Cuando carreteaba la campaña, Alberto Fernández señaló a algunos sectores concentrados como parte de un problema de la Argentina: la dinámica de los precios y el abastecimiento. Se refería a rubros esenciales para la canasta de consumo masivo, como el pan y los lácteos. El azúcar, que entró en aquel pelotón, tardó menos de un mes en mostrarle al Presidente no sólo que tenía razón, sino, además, que el poder de fuego que habilita la concentración es un arma utilizable, con elegancia o brutalidad, en cualquier negociación. Y algo más, que lo padeció incluso el hombre del garrote inútil, el ex secretario de Comercio Guillermo Moreno: cuando un producto está en pocas manos, el que decide cómo, cuándo y cuánto es el que lo fabrica, no el Estado.
Ledesma estaba en la lista de Cuidados, pero se bajó a último momento.
Hace unas horas, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, presentó a su gabinete en sociedad ante empresarios varios, supermercadistas como Jumbo, el titular de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), Jaime Campos; los aceiteros de CIARA-CEC y directivos de la Unión Industrial (UIA). Uno de los pocos sectores que no estuvieron, comprensible si solo fuera por vacaciones, fue el del azúcar.
Monopólicos. Los Blaquier son uno de los dos proveedores de azúcar que abastecen constantemente al mercado.
A inicios de esta semana, el gigante Ledesma, que monopoliza el mercado con su par y casi hermano Tabacal -juntan más del 80% del mercado, se declaró en rebeldía con Precios Cuidados. Luego de haber aumentado un 100% los precios en 2019, pidió un aumento del 25%, el Gobierno no se lo concedió y la empresa decidió bajarse de Precios Cuidados. Con semejante nivel de concentración -Arcor tiene una parte muy mínima pero reciente-, el programa quedó sin poder ofrecer azúcar.
Si bien el programa es de ingreso voluntario, cuando se promociona una canasta con primeras marcas y se cae el emblema de un producto que manejan solo dos jugadores, se sacude la estructura y la paciencia no sólo del Gobierno, sino de los comerciantes.
Cuentan en el sector que, para justificar el faltazo, enviados de la firma de los Blaquier le hicieron llegar al Gobierno una supuesta crisis con la zafra, sumada a problemas económicos en la compañía. “Si ellos están en crisis, ¿que nos queda a nosotros?”, ironizaron en diálogo con a Letra P fuentes de una firma de limpieza que se sumó al plan más como un apoyo político inicial a Fernández que como un deseo de hacer negocios.
La sospecha es que, en realidad, la movida fue una jugada para marcarle la cancha al Gobierno, una muestra de poder en un detalle que, en un contexto general, es mínimo. Pero una señal al fin.
El sector es un lobby poderoso: durante el Gobierno de Mauricio Macri y en tándem con los gobernadores peronistas del norte, desde el Centro Azucarero Argentino (CAA) tumbaron los impuestos al azúcar de la reforma fiscal. Le ganaron incluso a la presión de otras economías regionales, como los vinos.
Ley de Góndolas, el ariete de Fernández contra la concentración.
En el retail observan que esta movida, indefectiblemente, terminará en los próximos meses con problemas o discusiones por el abastecimiento del producto en las góndolas. Si no producen, como dice la empresa, y son sólo ellos los que fabrican el grueso, ¿cómo harán para proveer en todo el país? A todo esto se suma que Ledesma deberá pagar una parte del IVA que pasó del 0% al 21% por decisión oficial, un gasto que se negocia mano a mano con los grandes supermercados.
Señalan que, más allá de que en el Ministerio de Desarrollo Productivo le bajan al precio al affaire Ledesma, al Presidente le gustó poco el quite de colaboración. Y está dispuesto a mostrar rápido los dientes: ley de Góndolas sancionada al completo y más producción pyme para contrastar la producción monopólica. Lo primero es una certeza. Lo segundo, impracticable en este esquema industrial. Pero la situación de la concentración debe ser resuelta de algún modo, para evitar canchas marcadas que terminan afectando al consumidor.