Solo Omar Perotti y su almohada saben quién o quiénes sacarán la bolilla de out en el gabinete santafesino. Impredecible, el gobernador desató un vendaval de paranoia interna al admitir que modificará su equipo antes de fin de año. Miradas de desconfianza, preguntas incómodas, dudas e incertidumbre se apoderaron en los últimos días del elenco que comanda el rafaelino.
Dos del equipo son intocables. El titular de Hacienda, Walter Agosto, y el de Seguridad, Marcelo Sain, fuman puros cubanos mientras el resto se come las uñas. El primero cuida la caja, primordial en el manual de Perotti, y sirve de tapón para el resto del equipo. Agosto es el que libera fondos y sin fondos no se puede hacer política. Sain es hoy una persona de extrema confianza para Perotti y su mano derecha, el senador nacional Roberto Mirabella. Puede darse el lujo de perder la línea, pero el rafaelino lo reconoce como la persona indicada para resolver una problemática híper sensible, especialmente en Rosario.
El titular de Gobierno, Esteban Borgonovo, es el principal observado. Lo saben en el ministerio, donde reconocen que el vínculo entre Perotti y el rosarino es débil.
Borgonovo fue acercado por la vicegobernadora Alejandra Rodenas, quien compartió con él estudios universitarios. Sin embargo, la agrupación que ella lidera, Nuevo Espacio Santafesino (NES), afirma y reafirma que la designación no fue un acuerdo de sectores. “El NES no tiene ministros”, le dijo a Letra P un senador de trayectoria.
Perotti puso en duda, en las últimas horas, que el ascendente secretario de Articulación de Políticas Públicas, Marcos Corach, sea candidato a ocupar la cartera de Gobierno. El también rafaelino se mueve hoy como una suerte de jefe de Gabinete, un operador todo terreno que podría perder margen de acción en una exposición tan alta, pero todo puede cambiar en el mundo del indescifrable e impredecible Perotti.
El gobernador remarcó que confeccionó un gabinete para otro tiempo, buscó experiencia y orfandad política a la hora de diseñar el equipo, en diciembre. En medio de la pandemia, perdió al ministro de Salud (Carlos Parola), el que esquivaba las entrevistas con medios. Como le admitió a Letra P un mesa chica del gobierno: “Tenemos problemas políticos, de gestión y de comunicación”.
El titular de Gestión Pública, Rubén Michlig, el que tiene oficina al lado del despacho del gobernador, amagó más de una vez con renunciar. Concentrado en asociarse con Corach, en los últimos días sufrió un revés de parte de Agosto, que lo desautorizó en una reunión que mantuvo con legisladores de la Comisión de Análisis Tributario. En el encuentro, saltó el tema sobre la aprobación de una asistencia al sector hotelero, turístico y gastronómico, que Michlig había negociado con senadores del PJ. “En el ministerio no fuimos consultados”, soltó el empoderado Agosto. ¿Otro veto?
La inyección de aire fresco que pretende imprimirle Perotti a su gobierno también está determinada por lo generacional. Una buena porción de las primeras líneas del gabinete está integrada por exfuncionarios de Carlos Reutemann y Jorge Obeid. Nombres hay para todos los gustos; operaciones, también. Suenan y suenan tras los dichos de Perotti, que habilitó el juego de la silla vacía.