Algunos días antes de la elección en Córdoba, el Gobierno ya preveía un duro revés. Solo le faltaba llenar los casilleros con los números finales, pero el comando electoral del PRO no dudaba de que el gobernador Juan Schiaretti iba a ser reelecto con comodidad y que podía arañar una diferencia de 20 puntos porcentuales con respecto a la performance combinada de los postulantes de Cambiemos. Una vez finalizado el escrutinio, el oficialismo activó este lunes un operativo para despegar al presidente Mauricio Macri de semejante derrota y se esforzó por imponer la idea de que Mario Negri y Ramón Mestre representaron a la Unión Cívica Radical (UCR) y no al Gobierno.
A fines de 2018, después de repetir largamente que la disputa entre Negri, jefe del interbloque de Cambiemos en Diputados, y Mestre, el intendente de la capital provincial, por la candidatura a gobernador formaba parte de "una interna radical", la Casa Rosada finalmente terminó por intervenir de mala gana, cediendo ante hechos que no controlaba y aceptando incluso la desaparición de la marca Cambiemos. El gobernador Schiaretti, indirectamente, colaboró con esa estrategia al provincializar la campaña y alambrar su distrito para evitar cualquier vinculación con la discusión nacional.
Con los resultados sobre la mesa, la Casa Rosada habló este lunes de "paliza" en el distrito que en el ballotage de 2015 había resultado clave para llevar a Macri a Balcarce 50. Sin embargo, para el Gobierno la catástrofe cordobesa no salpica al Presidente, que aún conserva un 40% de imagen positiva en esa provincia, el territorio que más visitó desde que asumió su mandato.
La división de Cambiemos -sostienen en el Gobierno- fortaleció a Schiaretti, que unificó a todo el peronismo -incluido el kirchnerismo- y hasta acordó con un sector del progresismo local. El peronista diseñó toda esa estrategia mientras Cambiemos se sumergía en una interna interminable, en la que el PRO pasó de hablar de una "pelea de radicales" a fallar en favor de Negri, desatando la furia de Mestre y del radicalismo díscolo.
Semanas atrás, Macri se declaró prescindente de los comicios cordobeses para evitar quedar pegado a una derrota que se preveía segura y terminó siendo contundente. La reacción tardía del oficialismo para controlar la interna radical terminó complicando al Gobierno y le provocó a la coalición una dura derrota.
De todas formas, en el Gobierno sostienen que el precedente no entraña ningún riesgo nacional y que la presidencial será "otra elección".
"La suma de los votos de Negri y Mestre representan el piso de Cambiemos de cara a las PASO nacionales", confían en la Casa de Gobierno. En las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias de 2015, Macri había llegado al 35% de los votos, siete puntos por encima del acumulado en esta ocasión entre el diputado y el jefe comunal (28%).
Lo cierto es que, más allá de su estrategia de despegarse de los comicios provinciales, la Casa Rosada acumula ya ocho derrotas al hilo. La elección cordobesa parece romper ese lema que enarbola Marcos Peña en torno a que las disputas locales "no llegan" a Buenos Aires y no dinamitan la reelección Macri. Ocurre que esa provincia tiene una carga simbólica por la memoria del ballotage de 2015 y porque Cambiemos nació en la ciudad de Marcós Juárez, donde Schiaretti arrasó con más del 65% de los votos contra 16% de Negri y 8% de Mestre.
El operativo despegue implica que Macri evitará cualquier mención a lo ocurrido en Córdoba. No visitó a Negri -el candidato preferido de la Casa Rosada- durante la campaña y no emitirá comentarios. Esa tarea recaerá en el resto del gabinete. Este lunes el secretario General de la Presidencia, Fernando De Andreis, y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, hablaron ante los medios y ofrecieron la versión oficial sobre la elección.
De Andreis, del riñón de Peña, felicitó a Schiaretti y destacó la "buena relación" con la Casa Rosada
En la reunión de gabinete de este lunes hubo autocrítica y un análisis claro del resultado final: la división de Cambiemos colaboró con la "paliza". Sin embargo, el Gobierno saldrá a instalar que "no tuvo candidato" en Córdoba, una idea que solo busca salvar a Macri de la debacle pero que resulta endeble para hacer olvidar que la gobernadora de la provincia de Buenos Aires Aires, María Eugenia Vidal, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y la diputada Elisa Carrió desfilaron por Córdoba en apoyo a Negri.
La autocrítica se reduce a no haber comenzado a tiempo el trabajo para clausurar cualquier interna de Cambiemos. En conferencia de prensa, Bullrich ahondó en esa lectura y dijo abiertamente que simplemente hubo dos candidatos del radicalismo. "Divididos no sumamos", graficó a modo de autocrítica.