Lo degradaron, pero, en la práctica, lo ascendieron. En los papeles, dejará de ser ministro de Modernización, pero su estructura no se achicará y estará a cargo de lo que hasta hace días hacían Mario Quintana y Gustavo Lopetegui; es decir, incrementará funciones e incidencia en la marcha de la gestión. Tras años de trabajo junto a Mauricio Macri, para Andrés Horacio Ibarra lo que diga el Presidente es inobjetable.
Cultor del perfil bajo, el licenciado en Economía se refugia en la gestión. Goza de la confianza y de un vínculo directo con Macri, sin necesidad de intermediarios. A pedido del líder PRO, se transformará en sus “ojos” para seguir el día a día de la administración Cambiemos desde la vice jefatura de Gabinete, junto a Marcos Peña, que reafirma su protagonismo en el círculo íntimo presidencial y mantiene bajo su ala la estrategia del Gobierno y el diseño del discurso oficial.
En su experiencia personal. para Ibarra es un regreso a sus orígenes laborales. Ocupó esta función hace más de 30 años para el grupo de empresas de la familia Macri, primero bajo el ala de Franco y luego de Mauricio y, también, cuando se desempeñó como gerente general del Club Atlético Boca Juniors, del que es fanático: va a la cancha cada vez que el conjunto de la ribera sur juega de local.
En el tablero de “ganadores” y “perdedores” del nuevo gabinete presidencial podría ubicárselo en el primer grupo, pero su corrimiento de Modernización lo toma como un pedido personal de su jefe político. De hecho, según pudo saber Letra P, Ibarra fue el único funcionario de los que no estuvieron en Olivos que se enteró del cambio de rol por boca del propio Macri. El resto de los ministros degradados a secretarios conoció su futuro político por los medios o por un llamado de Peña. Fue tal la incertidumbre de las 48 horas de negociación en la Quinta Presidencial, que algunos funcionarios hicieron lo imposible por aferrarse a sus cargos, en el marco de una tensa disputa con la Unión Cívica Radical (UCR) y la Coalición Cívica de Elisa Carrió. No fue el caso del ex ministro de Modernización.
Esa quietud de Ibarra se conecta con la química que mantiene con Macri, que lo considera “amigo” y aceptó ser testigo de su casamiento con la diputada nacional María Carla Piccolomini. “Nunca le pidió nada”, recitan en el PRO para explicar el vínculo de confianza entre el Presidente y el flamante vicejefe de Gabinete. Desde su paso por la Jefatura de Gobierno, Macri siempre tuvo predilección por los dirigentes que escaseaban de ambición política, mientras otros rezaban un rosario para aparecer en una lista. O directamente hablaban con su íntimo amigo Nicolás Caputo para enviar un mensaje al líder PRO o, al menos, sentarse a dialogar. En las épocas porteñas, Nicky solía actuar como puente entre algunos miembros de su gabinete y su compañero de banco del Cardenal Newman, como relata el libro “El Otro Yo”, de los periodistas Noelia Barral Grigera y Esteban Rafele.
Ibarra estrenó su nuevo cargo este jueves, durante la visita oficial de Macri a Mendoza. Hubo reunión de gabinete en conjunto con el equipo del gobernador Alfredo Cornejo. Ya no será únicamente el ministro que ajusta a los ministros: intercederá en el diseño organizacional y el presupuesto para controlar el cumplimiento de los objetivos de las distintas estructuras. “Un Quintana flexible”, describen en la Casa Rosada.
El ex CEO de Farmacity rechazó una propuesta de Macri para controlar las empresas públicas y decidió volver al sector privado. En tanto, Lopetegui, también desplazado de la vicejefatura de Gabinete, estará a cargo de los proyectos estratégicos del Gobierno bajo la estructura del propio Macri y con despacho en Balcarce 50.
El ascenso de Ibarra es el acercamiento de un soldado de Macri a la estructura que audita la gestión diaria. Según pudo saber Letra P, modificará el sistema de las reuniones de seguimiento para darles una periodicidad. Se estudia dar de baja las reuniones de todo la estructura del gabinete de los ministros, como se hacía con Quintana y Lopetegui, que luego llevaban la minuta de la reunión al jefe de Estado. El objetivo es reducir la cantidad de asistentes a esas reuniones en las que se discute sobre los avances de las medidas de gobierno y que participen únicamente Macri, Peña, Ibarra y el titular de la cartera.
Sin embargo, la nueva función no borra la tarea que le encomendó Macri desde diciembre de 2015, cuando juró como ministro de Modernización, una réplica de la estructura que condujo en la Ciudad para transparentar las acciones de gobierno y agilizar el sistema de trámites. Seguirá con la digitalización de los expedientes públicos, la conectividad y el control del empleo público, tema que obsesiona al Presidente. Macri quiere que continúe como gerente de recursos humanos del Estado, verificando y armando el plan de ajuste de la planta gubernamental en todos los resortes estatales, desde ministerios hasta organismos autónomos. Ese plan luego es aprobado por el Presidente y Peña, como pasó con el decreto que limitó las contrataciones de personal a través de universidades públicas.
“Era un Estado de militancia política, que no tenía nada que ver con la gente que trabaja todos los días bien en el Estado”, le dijo a Alejandro Fantino durante una entrevista en Animales Sueltos para explicar su desembarco en el gobierno nacional. En la previa al ballotage, prometió, a tono con el mensaje presidencial, “revisar” contratos realizados por los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. De acuerdo al Boletín Oficial, su cargo será el de secretario de Gobierno de Modernización, que, en la dinámica del oficialismo, actuará como vicejefe y mantendrá la estructura de la ahora ex cartera destinada a desburocratizar el Estado.