Apartado de la gestión y de su rol histórico de vocero gubernamental por decisión estratégica o por activarse como fusible cuando las tensiones internas en Cambiemos tocaron su pico máximo, Marcos Peña está desde hace semanas abocado casi con exclusividad al diseño de la campaña electoral 2019. Al frente de la mesa política del PRO que se reúne semanalmente, su obsesión está puesta en revertir el desencanto de la clase media que revelan las encuestas para darle al presidente Mauricio Macri la reelección, con un foco específico en el conurbano bonaerense, donde todos los indicadores negativos se agravan.
Si bien esta mesa funciona regularmente, desde hace algunas semanas tomó fuerte impulso con agenda única: las elecciones 2019. Se transformó, casi literalmente, en un comando de campaña. En las reuniones, siempre en las oficinas que tiene el PRO en la esquina de Balcarce y la avenida Belgrano, el trabajo se centra en encontrar brotes verdes que sirvan para nutrir un discurso que, en la gestión de gobierno y en la economía, no aparecen.
Tiene representantes de todos los sectores. Por la Casa Rosada participan el jefe de Gabinete, su ex número dos Mario Quintana y el secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis; María Eugenia Vidal envía a su jefe de Gabinete, Federico Salvai, mientras que Horacio Rodríguez Larreta cede su silla a su vicejefe de Gobierno, Diego Santilli. A veces, los dos mandatarios se suman en persona. El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, aporta su conocimiento y su relación con los gobernadores peronistas para interpretar la actualidad de cada distrito. El equipo lo completa el presidente del PRO, el senador Humberto Schiavoni.
Lo que más preocupa es el desplome de las expectativas. El presente se sabe malo e, incluso, así lo comunican desde el propio Macri hasta el último funcionario que responde la consulta de algún periodista. Pero lo que concentra la atención es cómo revertir esa tendencia que parece instalada. Surge una obviedad: resignado lo que resta de 2018 –con alguna apuesta a que el bono de fin de año en discusión actúe como ansiolítico social-, al Gobierno le queda el primer semestre de 2019 para dar vuelta su imagen. Apenas seis meses. “Ya lo hicimos en 2017”, aducen. La diferencia con ese repunte de imagen y de mejora de las variables económicas es que el año que viene no habrá plata para volcar a la calle. Eso al menos se acordó con el FMI. Creen que puede haber un repunte si el dólar se mantiene estable.
En los números que revisa esta mesa se encienden todas las alarmas cuando la lupa se posa en el conurbano bonaerense. Aunque entusiasma el arrastre de Vidal, la imagen de Macri entre el primer y el tercer cordón está por el piso. Rechazo casi unánime de entre el 65% y el 70%, con picos del 80%.
Una de las encuestas que analiza la mesa política del PRO.
Con pocas herramientas para impactar en la realidad, habrá que buscar vías para torcer la sensación térmica desde el discurso. El experto en esa tarea es el consultor ecuatoriano Jaime Durán Barba. Pero el cerebro que ejecuta eso es Peña. Así lo hizo en 2015 y 2017. Será otro de los ítems que deberán surgir de esa mesa de campaña.
La última reunión con asistencia perfecta fue este lunes. El martes hubo otra, más chica, en la que estuvieron Peña, De Andreis, Schiavoni y Quintana. Hubo revisión de encuestas y los números que surgen de esos sondeos, sobre todo la imagen presidencial y la consideración del Gobierno, preocupan. Alguno tiene una mirada más optimista: cree que, si éste es el piso de Macri, hay margen para crecer. ¿Cómo? “Tocando algunas perillas para reactivar la economía”, sugieren. Aún no se sabe cuáles. El Presupuesto 2019, listo para ser aprobado por el Senado la próxima semana, trae en su articulado el fuerte ajuste pactado con el FMI y un enfriamiento declarado de la economía.
La mesa de Peña tiene a su cargo el trabajo quirúrgico de la campaña. Es decir: no sólo mira la batalla nacional, sino que pone la lupa provincia por provincia. En una de las últimas reuniones evaluó satisfactoriamente que 17 provincias –eso al menos esperan en el Gobierno- desdoblen sus elecciones. Nadie sugirió en las reuniones la posibilidad de sumar a esa lista a la provincia de Buenos Aires, aunque al menos dos de los que participan son partidarios de esa idea, siempre fuera de micrófono.
Entre las definiciones que de a poco empezarán a brotar de estos encuentros están las internas provinciales. Provincia por provincia irán resolviendo dónde fortalece a la alianza oficialista habilitar internas y en cuáles habrá que informarle a algún interesado que no va a ser candidato porque Cambiemos jugará con lista única. Santa Fe es uno de esos casos donde los cerebros políticos del macrismo no quieren competencia entre el PRO y la UCR.
Esta mesa de trabajo también es un desafío para limar asperezas históricas. Por ejemplo, las tensiones archiconocidas entre Salvai y Peña. De hecho, en el gobierno bonaerense no esconden que desde las eyecciones de Quintana y Gustavo Lopetegui de la Casa Rosada la coordinación entre La Plata y Balcarce 50 se resintió. Es una forma amena de decir que, sin los intermediarios que existían entre Salvai y Peña, sus dificultades para relacionarse quedaron expuestas.