Recalculando

Preocupada por la escalada del conflicto, Vidal le mandó negociadores a Baradel

Funcionarios provinciales mantuvieron contactos informales con dirigentes cercanos al líder docente. Le llevaron un mensaje conciliador de la gobernadora, que intenta reencauzar la paritaria.

La gobernadora María Eugenia Vidal está preocupada por la escalada de tensión del conflicto con los docentes. Teme que se le vaya de las manos. Evalúa –se lo dicen sus colaboradores y los antecedentes cercanos y no tanto- que los gremios del sector, con Suteba a la cabeza pero apoyado por un frente sindical que ganó cohesión y espesor la semana pasada, están dispuestos a tomar medidas extremas y sostenerlas todo lo que haga falta. Ve un escenario de caos en el inicio de las clases. Mira el almanaque y recuerda que corre el año electoral y que ella es la esperanza del oficialismo y que, entonces, debe estar fuerte. Todavía resuenan en sus oídos las críticas por sus vacaciones tan lejanas y su ausencia en los barrios inundados del norte bonaerense. Le dicen que hay encuestas que indican que, como dijo Sergio Massa en jerga boxística, esa mano le entró. Y amplia el cuadro y nota un contexto nacional de crisis para la alianza gobernante, con el presidente Mauricio Macri en pleno ejercicio del –Página 12 dixit- errorismo de Estado. Lee La Nación, la tribuna amiga de doctrina: “Se acabó el margen”, advierte el columnista militante Joaquín Morales Solá. Por eso –por todo eso-, busca desandar el camino de confrontación que ella misma eligió para polarizar con el jefe sindical al que identificó como un kirchnerista desestabilizador, Roberto Baradel: en las últimas horas, le mandó emisarios munidos de bandera blanca, paños bien fríos y mensaje robado a Mendieta, el perro del iracundo Inodoro Pereya: Negociemos, Robi. El gesto habría surtido el efecto buscado. Al parecer, van a negociar: se dice ahora que habrá reencuentro hacia fines de esta semana.

 

Según pudo saber Letra P, funcionarios provinciales empoderados por la jefa del Estado bonaerense mantuvieron una ronda de contactos informales con dirigentes muy cercanos al secretario general del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires. Ofrecieron flexibilizar la oferta que parecía inflexible (aumento de 18% en cuatro cuotas con cláusula gatillo para ajuste por inflación según mediciones del INDEC). Ofrecieron revisar la negativa tajante de la gobernadora a atender uno de los reclamos de los docentes: considerar la pérdida del poder adquisitivo 2016 por la diferencia entre la recomposición del 34,6% acordada a principios de ese año y el nivel final de variación del costo de vida, que superó el 40%. Ofrecieron, en definitiva, retomar las negociaciones y ponerlas en un cauce menos turbulento. ¿Fojas cero? No tanto, pero algo parecido. Y pusieron como ejemplo el caso de los bancarios: la semana pasada, el Gobierno, después de negarse a homologar un acuerdo que habían alcanzado trabajadores y banqueros a fines de 2016, aflojó, favoreció una tregua y evitó el paro de 72 horas al que había convocado La Bancaria. Si con ellos se pudo, ¿por qué con ustedes no se podría?, preguntaron.

 

Para Baradel –que ha ido el vocero más duro del Frente Gremial-, la propuesta oficial era inaceptable. Por insuficiente y porque no confía en la gobernadora: dijo, cada vez que le preguntaron, que el año pasado habían acordado reabrir paritarias si la inflación se comía el aumento y que Vidal nunca accedió y que, por tanto, pisoteó el acuerdo y su propia palabra. ¿Por qué, entonces, confiar de nuevo?, se preguntó en voz alta. No sólo eso: el dirigente había subido la vara de su discurso crítico con una declaración de la que el Gobierno se montó para acusarlo de kirchnerista que, más que gremialismo, "hace politica": “Ojalá pierda el Gobierno” porque “si le va bien, le va mal al pueblo argentino”, había dicho en una entrevista con Letra P. Una impresión de ese reportaje, pudo saber este portal, llegó hasta el escritorio del presidente Macri.

 

 

MÁS Y MAS DUROS. La percepción oficial del tenor y el alcance potencial de conflicto cambió la semana pasada, cuando todos los gremios docentes de la provincia de Buenos Aires se reunieron en la sede de la delegación bonaerense de la CTA para avisar que de ninguna manera aceptarían la propuesta del Gobierno. Fue un gesto fuerte con doble mensaje:

 

  • Estamos todos en la misma vereda, incluida la cegetista Unión de Docentes de Buenos Aires (Udocba), que no integra el Frente Gremial y suele sacarse chispas con Suteba y la Feb, sobre todo.
  • Baradel no es un loco mesiánico que está descontrolado: en todo caso, todos somos Baradel.

La movida se extendió a una amplia recorrida de dirigentes de todas las organizaciones por escuelas de toda la provincia para llegar personalmente a los maestros con un mensaje fuerte: la gobernadora miente y quiere engañarnos otra vez. A Vidal le avisaron en las últimas horas que los jefes sindicales encontraron, en esa gira, caldo de cultivo de sobra para mantener el conflicto al rojo vivo.

 

El detonante de toda esa agitación había sido la participación de Vidal, el domingo 12 de este mes, en el programa televisivo “Debo decir”, que conduce el periodista Luis Novaresio en América TV.

 

 

 

“Fue una provocación”, le dijo una fuente sindical a Letra P en alusión a las declaraciones de la gobernadora en ese set de televisión, donde aseguró que, de ir los docentes al paro, les descontaría los días no trabajados y echaría mano a “todas las herramientas” a su disposición para que las clases comiencen en la fecha pautada. Fue, para la dirigencia sindical, una “clara amenaza” de cerrar las paritarias por decreto.

 

“Generó mucha bronca en las bases el programa de ayer”, le habían dicho dirigentes gremiales a este portal.

 

El propio secretario general de Udocba, Miguel Díaz, había bancado a Baradel y había puesto en palabras el malestar que había generado la participación de Vidal en ese programa. “El Gobierno no tiene que buscar chivos expiatorios ni buscar política partidaria en este tema. Querer sintetizar la cosa en una o dos personas es un error. Lo que tiene que hacer es (garantizar) que ningún docente gane menos de 15 mil pesos por mes”, había dicho.

 

De los contactos informales que mantuvieron con emisarios de la mandataria en las últimas horas, a la dirigencia sindical le quedó la certeza de que Vidal tomó nota de la dimensión que puede alcanzar el conflicto si no logra detener la guerra abierta con Baradel en particular y –por lo visto- con todo el arco sindical docente. Se trata, habría reflexionado la gobernadora, de los mismos dirigentes que sostuvieron un paro de 17 días frente a un gobierno –el de Daniel Scioli- que integraba un proyecto político con el que tenían fuertes puntos de acuerdo. Y el mismo sector gremial que tiene, como paraguas nacional, al sindicato –la Ctera- que generó con la Carpa Blanca uno de los hitos más poderosos de la resistencia a las políticas neoliberales que aplicaba en los años noventa el entonces presidente Carlos Menem .

 

Vidal lleva una carga pesada sobre sus espaldas: es la figura en la que la alianza Cambiemos deposita todas sus esperanzas en unas elecciones de medio término que se le presentan bien chivas. Pero no es, Vidal, la misma Vidal que hace un año ni la misma que hace un par de meses. Como informó Letra P, se registró una caída de la percepción positiva que tienen los bonaerenses de la mandataria. Según las mediciones que realiza el GOP, su imagen tocó el pico máximo en octubre de 2016, cuando llegó a los 66,2 puntos. Un mes después, se ubicaba en 61,8. En enero, bajó a 56,5 por efecto del asunto México.

 

SE AGOTÓ EL MARGEN. Para colmo de males, Vidal juega en una cancha embarrada. La coyuntura muestra a la alianza oficialista en su peor momento, con el Gobierno nacional esquivando las esquirlas de dos culebrones que irritaron como nunca antes a la opinión pública: el acuerdo escandaloso que había alcanzado con el Correo Argentino para perdonarle a la familia presidencial una deuda multimillonaria que mantiene con el Estado y una maniobra para generar ahorro fiscal con las jubilaciones. El jueves pasado, Vidal vio al presidente Macri reculando en chancletas –casi tartamudeando- en televisión. En el Gobierno ya hay funcionarios que expresan sus preocupaciones en charlas informales. Como un ministro al que se le escuchó decir: “Hay temas grandes que se nos están yendo de las manos”.

 

Por si faltaba algo, este domingo la gobernadora habrá leído la advertencia que llegó desde una trinchera amiga: “Si el Gobierno insiste en conducir el Estado como lo hizo en las últimas semanas, corre el riesgo de perder las elecciones legislativas de octubre. No hay un sermón de Durán Barba capaz de neutralizar el efecto fulminante que tienen las decisiones equivocadas. Varias encuestadoras han advertido ya que el Presidente y su gobierno derrocharon una parte importante de la popularidad que habían conquistado en enero. Las mediciones cubrieron hasta el conflicto del Correo, aunque no el de las jubilaciones. Esas decisiones fueron rectificadas por el Presidente, pero ya se agotó, en lo que va de febrero, el margen de error de un año electoral. Las rectificaciones son siempre encomiables, pero el exceso de ellas puede fatigar a la sociedad”, escribió Morales Solá en la tapa de La Nación.

 

Las alertas suenan cada vez fuerte. Tanto, que en la Gobernación, como contó Letra P la semana pasada, pulen el plan Carrió, que consiste en esconder al PRO detrás de la candidatura de la jefa de la Coalición Cívica para reducir los daños de una eventual derrota frente a Cristina Fernández en la provincia de Buenos Aires. El dato es, entonces: en el oficialismo ya admiten que un horizonte de derrota es verosímil.

 

En este escenario, un comienzo de ciclo lectivo con paro por tiempo indeterminado, con decenas de miles de docentes marchando por calles platenses y porteñas, sería un desastre de consecuencias imprevisibles. Porque Vidal sabe, desde el minuto uno de su gestión, que hay dos temas medulares -y de alto perfil- con los que no tiene ningún margen para hacerse la distraída: "la Bonaerense" y "el inicio de clases". A diferencia de otros asuntos en los que las competencias se confunden con las de la Nación en el revoltijo de la República federal, no hay grises en estos dos temas: son problemas de la Gobernación. 

 

Por eso -por todo eso, que es mucho-, los emisarios de la mandataria provincial le sugirieron a Baradel: Negociemos, Robi. Y, al parecer, esta semana van a volver a negociar.

 

Luis Giovine, presidente de la EPEC.
el gabinete de milei

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