obras en todo el país. Según ese mapa, en Córdoba hay 671 obras y proyectos con aporte nacional por un total de $ 68.458 millones.
Para obturar fugas y deserciones el lunes siguiente a los comicios, Manzur conversa con las cabezas de las intendencias y las gobernaciones. Como el Presidente, tuvo una deferencia hacia Mario Ishii, intendente famoso por el poncho y sus promesas de cazar traidores. Lo visitó en su oficina del municipio de José C. Paz. A la inversa, otros barones históricos del conurbano pasaron por la casa Rosada estos días: Juan José Mussi (Berazategui) y Alberto Descalzo (Ituzaingó) y el ya casi habitué Julio Pereyra, diputado provincial que oficia de enlace con el ministro coordinador bonaerense Martín Insaurralde. Hablan del control de precios y de la campaña electoral.
Los gobernadores preparan con Manzur un acto en Lanús como cierre de campaña y recalan en el primer piso de Casa de Gobierno. En la planta baja, el equipo de Eduardo de Pedro asegura que el Ministerio del Interior está al tanto de todo y que recibe las mismas visitas, como cuando el jefe de Gabinete era Santiago Cafiero. Insisten en que no les birlaron la agenda.
Lunes y martes, el ministro más cristinista se fue de viaje por Río Negro y Neuquén con su par de Turismo, Matías Lammens. Desde el comando electoral (institucional) lanzaron una campaña nacional para ampliar la masa de votantes. En un spot de 40 segundos se explica qué y cuándo se vota, se promete que el 14N (a diferencia de lo que ocurrió en las PASO) votar será "fácil, rápido y seguro". No se menciona a la pandemia y en la gráfica se ve a una mujer embarazada, otra con cochecito de bebé, alguien con bastón, alguien en sillas de ruedas y figuras que muestran variedad de géneros sin amontonarse. Para alentar el voto, la locutora señala que "no importa si no votaste en las PASO" y advierte sobre la necesidad de chequear el padrón, para evitar que quien no fue a las urnas en las primarias y no constató su cambio de escuela encuentre su nombre en la nómina a la hora de sufragar. No lo dice el aviso, pero se promueve el transporte gratuito (así sería en una veintena de distritos) y se espera que esta vez no haya colas afuera de los centros de votación, para que el procedimiento no sea lento ni desaliente al electorado.
En la planta baja se prepara el 14N. En el piso de arriba, el plan de contención para el día siguiente.