En el marco de la renegociación de la deuda externa, el ministro de Economía, Martín Guzmán, se transformó en una especie de auditor de gastos de Alberto Fernández. El esquema de cono de silencio que manejan el Presidente y el jefe del Palacio de Hacienda hace que también Guzmán sea la clave de un acuerdo posible con el campo en plena discusión por las retenciones.
El jueves a última hora, el ministro de Agricultura, Luis Basterra, le llevó a su par de Economía los puntos centrales de la reunión con la Mesa de Enlace, que serán analizados durante el fin de semana para afinar la propuesta definitiva que el Gobierno llevará a la reunión del próximo martes con el campo. Las cuatro entidades (Sociedad Rural, CRA, Coninagro y Federación Agraria) aceptaron prima fascie la propuesta oficial de aumentar sólo tres puntos porcentuales las retenciones a las soja, pero plantearon tres pedidos que, en caso de ser satisfechos, permitirían cerrar el acuerdo con paz absoluta. Involucran más créditos, tipo de cambio y precios.
Guzmán, el auditor de los números.
Según supo Letra P, Basterra se plantó en la reunión pasada con una propuesta que desconcertó a los presentes: subir retenciones a la soja y sus derivados, pero bajarla a economías regionales (arróz, carnes, pesca, etc.) y no subir en trigo y maíz (quedaría en 12%). "Ustedes saben que tenemos la potestad de subir todo, pero no lo vamos a hacer", aclaró el ministro en un primer gesto de acercamiento. Además, les dijo que el domingo, en la apertura de las legislativas, Fernández no mencionaría el aumento de las retenciones, sino que se referiría a "una negociación en curso con el campo".
En una primera instancia, el campo apoyó estas medidas y se comprometió a hablar con las bases para evitar paros y cortes. En paralelo, aclararon que los productores "autoconvocados" son lobos solitarios y no están federados ni responden a ninguna de las entidades. Son los que en la actualidad agitan una salida a las rutas y tractorazos, con una épica estilo 125. De hecho, el sector hasta coincide en la lectura política que hace el Gobierno del fenómeno: que son bases rebeldes apalancadas por dirigentes de Cambiemos y la Coalición Cívica, que en muchos lados son raleados de la asambleas.
De todos modos, si bien algunas entidades creen que sólo con la propuesta del Gobierno se podría firmar la paz, dejaron en la mesa de Basterra tres medidas que creen convenientes para compensar la oferta oficial. Según la Mesa de Enlace, si bien es un dato positivo, la baja en economías regionales no es un beneficio parejo para todo el campo y conviene compensarlo con tres medidas. Primero, que el Gobierno ofrezca créditos a tasas convenientes para los productores agropecuarios; segundo, que se trabaje en un tipo de cambio competitivo para la actividad y, tercero, que se haga un esfuerzo para desacoplar los costos en dólares de los insumos para producir. Quieren un esquema parecido al del barril de petróleo criollo que en algún momento lograron los petroleros.
Según fuentes oficiales, Guzmán se tomará el fin de semana para analizar las cifras y habrá una respuesta el martes. Al día de hoy y luego de semanas de cruces furibundos, la negociación está en un 50%, confiesan desde ambos lados. Hay un sólo dato que podría romper la paz: la cámara de aceiteros CIARA-CEC quiere que las retenciones a los derivados de soja, harina y aceites queden en 30% y no salten al 33%. Por ahora, en el Gobierno descartan que eso ocurra y habría una suba para toda la soja.