LA QUINTA PATA

¿Cómo gobernaría Axel Kicillof?

El drama de Javier Milei atiza preguntas sobre 2027. El gobernador y una era de negociación. Orden macro, alivios, Círculo Rojo y FMI. ¿Lo necesario es posible?

Conciente de que si la Argentina estallara también lo haría la provincia de Buenos Aires, que suma la motosierra mileísta a su desfinanciamiento crónico, el gobernador dice que no se permite hacer planes para 2027.

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Ni Kicillof ni sus principales referentes económicos se hacen ilusiones de que la economía pueda volver al crecimiento a tasas chinas del período 2003-2007 ni a los "superávits gemelos" que convirtieron esos años en una rareza histórica. Los contextos local e internacional lo impiden.

Axel Kicillof y su idea del orden macro

Con esas restricciones en mente, hablan de "orden macroeconómico", entienden que vivir sin inflación –o con una razonable, de nivel internacional– es una demanda insoslayable y que, a falta de acceso al mercado crediticio, no hay margen para cebar las bombas del déficit fiscal y la emisión monetaria.

Keynesiano, considera que el equilibrio presupuestario es una herramienta necesaria, pero no un dogma austríaco. Ante la desesperación social, los gobernantes actuales han extraviado el sentido común y retrotraído el pensamiento económico a su estatus previo a la década de 1930. Sin embargo, como se recordó en el Gran Confinamiento de 2020-2021 y antes en la crisis de 2008, el mundo entero sabe que las recesiones deben ser abordadas con incrementos del gasto público y que los momentos de expansión sirven para restaurar los equilibrios.

La economía kicillofista constaría de cuatro objetivos encadenados: estabilidad macro, crecimiento, distribución del ingreso y mejora paulatina de las condiciones de vida.

Un problema es que en 2027 no partiría de cero. Otro, que el regreso al FMI en 2018 fue un punto de quiebre, un recorte de la libertad en la toma de decisiones que se hizo tajo profundo con la recaída de abril último. Esa carga de 60.000 millones de dólares se suma a una pesada deuda con tenedores privados, al riesgo Toto Caputo, al cierre sin final a la vista del mercado voluntario y al peligro que supone la emisión de moneda en una sociedad rápida para los mandados de la remarcación de precios.

El desafío de convivir con el Círculo Rojo

Si el presidenciable emergente del 7-S habla de coaliciones amplias, si los acordes de su "nueva canción" son más bien menores y suaves y si esos son los condicionamientos, cabe plantear la hipótesis de que la vocación de apurar un regreso al mercado de deuda para refinanciar vencimientos y evitar defaults como el que Milei cocina a fuego fuerte obliguen a un eventual presidente Kicillof a plantearse un comienzo de sesgo ortodoxo. Otra hipótesis es que la idea de armar un apoyo social y político a la altura del desafío lo tiente con cumplir lo que Alberto Fernández prometió y extravió: un proceso de concertación social.

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Por ahora, la respuesta a ambas hipótesis es no. ¿Entonces?

Primero, el panorama a dos años vista es tan difícil de ponderar que prima la idea de que déficit o equilibrio fiscal son herramientas cuyo uso dependería del momento. Sería cómodo amoldarse al rap del establishment del superávit a rajatabla, pero ¿habría que cantarlo si Milei dejara un país en depresión?

Segundo, un diálogo social que siente a una mesa a las puntas del empresariado y del trabajo, al campo y a la industria, a los bancos y a las pymes, a los curas y a los pastores sería, como lo probó Eduardo Duhalde en 2002, únicamente posible en caso de pánico. ¿Que dejará Milei?

Por el momento, sólo cabe pensar en un eventual gobierno de negociaciones y tensiones permanentes.

La hoja de ruta del "presidente Axel Kicillof"

Una administración económicamente heterodoxa en 2027 comenzaría por una urgente reducción de las tasas de interés que sacara a la actividad de la parálisis.

Seguiría con un aumento controlado del gasto público en un contexto de esperable demanda de dinero, producto de las necesidades acumuladas y que limitaría su impacto inflacionario.

Asimismo, incluiría un dólar más liberado y alto, que estimulara las exportaciones y el turismo receptivo y desincentivara las importaciones y los viajes al exterior.

Clave, una renegociación con el FMI que involucrara un reconocimiento del organismo de que las condiciones extraordinarias en las que les otorgó los préstamos –políticamente motivados– a Mauricio Macri y a Milei, exponencialmente por encima de lo que habría permitido la cuota argentina, requieren una renegociación igualmente extraordinaria.

Este es un punto ciego de la visión de Kicillof porque requiere que el Fondo y, detrás de él, Donald Trump, quien seguirá en la Casa Blanca hasta el 20 de enero de 2029, aceptasen tal idea, algo que involucraría improbables atajos a los estatutos del organismo.

Después de esa negociación vendría una con los acreedores privados, otro proceso extremadamente complejo, pero ineludible porque el gobernador piensa que urge normalizar la relación del país con la comunidad financiera internacional para volver a crecer. Él mismo intentó eso en su etapa como ministro de Cristina Kirchner al arreglar con el Club de París, intento que no prosperó por el juicio de los fondos buitres.

CFK, Sergio Massa, Axel Kicillof y Juan Grabois

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El triunfo del 7-S obliga a Axel Kicillof a refrendar títulos el 26-O. Cerrar su mandato en calma y encarar una carrera a 2027 dependen de eso. (Foto: redes).

El triunfo del 7-S obliga a Axel Kicillof a refrendar títulos el 26-O. Cerrar su mandato en calma y encarar una carrera a 2027 dependen de eso. (Foto: redes).

Una tarea tan ambiciosa exigiría el armado de un andamiaje político formidable, también difícil de concretar en las condiciones actuales de crisis y fragmentación de la sociedad y el sistema partidario. De ahí la convocatoria del gobernador a una coalición amplia e ideológicamente diversa que permitiera generar no sólo una mayoría electoral, sino, también, masa crítica para administrar.

Un eventual gobierno de negociación y tensiones permanentes implicaría discutir, en simultáneo, gastos e ingresos, esto es reparación para los sectores más castigados y mayor carga tributaria sobre los más acomodados, sin afectar a la producción. Reaparece la necesidad de un blindaje social para lidiar con un Círculo Rojo lleno de prejuicios y que ama las recetas que le hacen perder dinero.

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Axel Kicillof multiplica sus contactos con el empresariado y hasta busca tender puentes con el sector rural, comenzando por Coninagro. (Foto: redes).

Axel Kicillof multiplica sus contactos con el empresariado y hasta busca tender puentes con el sector rural, comenzando por Coninagro. (Foto: redes).

Si de sumar se tratara, el primer reto se daría puertas adentro del panperonismo. Junto al kicillofismo, en él conviven el apego del cristinismo-camporismo a un pasado idealizado y, en cualquier caso, irrepetible; el massismo pronegocios y hasta Patria Grande, de Juan Grabois, más pequeño, pero cuya importancia crece en la medida en que, sin su respaldo, podría no haber triunfo en primera vuelta, escenario al que la oposición debe aferrarse.

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Peronismo: ¿Fuerza Patria o Frente de Todos?

Alberto Fernández habló muchas veces de institucionalizar el Frente de Todos para contar con mecanismos de conciliación interna. Ponía, para eso, el ejemplo del Frente Amplio (FA) uruguayo.

El problema es que el panperonismo no cuenta, como tiene la izquierda oriental, con partidos y sectores a su vez orgánicos, que consagran y hasta condicionan a sus líderes. Acá hay una mesa de truco: CFK, Kicillof, Sergio Massa y, por la influencia que le da el factor mencionado, Grabois. Que hubiese, esta vez, responsabilidad política o una reedición de la interna destructiva dependería de un puñado de voluntades individuales, algo imposible de determinar hoy.

Tras esa paritaria compleja quedaría la tarea de seducir a gobernadores radicales y hasta electrones libres del PRO y partidos provinciales, nada menos. Sólo puede pensarse que esos objetivos son posibles por la gravedad de la crisis en la que, día a día, se hunde la Argentina de Milei.

Javier Milei.
El gobernador Axel Kicillof, con el intendente Federico Otermín y la intendenta Mayra Mendoza.

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