Los acercamientos entre diferentes tribus peronistas y, sobre todo, el surgimiento de un espacio no kirchnerista muestran un escenario abierto sobre el futuro de un armado electoral opositor que, como no podría ser de otra manera, tiene su correlato en el mundo gremial. A simple vista, el flamante espacio Alternativa Federal, que tiene a Sergio Massa y Miguel Angel Pichetto como principales referentes, debería ser el espacio de referencia del sindicalismo peronista que mantuvo -en muchos casos, aún mantiene- importantes diferencias con el kirchnerismo. Pero las ecuaciones no son tan simples.
Desde la llegada al poder de Cambiemos, la relación entre la CGT y los dirigentes del denominado peronismo federal giró en torno a la construcción de un polo diferenciado de Cristina Fernández de Kirchner que se sustentó, sobre todo, en acuerdos parlamentarios defensivos para hacer frente a los intentos oficiales de modificar leyes laborales.
Con la intención expresa de colocarse como intérprete y y representante del mundo peronista no K, Pichetto condicionó siempre el acompañamiento del bloque peronista a los proyectos oficiales sobre el tema a la opinión de la CGT. Cada vez que el Ejecutivo esbozaba su intención de introducir cambios en leyes laborales, el senador recibió a la cúpula sindical para escuchar su opinión y tomarla como propia, una estrategia que replicó con las organizaciones sociales que pugnaron y consiguieron la aprobación de la ley de emergencia social.
Sin embargo, esos gestos no se traducen en un alineamiento político al espacio impulsado por la dupla Massa-Pichetto. Hécto Daer, por caso, supo integrar las filas del Frente Renovador, pero se alejó el año pasado para sumarse a las figuras que respaldaron a Florencio Randazzo como candidato a senador. Durante las últimas semanas, el secretario general de CGT lanzó misiles contra el armado criticando "las unidades que dividen" y volvió a insistir en la necesidad de un frente peronista amplio, "que incluya las dos puntas del abanico, que son Cristina Kirchner y Juan Manuel Urtubey".
No es un planteo descabellado, al contrario. El gobernador de Tucumán, Juan Manzur, uno de los nueve jefes provinciales que Alternativa Federal cuenta adentro de su armado, insistió con la misma idea: "Un peronismo sin excepción". Detrás de estas definiciones, se sabe, hay más matemáticas que ideología, si se tiene en cuenta que, después de la derrota de 2015, no emergió ninguna figura alternativa a Cristina.
Dentro del Consejo Directivo de la CGT no existe consenso ni unanimidad sobre qué papel debe jugar la central en el rearmado peronista. Mucho menos, sobre la posibilidad de compartir un espacio con la ex presidenta. El otro integrante del binomio que conduce a la central, Carlos Acuña, es un dirigente alineado con Luis Barrionuevo, antikirchnerista confeso y cara visible de la intervención del PJ nacional que desplazó provisoriamente a José Luis Gioja. Barrionuevo es uno de los principales diques que bloquean, desde la ortodoxia peronista, cualquier posibilidad de acercamiento orgánico entre la CGT y el kirchnerismo.
El que maneja un juego pendular es el jefe de los trabajadores estatales, Andrés Rodríguez, que esta semana se incorporó a la Mesa de Acción Política de PJ metropolitano en carácter de vicepresidente. En su primera reunión pública, ese organismo logró reunir a prácticamente todas las pieza del rompecabezas peronista porteño con la intención de conseguir acuerdos para armar un frente electoral más amplio. Dos días después, Rodríguez esbozó cuál es el marco de amplitud que promueve UPCN: junto con Julio Piumato, otro directivo de la CGT, participaron de la cena de fin de año de la versión porteña de Alternativa Federal. En rigor, el encuentro del martes a la noche en el Moliére de San Telmo fue un lanzamiento velado de la precandidatura a jefe de Gobierno de Marco Lavagna. La relación entre el gremio estatal y Lavagna hijo no es una novedad. La posibilidad de una candidatura del economista siempre fue levantada como un posibilidad por los dirigentes de UPCN, algo que tomó relevancia con la presencia de Massa y Pichetto.
SIN EXCLUSIONES. El mapa sindical de quienes se alinean o avalan abiertamente una confluencia con el kirchnerismo es bastante más nítido. La Corriente Federal de los Trabajadores, el agrupamiento interno de CGT que conducen el bancario Sergio Palazzo y el gráfico Héctor Amichetti, es el espacio que más claramente juega con la ex presidenta al punto de que varios de sus dirigentes, como Vanesa Siley y Walter Correa, ingresaron al Congreso como diputados en la lista de Unidad Ciudadana. El acercamiento entre Hugo Moyano y Cristina, motorizado en parte por el líder del SMATA, Ricardo Pignanelli, amplió la base sindical del kirchnerismo y debilitó a la cúpula de la CGT con la salida de su Consejo Directivo del canillita Omar Plaini y el aeronáutico Juan Pablo Brey.
A este pelotón se suma la CTA que conduce Hugo Yasky, también diputado nacional ingresado en la boleta de Unidad Ciudadana, y, más acá en el tiempo, la decisión de Juan Grabois de la CTEP de caminar hacia un frente político con Cristina.
Por el momento, la puja entre los federales y la mesa de acción política del PJ nacional hace coincidir a todos los sectores de la CGT e incluso a la CTA. Durante el último mes, Yasky fue invitado a incorporarse. Antes lo habían hecho Daer y Moyano, sentados juntos en una misma mesa. Una foto que no se veía desde hacía años.