Entrevista. Federico Storani

“Cuando las papas queman, convocan a la UCR para una foto muy de maquillaje”

El vice del comité nacional reclama un espacio real de debate con el PRO. El Gobierno y “su cuota de responsabilidad” en la grieta. Una fórmula radical en las PASO. “La democracia sigue renga”, marca.

Hace exactamente 35 años, Federico Teobaldo Manuel Storani se preparaba para asumir por primera vez el cargo de diputado nacional. No era un momento más de la historia argentina. El país salía de los siete años más oscuros de su vida institucional y la tarea de asentar bases sólidas para la incipiente democracia exigía, como condición indispensable, echar luz sobre el horror reciente. En ese cometido, el primer proyecto que votó el entonces flamante diputado radical fue la derogación de la ley de auto amnistía que la dictadura militar promulgó días antes de abandonar el poder para intentar garantizar la impunidad de los genocidas. Este hecho fue el puntapié inicial del proceso que recalaría en el juicio a las juntas.

 

Por estos tiempos, con la democracia consolidada en sus formas, Storani observó en diálogo con Letra P varias cuentas pendientes para su consolidación real y, retomando el diagnóstico hecho por Raúl Alfonsín hace 15 años, aseveró que la democracia “sigue renga” al advertir que “todavía estamos lejos de alcanzar un comportamiento maduro en cuanto a la tolerancia, el pluralismo y la convivencia”. En esa “grieta” que la administración Macri prometió “cerrar”, el hoy vicepresidente 2º del Comité Nacional de la UCR considera que “el Gobierno tiene su cuota de responsabilidad” por su persistencia en un escenario donde "existe una política muy fuertemente polarizada".

 

Crítico del rol del radicalismo en Cambiemos -"demasiado contemplativo", se queja- y de varias políticas del Ejecutivo, Storani duda de fotos como las celebradas el miércoles pasado entre la comitiva PRO y la delegación radical, como así también de las "mesas que se generan que después no tienen ningún poder de decisión". Así, habla de “maquillaje” cuando “las papas queman”, por lo que pide canales reales de debate y articulación entre los socios de lo que, por lo pronto, considera “una agrupación electoral, no una coalición de gobierno”.

 

Pero, más allá de las críticas, se mantiene con los pies en el plato de Cambiemos e insiste en que, dentro de ese esquema, el radicalismo tiene que presentar batalla interna con una fórmula presidencial propia en las PASO. En esa línea, advierte que en la provincia de Buenos Aires uno de sus posicionamientos centrales será "defender los intereses de muchos de nuestros correligionarios en pueblos y ciudades que tienen el deseo de competir" en las primarias. 
 

 

BIO. Cordobés (5 de agosto de 1950), hijo de Conrado Storani (ex legislador radical y funcionario del gobierno de Raúl Alfonsín). Se trasladó a La Plata para realizar su carrera universitaria en la Facultad de Derecho. Fue presidente de la Federación Universitaria Argentina (FUA) y uno de los impulsores de La Coordinadora. A partir de 1983, fue electo diputado nacional en reiteradas ocasiones (su último periodo finalizó en 2007). En el estreno de la Alianza, secundó a Graciela Fernández Meijide en la lista legislativa que se impuso al peronismo en terreno bonaerense en 1997. Dos años más tarde, fue designado ministro del Interior por Fernando De la Rúa, cargo al que renunció en marzo de 2001 tras el ajuste en educación. Desde diciembre del año pasado es vicepresidente 2° del Comité Nacional.





-Hace 15 años Raúl Alfonsín afirmó: "Tenemos una democracia renga”. ¿Cómo considera que está ahora?

 

-Sigue renga. En los tiempos de la perspectiva histórica obviamente 35 años no es mucho. A las democracias más consolidadas del mundo les ha llevado muchísimo más tiempo no solamente arraigarse, que no es solamente las formas de la democracia, la legitimidad en el origen del poder a través del voto, la separación de poderes, sino sobre todo impregnar profundamente a la sociedad los comportamientos democráticos, esto es la convivencia, la tolerancia, el pluralismo, que, como vemos, con la violencia que hoy existe en la Argentina en todos los órdenes, desde los políticos hasta los deportivos, es evidente que todavía estamos lejos de alcanzar un comportamiento maduro. Por lo tanto, es una democracia que todavía vive un proceso de transición entre el autoritarismo cultural que en su momento nos colonizó durante tanto tiempo y una forma de comportamiento más democrático y más tolerante.

 

"Hasta acá lo que se ha tratado de atender y no con éxito fueron las urgencias de la cuestión inflacionaria, que sigue siendo exageradamente alta."

-Precisamente hablando de convivencia y tolerancia, uno de los objetivos que se puso el actual gobierno es terminar con la grieta entre los argentinos. ¿Avanzó en ese sentido?

 

-No, es evidente que no, existe una política muy fuertemente polarizada y en esto el Gobierno tiene su cuota de responsabilidad porque proclama luego algo que no lleva a la práctica con toda energía y convicción. Por un lado estaba el populismo degradante que estuvo muy bien superarlo, por eso es que no me arrepiento de lo que hicimos en Gualeguaychú, porque tratamos de controlar y equilibrar el poder y garantizar la alternancia en el ejercicio del poder,. Ambas cosas se consiguieron, pero era recién un primer paso.

 

La otra cosa que había que construir era una verdadera coalición de gobierno que pusiera en debate las políticas públicas esenciales y que, por otro lado, superara la famosa grieta, porque no hay duda que cuando hay una crisis tan profunda como la que Argentina vive y ya nadie puede disimulara. La regla número uno es ampliar la base de sustentación y no entrar en un embudo como puede ser una grieta. En ese sentido, el Gobierno no ha contribuido y tampoco la oposición, fundamentalmente lo que se nuclea alrededor de la ex presidenta de la Nación (por Cristina Kirchner).

 




-Con miras a 2019, ¿alcanza para la UCR la meta de terminar “definitivamente con el populismo”, como planteó el vicegobernador Daniel Salvador, para seguir en Cambiemos?

 

-Terminar con el populismo es positivo porque el populismo, por definición, en su ADN tiene degradación de las instituciones, tendencia a la hegemonía y autoritarismo y necesariamente termina en corrupción, como hemos visto en la experiencia del gobierno anterior. Pero  hay que adosarle una propuesta que sea de políticas de Estado compartidas por un sector más amplio que el que actualmente está en la agrupación electoral Cambiemos, porque tampoco es una coalición de gobierno, es una agrupación electoral hoy por hoy, que permita llevar adelante reformas estructurales que en la Argentina hacen falta.

 

-¿Reformas de qué tipo?

 

-Entre otras cosas, redefinir el papel del Estado, hacerlo mucho más eficiente, pero también explicar de manera indicativa qué sectores deben favorecerse, qué rol debe tenerse... en ese sentido, todavía estamos lejos. Hasta acá, lo que se ha tratado de atender y no con éxito fueron las urgencias de la cuestión inflacionaria, que sigue siendo exageradamente alta, la cuestión del déficit, y hay que poner mayor acento en el crecimiento y el desarrollo con equidad.

 

"Es posible que aún dentro de Cambiemos pueda existir una competencia tal cual la marcan las PASO"

-¿En 2019 no hay otra alternativa para el radicalismo que Cambiemos?

 

-Somos tan fundadores como el PRO y la Coalición Cívica. Por lo tanto, tenemos que plantear y reivindicar nuestro papel ahí adentro y pedir reglas de juego claras también. Es posible que aún dentro de Cambiemos pueda existir una competencia tal cual la marcan las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), que son una buena alternativa para tener en cuenta. La UCR tendría que avanzar en una fórmula propia que compitiera en las Primarias.

 

-Y en ese sentido, ¿cómo ve los movimientos de dirigentes como Ricardo Alfonsín, que articulan con el socialismo y el GEN?

 

-Si se trata de ir identificando una agenda de carácter superadora de la que actualmente tenemos y progresista, no está mal. Ahora, si se trata de generar nuevos espacios políticos, no hay espacio para eso, porque de aquí a 2019 la elección va a ser nuevamente polarizada y la polarización se va a producir entre lo que pueda generar Cambiemos, aun con todas las deficiencias que hay que corregir, y lo que pueda generar por otro lado el peronismo, que, hoy por hoy, tiene como mayoría el kirchnerismo.


 


-¿Qué aspectos se tendrían que corregir en la convivencia de los socios de Cambiemos de cara a 2019?

 

-Lo central es que el radicalismo tiene que insistir en que existan ámbitos permanentes e institucionalizados de debate de las políticas públicas. No es el reclamo de más puestos ni cargos, ni nada por el estilo. Al contrario. Simplemente que no sea que, cuando las papas queman, llamen de urgencia y se haga una foto muy de maquillaje pero luego no se convoque a decisiones elementales.

 

"La decisión más importante que el Gobierno tomó fue la concurrencia al FMI y no hubo una consulta previa con el radicalismo"

-¿Cree que la reunión de este miércoles entre el macrismo y dirigentes del radicalismo fue maquillaje?

 

-Hasta ahora vienen siendo movimientos muy espasmódicos. Cuando las papas queman y se necesita, convocan. Luego parece que todo queda en el olvido o se generan mesas que después no tienen ningún poder de decisión. La decisión más importante que el Gobierno tomó hasta aquí fue la concurrencia al Fondo Monetario Internacional y en ese momento no hubo una consulta previa con el radicalismo. Hubo una comunicación, pero no una consulta.

 

-¿Y qué autocrítica hace del rol del Comité UCR para que se haya llegado a esta situación en la relación con el PRO?

 

-El radicalismo ha sido demasiado contemplativo en el sentido de contemplar, de mirar y no de plantear las cosas anticipándose. Empezamos cuando se intentó designar por decreto a los miembros de la Corte. Allí hubo una advertencia. Pero siempre con el hecho consumado. O la cuestión de la reforma previsional o la vinculada a las empresas de energía. Me parece que el radicalismo debe tener permanentemente iniciativas y reclamar esos espacios institucionales y permanentes de debate.


 


-¿El protocolo de flexibilización en el uso de armas de fuego por parte de la Policía es uno de esos aspectos que tendrían que haber sido consultados entre los socios de Cambiemos?

 

-Pienso que eso merece un debate muchísimo más amplio. Desde la modificación de la legislación de fondo, que ya está en marcha porque existen proyectos sobre eso, hasta la forma de contención de políticas sociales hasta en último caso los institutos y unidades penitenciarias, de qué manera plantearlas. La política penitenciaria tiene que ser integral, desde la educación, la contención social, la asistencia social, centralmente la cuestión de la educación, hasta las formas punitivas de represión, que pueden ser todas consideradas. Pero una sola tomada de manera aislada, no va a solucionar el problema de fondo. Otro eslabón fundamental es un instructivo muy clarísimo por parte del legislador a la Justicia, porque la Justicia aplica la ley, pero muchas veces la ley tiene una dosis de ambigüedad que permite que las interpretaciones sean muy diversas como vemos.

 

-Usted dijo que no hacía falta en Argentina un Bolsonaro porque ya tenemos uno. ¿Incluye a las políticas en materia de seguridad en esa visión?

 

-No en ese aspecto. Cuando me refería a eso fue el aspecto económico. Cuando me preguntaron si en Argentina había espacio para un Bolsonaro dije que no, porque desde el punto de vista económico estrictamente, lo que está planteando el designado ministro de Economía Guedes en Brasil es muy similar a lo que se plantea en Argentina. Es decir, apertura económica, políticas de privatización, etcétera. No hay una diferencia sustancial. Bolsonaro por supuesto que tiene su singularidad negativa en otras cosas, como por ejemplo la xenofobia, el racismo, la homofobia, que no son características de este Gobierno.  

 

"Lo que plantea el designado ministro de Economía de Bolsonaro es muy similar a lo que se plantea en Argentina: apertura económica y políticas de privatización."

-¿Pero en la visión económica no ve diferencias?

 

-La única diferencia que sí es riesgosa para nuestros intereses es que Bolsonaro, con el volumen que tiene la economía brasileña, busca mucho más el desarrollo de relaciones bilaterales y abandona el multilateralismo o no le da la misma importancia que le damos nosotros y en ese sentido sí hay un cambio. Pero en otras cuestiones de fondo, lo que respondió el ministro Guedes es muy similar al plan que se desarrolla en Argentina. Por eso dije que no hay espacio para un Bolsonaro en Argentina. Hay algunas figuras muy ridículas, como el caso del diputado Olmedo, pero la verdad es que son puramente marginales.

 

-¿Generó mucho fastidio interno perder el asiento en el Consejo de la Magistratura?

 

-Por supuesto que genera malestar porque obviamente no se le prestó la atención que requería un tema tan importante que, como plantea la Constitución, debe mantener un equilibrio esa institución cuyo corazón es la designación de los magistrados o la remoción de los mismos. El Consejo puede ser desnaturalizado con esta nueva composición.


 


-En el plano bonaerense, ¿cómo evalúa la presidencia de Salvador en el comité provincial?

 

-Nosotros también integramos el Comité Provincia e intentamos que estas cosas que acabo de resumir se lleven a la práctica también en la provincia de Buenos Aires. Sobre todo, tratar de defender los intereses de muchos de nuestros correligionarios en pueblos y ciudades que tienen el deseo de competir en las PASO con el PRO y la Coalición Cívica.

 

-¿El radicalismo se ha visto erosionado en el conurbano ante la avanzada de dirigentes del PRO?

 

-En el Gran Buenos Aires ya teníamos un problema aún antes de la coalición electoral que conformamos. Existe una militancia muy buena, pero muy reducida. El GBA requiere una atención muy específica sobre la problemática que tenemos que desarrollar y no les podemos echar la culpa a otros de la debilidad estructural que tenemos ahí.

 

Martín Menem y Karina Milei.
Aníbal Tortoriello vive un proceso interno en el PRO de Río Negro. Juan Martín quiere manejar el partido.

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