ENEMIGOS ÍNTIMOS

Cristina & Mauricio, la sociedad de los dos demonios

Son la peste para la hinchada contraria y mantienen una relación simbiótica: en las últimas 24 horas, volvieron a alimentarse el uno de la otra y al revés.

Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri son "las dos caras de la moneda de la grieta, recurso que sigue dando réditos y al que –por algo será– las dos principales alianzas nacionales juegan sus fichas en los cierres de campaña. Así las cosas, en una coyuntura que no sale del oxímoron de la 'crisis permanente', los –no tan– nuevos referentes decididos a jubilarlos suenan un tanto osados". En una nota publicada por Letra P horas antes de las primarias del 12 de septiembre, el periodista Marcelo Falak se preguntaba: ¿Cristina y Macri ya fueron? El autor de la columna dominical La quinta pata exploraba un escenario hipotético de malas performances de las versiones blandas del macrismo y el kirchnerismo -de una o de la otra- que encarnan Horacio Rodríguez Larreta y Alberto Fernández y las chances de la expresidenta y de su sucesor de volver a erigirse como opciones competitivas en las urnas. Más allá del enigma sobre la vigencia de sus potencias electorales, las últimas 24 horas confirmaron la vigencia de la relación simbiótica en la que las dos figuras más relevantes de la política nacional de la última década se alimentan mutuamente del contraste.

 

Este jueves, durante la presentación de su libro Primer tiempo en una sinagoga de Miami, horas antes de enterarse de la citación a indagatoria en la causa que investiga presuntas maniobras de espionaje sobre familiares de las víctimas del buque ARA San Juan, Macri volvió a cargar sobre CFK.

 

- "Se le ve un padecimiento muy profundo. Tiene una falta de capacidad de conciliarse con la vida".

 

- "Está en un grado peor que el ejercicio de la mentira, que el populismo tiene un relato que es una mentira entera. Ella está en un estado en el cual se cree los relatos que construye".

 

- "Vive una realidad paralela y ha generado un daño enorme. Le ha generado una realidad paralela, donde le ha vendido que puede construir un orden mundial distinto y prescindir del mundo; y generando un eje desde el resentimiento, generando un enemigo y dividiendo la sociedad".

 

Al día siguiente, este viernes, después de que la Legislatura porteña aprobara una ley que pone a la Corte capitalina como tribunal de alzada de la Justicia nacional antes de la Corte Suprema de la Nación, Cristina volvió a Twitter para darle a Macri un poco de la medicina preferida del macrismo: la identificación del otro como un movimiento político sucio, corrupto, que además tiene como único horizonte la garantía de la impunidad.

 

- "¿Ves para qué quieren Macri, Larreta y Vidal más legisladores?: además de sacarte la indemnización por despido quieren garantizar la impunidad de Mauricio Macri".

 

- "¿Qué esa ley es inconstitucional? ¡Y, sí! Y además, escandalosa. Pero ya la aprobaron con su mayoría automática en la legislatura de CABA. ¡Y ojo! Porque estos republicanos de morondanga están a un solo legislador de poder modificar la Constitución".

 

El ingeniero se construyó como referente nacional del antiperonismo en contraste con la abogada -gracias a ella, pudo destetarse de Franco y ser Mauricio- y le dio de comer al monstruo binario famélico de las antinomias argentinas. La abogada, que había ganado contra nadie en 2011 cuando fue en busca de la reelección, se potenció en el juego de opuestos con el ingeniero. 

 

Macri es, para la hinchada de Cristina, la encarnación misma de Lucifer. Viceversa, ídem. Cuando ella lo ataca a él, su hinchada ruge. Viceversa, ídem. 

 

¿Ya fueron? La pregunta de Falak no tiene respuesta todavía, pero es lícito apurar un par de conclusiones:

 

1) Por ahora, el macrismo no puede sin Macri -lo convocó cuando la última campaña parecía que hacía agua y los votos se le fugaban por derecha- y el peronismo no es sin Cristina, que terminó poniendo orden por las malas después de la catástrofe de las primarias.

 

2) Son, él y ella, medias naranjas perfectas de una sociedad de cadáveres políticos que no paran de nacer.

 

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