PLANO CORTO. ALEJANDRO FINOCCHIARO

Señor Matanza

El ministro de Educación forma parte de la prehistoria incómoda del PRO. Del escándalo de las escuchas al sueño de la gran intendencia, éste es el acusado de poner en coma a la Universidad Pública.

"Yo no iba a mandar a mis hijos a la escuela pública porque estaba en manos de tipos como Aníbal Ibarra y Daniel Filmus", se justificó el actual ministro de Educación de la Nación, Alejandro Finocchiaro, para explicar por qué inscribió a sus herederos en un colegio privado a principios de este siglo. El sincericidio, hasta ahora inadvertido, data del 31 de octubre de 2014, durante un reportaje que le concedió al dirigente de la derecha ultraliberal Carlos Maslatón, amigo íntimo y ex compañero de militancia del entrevistado desde los primeros pasos que compartieron en la política universitaria en la Unión para la Apertura Universitaria (UPAU). Maslatón fue la figura más conocida del brazo estudiantil de la Unión de Centro Democrático (UCeDé), creada por Álvaro Alsogaray, que se autoliquidó años después por la disputa que protagonizaron su hija María Julia y Adelina Dalesio de Viola, antes y después de la primera presidencia de Carlos Menem

 

Un año después de ese reportaje con Maslatón, Mauricio Macri ganó el ballotage del 22 de noviembre de 2015 bajo el signo de Cambiemos. La victoria implicó una recompensa política para la fidelidad de Finocchiaro desde el nacimiento del PRO. El ascenso se materializó cuando la gobernadora bonaerense electa, María Eugenia Vidal, premió su siembra electoral en el partido de La Matanza. Lo designó director general de Cultura y Educación bonaerense, un ministro de Educación pero con mayor rango porque en la provincia requiere acuerdo del Senado. El objetivo: lidiar con los ocho gremios de docentes, liderados por Roberto Baradel, de SUTEBA, el antagonista preferido de una batalla política y salarial que no ha concluido. 

 

Hace 13 meses que Finocchiaro mira esa disputa con cierta distancia. El 17 de julio del año pasado, Macri lo puso al frente del Palacio Sarmiento para reemplazar a Esteban Bullrich. El actual senador, a contrapelo de sus deseos, fue obligado a dejar el gabinete nacional para encabezar la lista de Cambiemos por la provincia, con Vidal como principal electora. 

 

 

Como una paradoja de su carrera académica y política, Finocchiaro llegó a los 51 años este lunes 27 de agosto. Los cumplió enfundado en el traje de ministro que anheló, pero en medio del conflicto universitario más largo de los últimos años y, posiblemente, uno de los más agudos. Buscó reanudar la paritaria universitaria, que ya transita su cuarta semana de paro con alto acatamiento y la fuerza suficiente como para interpelar su función como jefe de la cartera educativa. La negociación en "sesión permanente" que prometió a principios de esta semana duró apenas una hora.

 

Luego de meses de bajo perfil, el empeoramiento de la crisis universitaria lo obligó a romper el silencio que buscó mantener para que el conflicto no opacara su máxima ambición: transformarse en intendente de La Matanza y capitalizar el poder sembrado en ese territorio desde su militancia estudiantil en la Universidad Nacional de esa localidad (UNLaM), donde llegó a ser docente y decano  del Departamento de Derecho de esa unidad académica. 

 

 

Caminando por un sueño. El ministro va por el premio mayor: la intendencia de La Matanza.

 

 

Fundada en septiembre de 1989, fue la primera universidad que creó Menem apenas llegó a la Presidencia. Lo hizo para cumplir una promesa de campaña, que respondía a la insistencia del actual empresario de medios Alberto Pierri, histórico dirigente del peronismo de la Tercera sección electoral. En esa cuna, Finocchiaro construyó su carrera académica.

 

Luego de la crisis del UPAU, sus viejos colegas recuerdan la identificación política del entonces profesor con el menemismo. Una identidad sobre la que luego deslizó, ante interlocutores recientes, que "se reconoce como peronista".

 

Tan grande es su preocupación por La Matanza y por transformarse en su primer intendente macrista, que Finocchiaro es uno de los principales detractores del proyecto de Vidal para subdividir el partido. “Siempre dice en reserva que ese proyecto es un mamarracho, pero no puede sacar los pies del plato porque sabe que Vidal podría ser una de las personas que lo respalde cuando lance su candidatura. También, de algún modo, tiene que resistir a las críticas que le disparan en la jefatura de Gabinete", confió a Letra P una fuente de Cambiemos, que conoce el malestar que masculla el ministro coordinador, Marcos Peña, sobre las ambiciones electorales del titular de la cartera educativa. 

 

La inquina del peñismo no es el único obstáculo que tiene Finocchiaro en su carrera para disputar la sucesión de Verónica Magario. También debe lidiar con el concejal matancero Miguel Saredi -actualmente, vicepresidente del Concejo Deliberante- y con otro aspirante al mismo puesto: el ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo. El ex vice primero de la Legislatura porteña, oriundo del barrio porteño de Mataderos, también integra la lista de macristas que buscan pelear electoralmente por el control del distrito más importante de la provincia. En ese juego, ante las consultas de este medio, en la Casa Rosada reconocen que, a pesar de los dardos que le prodiga Peña, “Fino es el menos débil de nuestros posibles candidatos”.

 

 

Finocchiaro lo hizo: una marea humana copó el centro porteño este jueves en defensa de la Universidad Pública.

 

 

EL OTRO IBARRA Y EL VIEJO FINO. Criado en la localidad de San Justo, corazón del municipio que tiene el tamaño y la población más grande del país, este abogado graduado en la Universidad del Salvador tiene un apellido que no pasa inadvertido para el actual presidente desde hace una década. Su rol forma parte de la corta prehistoria del macrismo gracias a sus “dotes de hábil declarante”, como le reconocen algunos ex integrantes de la Comisión Especial Investigadora de la Legislatura porteña, que intentó indagar sobre la presunta red de escuchas ilegales y de espionaje interior que habría funcionado dentro de la recién creada Policía Metropolitana bajo el mando del ex comisario de la Federal Jorge “Fino” Palacios, el policía preferido del entonces alcalde porteño. 

 

En octubre de 2010 tuvo que prestar testimonio ante la Legislatura, donde explicó, en su calidad de decano del Departamento de Derecho de la UNLaM, cómo había llegado a la cartera educativa capitalina y qué vínculo tenía con el espía, ex agente de la Federal y efectivo de la entonces Policía Metropolitana Gerardo Ciro James. Cuando ingresó a trabajar en la Ciudad, el policía y abogado había ejercido la docencia como auxiliar en las cátedras de Derecho Penal I y Derecho Penal II del departamento de Derecho, que conducía Finocchiaro. 

 

“Jamás estuvo designado como docente ni en otro cargo de mi Departamento", contestó y mencionó a dos personas claves sobre su vinculación con el PRO: uno, el docente Mariano Narodowski, a quien conoció en la UNLaM. Luego sería el primer ministro de Educación porteño de Macri en Bolivar 1.

 

El otro contacto resulta determinante diez años después de aquella declaración. Finocchiaro confió su buena relación con Andrés Ibarra, que acompaña a Macri desde su paso por Boca Juniors, luego fue ministro de Modernización porteño durante ocho años y, desde diciembre de 2015, tiene el mismo cargo, pero en el Poder Ejecutivo Nacional. Se encarga del control de los empleados públicos del Estado. Ante la comisión investigadora, Finocchiaro dijo conocerlo poco antes de llegar al Gobierno porteño, pero asumió que los unía una buena relación. Tanto, que llegó a asesorarlo en temas jurídicos para el PRO. 

 

 

 

La Sala I de la Cámara Federal porteña, integrada Eduardo Farah, Eduardo Freiler y Jorge Ballestero,confirmó en 2010 el procesamiento contra Macri que había dictado el juez Norberto Oyarbide. En 2016 lo revocó, en base a una nueva resolución de Sebastián Casanello que lo sobreseyó. Estaba acusado de ser partícipe necesario de una asociación ilícita dedicada a realizar espionaje dentro del gobierno porteño.

 

El fallo que firmaron los camaristas en 2010 dejó en evidencia la íntima relevancia de Ibarra en el entorno de Macri. “Según cuenta Narodowski, (Ibarra) fue incorporado a su ministerio por recomendación del propio jefe de Gobierno. Luego pasó a ocupar el cargo de subsecretario de Administración y luego secretario de Educación. (…)”, recuerda el fallo y agrega que “la relación de Palacios con Ibarra puede tender a explicar la aparición de James bajo su órbita. Pero mejor lo explica la relación de Palacios con el jefe de Gobierno, máximo responsable de la administración", sostuvieron los camaristas. “Al mismo tiempo, por el modo en el que se manejaba James en el Ministerio de Educación porteño, parecía ser una suerte de secreto a voces la designación meramente formal a cambio de cumplir en realidad otro tipo de tareas”, razonaron.

 

 

 

A contrapelo de la argumentación penal, Finocchiaro se desligó de las sospechas mucho antes. Lo hizo ante la Legislatura. Sostuvo que había trabajado para Narodowski “desde enero del año 2008 hasta los primeros días de abril del año 2009”, pero luego continuó como funcionario durante los años siguientes. La presunta vinculación material con la UNLaM de los agentes sospechados pasaba por el área de Derecho y por convenios con el Gobierno porteño que el actual ministro negó. Su rol, recuerdan los memoriosos, fue muy valorado en una de las primeras crisis políticas que afrontó Macri durante el inicio de su carrera ejecutiva. Forjó una relación con Ibarra que sigue intacta en la actualidad. En buena parte de los dos mandatos porteños del actual Presidente, el negociador informal con los docentes era Finocchiaro, que llegó a sentarse con los 15 gremios de maestros ante la ausencia de una regulación paritaria. Esa "muñeca" le permitió ganar la consideración de Vidal cuando fue vicejefa de Gobierno porteño en el segundo mandato de Macri. El tándem Ibarra – Finocchiaro que buscó rediseñar la relación con los docentes porteños es el germen de un vínculo que pasa inadvertido durante los tiempos de Macri como inquilino de la Casa Rosada.

 

En las oficinas de Balcarce 50 confirman el peso de esa relación. Señalan a Ibarra como una de las voces determinantes que escuchó Macri para ponerlo en el lugar de Bullirich. En la actualidad, la cartera de Modernización tutela toda la política de negociación salarial con los trabajadores de distintas ramas del Estado, pero la cuestión docente es coordinada con Finocchiaro, con la misma dedicación que puso en la Ciudad, cuando reportaba a Bullrich en la cartera educativa porteña, donde fue secretario luego de la crisis de las escuchas ilegales.

 

El radar presidencial también lo tiene presente por otro tema que le suma puntos y que prodigó originalmente Franco Macri: su conocimiento sobre China, una de sus especialidades académicas que reforzó, cuando joven, con un viaje al gigante asiático por cuenta del Partido Comunista Chino. 

 

 

 

Ahora, con 51 años a cuestas, esos momentos originarios del macrismo son un viejo recuerdo que sus colaboradores prefieren olvidar, amparados en una voltereta judicial tan opaca como la relación del aparato de espionaje estatal con los tribunales federales. Aún así, se sigue definiendo “como un soldado de la causa dispuesto a “ir donde le diga Mauricio”, tal como le dijo a su viejo correligionario Maslatón. Con esa fidelidad, dicen que transita el conflicto universitario a dos puntas: como víctima de una conspiración "kirchnero-troskista" y como potencial victimario de los adversarios políticos que quisiera "carpetear": una ofensiva que desata internas dentro de la cartera educativa. 

 

La dimensión del conflicto podría obstaculizar las ambiciones del ministro y desnudar su relación con una vieja obsesión que le adjudican a Macri, compartida con antagonistas de distinto pelaje: investigar a sus enemigos por todos los medios posibles para doblegarlos.

 

Luis Juez, jefe del bloque PRO del Senado 
Javier Milei bailando un vals con Trump. (Imagen generada por IA). 

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