“El otro día, Roberto me decía que no me hiciera problema, que a él le decían lo mismo, que no tenía un plan, pero lo que tenemos es un plan integral”. La voz del ministro de Economía, Martín Guzmán, resonó en el quincho de la Quinta de Olivos y el Círculo Rojo y la CGT se enteraron de que el funcionario habla habitualmente con Roberto Lavagna. Muchos se sorprendieron y preguntaron si había apoyo del excandidato a presidente, pero Guzmán tiene una ventaja: un nivel de reserva inédito en la plana mayor del Ejecutivo.
El exministro de Néstor Kirchner conversó en varias oportunidades con el pupilo de Joseph Stiglitz para compartir experiencias sobre las horas calientes de una negociación de deuda. Experto en procesos de riesgo, el hombre de Consenso 2020 le dijo que no es importante que se conozca públicamente el detalle, sino generar la confianza en que se está trabajando en una visión más global.
Lavagna, un fetiche en la corta historia de Alberto Fernández como presidente, no es asesor ni mucho menos, pero acercó gestos de confianza y apoyo a las maneras de encarar el tema. Guzmán, en tanto, les aclaró a los popes del Grupo de los Seis que el pedido de respaldo a la negociación de la deuda con bonistas privados no es un apoyo puntual, sino una banca a un plan general. Incluso les adelantó que ese programa de gobierno es el que él mismo le acercó a la titular del Fondo Monetario (FMI), Kristalina Georgieva, para lograr el estatus de respaldo incondicional del organismo a la propuesta argentina.
Entusiasmado, se acomodó en la silla y disparó Adelmo Gabbi, el titular de la Bolsa de Comercio. Viejo lobo de la city y hábil manipulador de la paleta de colores políticos, dijo: “Siempre fui enemigo de los populismos, pero la dinamización del mercado de pesos que hizo su equipo no la vi nunca en todos los años que llevo en esto”. Sorprendió a todos.
Guzmán y Fernández, en Olivos, con el G-6 y la CGT.
En la reunión, con hechos tergiversados en una prensa permeable a los intereses en juego en la resolución de la deuda privada, se dejó en claro que la oferta de Argentina “es la que está disponible”. Guzmán les aclaró que el viernes 8 se cierra con los acreedores que entren y con los que no, se verá y se trabajará. No anunció ampliación de plazos ni ases bajo la manga.
El estadounidense Sachs, el teórico de un mundo en default.
Luego sedujo Fernández contando detalles de la charla que mantuvo hace unos días con Jeffrey Sachs, economista experto en desarrollo sostenible. Relató que el estadounidense le aseguró que todo el mundo está en una situación de virtual cesación de pagos y que no es algo para preocuparse en exceso en un contexto donde la pandemia está arrasando todos los indicadores.
No lo dirán nunca, pero la mayor parte de los ceos salieron de allí convencidos de que, si no hay acuerdo, no será la piedra fundamental del colapso. Naturalmente, ningún integrante del G-6 dirá que no hay que pagar, algo que el Gobierno tampoco se plantea como una opción, pero todos están convencidos de que, si existe una integralidad en política económica, la deuda es sólo un capitulo de no tanta relevancia.