NUEVO CICLO | LA ECONOMÍA

Dólar alto, tasas bajas e inflación menor: ¿objetivos o ilusiones del Gobierno?

A poco de andar, la política económica encuentra escollos. Los límites de la emisión de pesos. Febrero, mes clave. ¿La renegociación de la deuda será la cura de todo mal? El enigma del largo plazo.

El presidente Alberto Fernández ha planteado una serie de objetivos de política económica a través del ministro de Economía, Martín Guzmán, y del titular del Banco Central, Miguel Pesce, cuyo logro simultáneo plantea severos interrogantes: acumular reservas con las que hacer frente a los compromisos de deuda, incluso cuando esta sea renegociada con éxito; evitar un atraso del tipo de cambio oficial para que el país no pierda el superávit comercial y limite la escasez de divisas; reducir las tasas de interés para pasar de un ordenamiento favorable a la especulación financiera a uno que privilegie la producción y el consumo y bajar la inflación, lo que impone evitar una expansión irresponsable de la emisión de moneda. Se trata, en todos los casos, de objetivos elogiables, pero que presentan un problema: la dificultad de lograrlos simultáneamente.

 

Martín Guzmán, ministro de Economía.

 

 

De acuerdo con un informe reciente de Quantum Finanzas, las reservas netas en poder del Banco Central llegan apenas a 8.500 millones de dólares, una cifra escasa en función de los vencimientos de deuda previstos para el primer trimestre, el período durante el cual el Gobierno se plantea seguir pagando para evitar caer en default mientras negocia con los acreedores. Esos vencimientos, calculó la consultora del exsecretario de Finanzas Daniel Marx, alcanzan a 8.100 millones de dólares (2.300 millones efectivamente pagaderos en esa moneda y el equivalente a 5.800 millones en pesos). A eso hay que sumar compromisos de las provincias que, en el período, suman otros 4.300 millones de dólares. Cálculos de otros economistas y consultoras van en la misma línea.

 

 

 

Para hacer frente a semejante situación es imprescindible, por un lado, completar la renegociación de la deuda antes del 31 de marzo, tal como señaló Letra P, y, por el otro, acumular dólares en el Banco Central.

 

Esto último es compatible, además, con la necesidad de evitar que la inflación erosione el tipo de cambio oficial y lleve a la pérdida de un superávit comercial que resulta crucial para el modelo económico.

 

El 25 de octubre, última rueda antes de la elección que consagró a Fernández, el dólar mayorista tocó los $60 y desde entonces se ha mantenido prácticamente fijo, primero con Mauricio Macri y luego con su sucesor. Recién esta semana, ante la posibilidad de un default de la provincia de Buenos Aires que comenzó a agitar al mercado y produjo un incipiente despunte de la brecha, el Banco Central salió a vender billetes en el mercado y permitió que la cotización comenzara a despegarse levemente de esa barrera.

 

 

Fuente: ámbito.com

 

 

La actual es, claramente, una paridad competitiva, pero no hay que olvidar que la inflación es muy elevada y amenaza con incrementar rápidamente los costos de los productores. En ese sentido, basta recordar que el incremento de los precios al consumidor de noviembre fue del 4,3%, que el de diciembre fue del 3,7% y que enero traería uno de entre el 3 y el 4%, según se proyecta.

 

Así las cosas, la expectativa de los economistas y consultoras consultados cada mes por el Banco Central para la elaboración del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) arrojó el mes pasado que el tipo de cambio oficial debería trepar a $85,9 hacia fin de año.

 

“A mediano plazo, sería necesario ir a un superávit fiscal primario para que sea el Tesoro el que compre los dólares del superávit comercial y se evite que el Banco Central lo haga generando emisión monetaria”, dijo Federico Furiase.

El problema es que, para hacerse con los dólares del saldo comercial favorable, lo que permitiría acumular reservas y evitar un atraso cambiario, el Banco Central debería emitir pesos que comenzarían a circular por la economía y, posiblemente, a presionar sobre una inflación que Macri dejó en un umbral peligroso de casi el 55%. De hecho, la base monetaria se incrementó un considerable 22% en los últimos dos meses, pero el margen para insistir con esa herramienta no es holgado. Tanto es así, que el propio Gobierno se plantea limitarse en esa tentación y busca financiar sus gastos con un incremento de la presión tributaria.

 

Federico Furiase, director de la consultora Eco Go y profesor en la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), le dijo a Letra P que, “con déficit fiscal, el Gobierno podría tener problemas para, simultáneamente, mover el tipo de cambio oficial con el Banco Central comprando dólares, seguir bajando las tasas de interés y controlar la emisión monetaria aún en un contexto de cepo”.

 

“En el corto plazo, lo que permitiría lograr esos tres objetivos sería alcanzar una renegociación rápida y exitosa de la deuda, porque eso permitiría bajar el riesgo país, reactivaría la demanda de dinero y reduciría el traslado a precios del descongelamiento del dólar y, llegado el momento, de las tarifas”, añadió. “A mediano plazo, sería necesario ir a un superávit fiscal primario para que fuera el Tesoro el que comprase los dólares del superávit comercial y se evitara que el Banco Central lo hiciera generando emisión monetaria”, completó.

 

En efecto, como señala Furiase, la clave pasa por la demanda de dinero por parte del público, variable crucial que hoy es críticamente baja. Si esta sube, los argentinos querrán tener pesos disponibles y el peligro de que la emisión monetaria pase a precios se reduce. En cambio, si huyen de la moneda local, buscarán maneras de dolarizarse, ya sea a través de mercados legales como el del “dólar bolsa” o el “contado con liquidación”, que consisten en la compra en pesos de activos financieros que luego se venden en dólares, o ilegales como el del blue.

 

 

 

Un problema, en ese sentido, es que, debido a la necesidad de las empresas de hacer frente al pago de aguinaldos y a la de las familias de costear los gastos de las fiestas, la demanda de dinero es estacionalmente más alta en diciembre y comienza a declinar en enero y, más decididamente, en febrero.

 

Según informe de Bull Market Brokers, este mes la autoridad monetaria deberá absorber unos 1.600 millones de dólares producto de exportaciones, lo que implicaría la emisión de $96.000 millones. Eso llevaría a “un shock de liquidez” y a una caída de las tasas de interés, volviendo más atractivo el dólar bolsa y el “contado con liqui”, lo que “elevaría la brecha -con respecto al tipo de cambio oficial- considerablemente durante las próximas cuatro o cinco semanas”, añadió.

 

Febrero, entonces, será un mes clave, añade Bull Market, con una brecha cambiaria que se consolidará por encima del 35%. En ese sentido, cabe recordar que una brecha superior al 50 o 60% es considerada una señal crítica acerca de una posible devaluación brusca del tipo de cambio oficial, ya que, cerca de ese punto, el dólar paralelo comienza a alinear las expectativas y tiende a demorar operaciones de exportación y a anticipar las de importación.

 

 

 

“En un contexto en el que la demanda de dinero puede comenzar a resentirse, hay inercia inflacionaria y una nominalidad inestable, la brecha puede crecer. Si esto ocurre, la baja de las tasas de interés puede encontrar un límite tanto porque el mercado puede pasar factura como porque el Banco Central puede buscar un mecanismo de esterilización para controlar la emisión monetaria”, explicó el hombre de Eco Go.

 

Tal escenario complicaría, además del control de la inflación y el tipo de cambio, la deseada reducción del costo del dinero compatible con un modelo que se pretende productivo y no especulativo.

 

El haz de objetivos económicos del Gobierno es, entonces, difícil de lograr, pero no imposible.

 

Furiase insistió con lo que considera la clave del momento. “Una conclusión veloz y exitosa de la negociación de la deuda bajaría el riesgo país, reactivaría la demanda de dinero y limitaría el traslado a precios del descongelamiento de dólar y tarifas que se necesita”, dijo.

 

Más allá del ruido bonaerense, en Economía aseguran que el diálogo viene bien, en plazos y contenido. No falta demasiado para saber si es así.

 

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