MEMORIA & BALANCE

La ruleta sobre las chances de Macri de llegar a los votos de 2015

El Gobierno asume que, por la crisis, perdió el apoyo “pobre” y sindical y le prende una vela a la clase media anti K. Gremios y CEOs ya midieron intención en la tropa. El miedo a que CFK no juegue.

Un sindicalista con peso en las decisiones de la CGT hizo un estudio para ver a quiénes votarían sus representados en las elecciones de octubre. Su gremio, uno importante entre los de profesionales, tuvo buen vínculo con la línea amable de Cambiemos. El dirigente tomó 8.000 casos de trabajadores de la Ciudad y el Gran Buenos Aires. Un 50% confirmó que votaría por Cristina Fernández, un 25% por Mauricio Macri y el resto en blanco.

 

En Camioneros, que decidió en 2015 no jugarse por un candidato, la cosa tiene números más impactantes: casi nueve de cada diez votarían por una variante opositora, con preponderancia de la ex presidenta. Los estatales explicaron a Letra P que el voto será mayoritario por la oposición y hasta los gremios jerárquicos tienen la balanza inclinada hacia el anti macrismo. El dato no es una anécdota: en las presidenciales de 2015, Cambiemos le sacó en torno a tres puntos al candidato del kirchnerismo, Daniel Scioli. En aquella elección, algunos gremios de la CGT jugaron con Macri y el moyanismo dio libertad de acción sin mensaje. Lo mismo ocurrió entre los trabajadores de los peajes, un gremio que comandaba Facundo Moyano.

 

La CGT tuvo gremios que fueron con Macri en 2015. Hoy hay dudas. 

 

 

Los empresarios, curiosos pero más reservados, no son tan metódicos. Cuando recorren la fábrica sondean, preguntan y obtienen respuestas lógicas en el marco recesivo: trabajadores que padecen la inflación, el alcance del impuesto a las Ganancias y la preocupación de perder el empleo ante la contracción económica.

 

En medio de la exaltación oficial por poner en el eje de la campaña la necesidad de juzgar y conseguir una foto de CFK en los juicios por corrupción, hay cuadros del Gobierno con la calculadora en la mano pensando en octubre. Confesaron ante Letra P que habrá una fuga importante del voto sindical por el impacto de la crisis económica, pero no sólo observan con preocupación ese segmento, sino el de los sectores bajos.

 

En 2015, Cambiemos rompió el molde de las campañas de fuerzas conservadoras con una militancia bien conducida en villas y barrios humildes. Hoy, sus estrategas observan que esos sectores están muy golpeados por la inflación y la pérdida de poder adquisitivo y que es altamente probable que no acompañen en las urnas. Analizan en el PRO que este último pelotón tiene un problema para ser recuperado: no lo impacta lo que sí pega en los sectores medios, esa idea de que el cambio de fondo debe ser institucional y que la corrupción del kirchnerismo es más grave que sostener la esperanza de una mejora en el bolsillo.

 

 

Los sectores más humildes, otro voto que observan complejo de recuperar. 

 

 

La pregunta que se hace el Gobierno y que la oposición mira casi más que los votos propios es cómo hará Macri para recrear un escenario de un voto del 28 o el 30 por ciento en las PASO. Y qué pasaría luego si lograse ir a la segunda vuelta con cualquiera de los opositores. Allí podría tener otro doble cuello de botella: por un lado, el rendimiento negativo que ha tenido Cambiemos en las primeras ocho elecciones grandes; el segundo, cómo haría, de acceder al ballotage, para que el voto del peronismo alternativo se le sumara al oficialismo, algo que ocurrió en 2015 casi de manera masiva.

 

Puesto sobre la mesa el escenario provincial, es notoria la preocupación por el factor Córdoba, que, junto a Buenos Aires, llevaron a Macri al sillón de Rivadavia. La Docta no sólo fue un suceso de Juan Schiaretti, sino que Cambiemos resignó la capital a manos de un delfín del gobernador. En Santa Fe, el PRO quedó tercero pero muy lejos y en Entre Ríos también descolló el PJ. Vale recordar que en 2015  María Eugenia Vidal ganó la gobernación bonaerense, pero Macri perdió en ese territorio contra Scioli.

 

 

CFK y la corrupción. Para el Gobierno es clave que sea candidata. Si no lo es, "no tenemos Plan B", dicen. 

 

 

“Hay que ir voto a voto”, se sinceran en la Casa Rosada, donde la expectativa está puesta en fidelizar y evitar errores en la clase media que odia a CFK. Pero lo que inquieta es que los números, a priori, no cierran. En 2015, sin CFK en el terreno, Macri ganó por tres puntos con niveles récord de imagen positiva, con el kirchnerismo agotado y jaqueado por su propia corrupción y sin ser oficialismo. “Tenemos mucha confianza, la gente no quiere volver atrás”, repiten en el Gobierno.

 

Como contó Letra P esta semana, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, trabaja con la juventud con el objetivo de recuperar votantes. Pero hay líneas internas del oficialismo que creen que la palabra y el “sí, se puede” no serán suficientes y que son necesarias medidas excepcionales para poner más dinero en la calle. A principios de año, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, creía que la economía no iba a tener peso en la elección, pero el rebrote inflacionario y las mini corridas abortaron la recuperación que se esperaba. “Hoy, nuestra campaña es todo política”, contaron desde un ministerio clave en la toma de decisiones.

 

Las cuentas de almacenero que hacen todos los sectores de cara a octubre detonan si ocurre un fenómeno posible: que CFK decida no ser candidata. “Si pasara eso, no tenemos plan B”, confirman en Cambiemos. De ocurrir, será un problema para el Gobierno y apuraría los tiempos de muchos, exigiendo a un rearmado rápido en la avenida del medio y el consenso para un candidato del nuevo PJK. En un mes no habrá más misterios.

 

Javier Milei, dispuesto a jugar a fondo contra las provincias.
Victoria Villarruel, vicepresidenta de la Nación.

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