El ministro de Economía, Martín Guzmán, ha evitado explicitar las metas de su plan económico a la espera del desenlace de la renegociación de la deuda pública; será esto, con la resultante demanda de fondos para hacer frente a los vencimientos reperfilados en los próximos años, lo que definirá si lo que tiene en mente presenta condiciones de éxito. Mientras tanto, la economía nacional se sostiene con una suerte de respirador artificial que incluye varias medidas de emergencia destinadas a detener la indexación cruzada de variables clave y la inercia inflacionaria. Dado que tienen fecha de vencimiento, ¿qué ocurrirá el día posterior a su caducidad?
Ni bien asumió, el presidente Alberto Fernández dispuso un congelamiento de las tarifas de los servicios de luz, gas y agua por 180 días y uno del transporte por 90. Por otro lado, rige un congelamiento virtual del dólar oficial, precio crucial de la economía que rige el valor de las importaciones y las exportaciones. En tanto, una inflación acumulada de al menos el 11% en el trimestre noviembre-enero erosiona el tipo de cambio que se mantiene inalterado desde las elecciones del 27 de octubre, lo que, de prolongarse, amenazaría el superávit comercial y, con esto, la única fuente de divisas del país mientras el mercado de crédito se mantenga cerrado. Los plazos para el día D de cada uno de esos descongelamientos inevitables se acercan.
Dicho proceso puede realizarse de modo ordenado, lo que limitaría su impacto inflacionario y ayudaría a la reactivación, o derivar en un estallido que agravaría adicionalmente ese problema de la economía nacional. ¿De qué depende un resultado u otro?
Federico Furiase, director de la consultora Eco Go y profesor en la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), le dijo a Letra P que “cuánto tiempo vaya a aguantar la economía con la anestesia del congelamiento del dólar oficial, tarifas y combustibles dependerá, primero, de si se resuelve el tema de la deuda de la provincia de Buenos Aires, de modo de evitar un evento de crédito (default), y, además, de las señales que haya en torno a la negociación de la deuda soberana en dólares”.
El gobernador Axel Kicillof sabrá el 5 de febrero si logra el aval del 75% de los bonistas, umbral necesario para evitar un default, a su pedido de diferir hasta el 1 de mayo un vencimiento de capital del bono Buenos Aires 2021 (BP21). En tanto, la reunión que Guzmán mantuvo el último martes con fondos de inversión involucrados en la renegociación nacional derivó en una suerte de round de estudio, en el que los inversores, temerosos de sufrir una quita fuerte, filtraron a la prensa haber pedido, sin éxito, precisiones sobre las proyecciones del ministro. Con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en tanto, Guzmán avanzó y confirmó que se verá con la directora gerente, Kristalina Georgieva, en el Vaticano en el marco de un seminario económico y que recibirá una delegación del organismo en una fecha a determinar del mes que viene.
“Esas dos cuestiones van a ser clave y, dados los altos vencimientos de bonos en pesos que se vienen en febrero y marzo, así como la necesidad del Tesoro de seguir renovándolos, habría que sumar que el Banco Central aspire pesos el mes que viene. Hará falta un buen roll over para minimizar la expansión monetaria requerida”, agregó Furiase, con un ojo puesto en el tamaño de la brecha entre el dólar oficial y los paralelos.
El desenlace de las negociaciones bonaerense y nacional de la deuda abre, de acuerdo con el economista de Eco Go, dos escenarios posibles. “Si se resolvieran favorablemente, habría menor presión sobre el riesgo país y sobre la brecha cambiaria, lo que le daría al Gobierno más tiempo para descongelar paulatinamente aquellas variables con un impacto menor sobre la inflación. En cambio, si se produjera un evento de crédito en la Provincia y se extendiera más de la cuenta la negociación de la deuda soberana, los tiempos se acortarían rápidamente porque la factura pasaría rápidamente sobre el riesgo país y el termómetro de la brecha”, estimó.
De acuerdo con el especialista, en un escenario negativo “los congelamientos perderían eficiencia en la coordinación de las expectativas de inflación. Además, se produciría un desfase de precios relativos que daría una mala señal para las exportaciones”.
El congelamiento de tarifas alivia a los consumidores y equivale, como dijo el Presidente en su campaña, a “poner dinero en el bolsillo de los argentinos”, pero su prolongación incrementaría los subsidios, complicaría la búsqueda del superávit fiscal y deterioraría las inversiones y la calidad de los servicios. En tanto, el dólar se va atrasando poco a poco y, si bien el supercepo limita la salida de divisas, es aun más eficaz para desalentar su ingreso en forma de inversiones. De la normalización de esos precios depende, en buena medida, una restauración del crecimiento.
La economía nacional está, como lo reconocen Fernández y Guzmán, en modo emergencia. Se acerca el día D de su normalización y, con este, la prueba de fuego del Gobierno.