Elecciones 2019

Lifschitz, de actor clave de la tercera vía a sostén de Lavagna

El gobernador de Santa Fe fue el primer ladero del candidato presidencial de Consenso Federal. Avanzó a fondo hasta que pasaron cosas. Camino espinoso y ruidos internos en el socialismo.

Enero. El gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, viaja a la costa y almuerza a la vista de todos con Roberto Lavagna en la boscosa Cariló. Era todo entusiasmo por entonces. La alternativa al macrismo y al kirchnerismo había encontrado un líder, un guía para construir la tercera vía. El mandatario pensó, por entonces, que el socialismo daba ese salto grande que siempre le costó para trascender las fronteras de la provincia. Afirman que estuvo a tiro, pero pasaron cosas.

 

 

 

 

Se alió a la difunta Alternativa Federal y sumó a un grupo de radicales díscolos de Cambiemos. En el medio, contuvo el despertar electoral del porteño Matías Lammens. Los pasos eran de peso y brotaba la confianza.

 

Pero cuando la ex presidenta Cristina Fernández anunció que el candidato presidencial del peronismo sería Alberto Fernández todo se precipitó. Y de la peor manera para la tercera vía. Alternativa Federal implosionó y Lammens migró al frente Todos. Lifschitz hizo pie como pudo y se mantuvo férreo al lado de Lavagna.

 

 

 

La definición crucial lo tomó en el medio de las elecciones provinciales. Lavagna lo descolocó cuando designó al salteño Juan Manuel Urtubey como su candidato a vicepresidente. Por eso, Lifschitz pensó que una victoria del socialismo en su terruño le permitiría poner condiciones y pulsear por un compañero de fórmula progresista. Pero Omar Perotti recuperó la provincia para el peronismo y el plan se truncó.

 

No le quedó otra al gobernador actual que respirar hondo y apoyar a Lavagna – Urtubey. Aún con una resistencia no menor dentro del socialismo, por tener que militar a una “expresión de la derecha conservadora”, como definió al precandidato a vicepresidente un diputado nacional aliado de Antonio Bonffati.

 

 

 

El plan que arrancó en enero se redujo ostensiblemente. El socialismo sigue con el objetivo de meter diputados en el Congreso, ya que hoy no los tiene. Encabeza listas en Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos y coló un “expectante” cuarto lugar en provincia de Buenos Aires.

 

Lifschitz admite públicamente la “clara situación desventajosa” en la que se encuentra Consenso. Pero, obstinado como pocos,  jugó a fondo y se plantó tres objetivos: volver al Congreso, no tener que votar por ninguno de los dos bordes de la grieta y tener una fórmula progresista. Cumplió dos de tres.

 

 

 

Como todavía se encuentra en funciones, no deja de lado el día a día de la provincia. Apuesta a superar en Santa Fe la media nacional de votos que saque Lavagna. “Debería estar dos o tres puntos por encima de la media nacional y cuatro, cinco o más del número que se saque en provincia de Buenos Aires”, confía.

 

Pasada la elección, seguirá jugando a tres planos. Le entregará la provincia a Perotti. Analizará la experiencia de Consenso y seguirá, junto al bloque del Congreso, “un proceso de ampliación que supere al socialismo y dé pie a un progresismo competitivo”. Y, por último, procurará ser el conductor de la nueva era del Frente Progresista santafesino. Se convertirá en el líder de la oposición a Perotti desde la presidencia de la Cámara de Diputados. Seguirá creyendo, en definitiva, que hay margen para una tercera vía.

 

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