Con las elecciones cocinadas comienza la etapa organizativa del nuevo gobierno provincial, momento en que la rosca no se reduce a la política y suma al círculo rojo que intenta incidir en el perfil de funcionarios clave, como los vinculados a Trabajo y Empleo del próximo gobernador Maximiliano Pullaro. Los agroexportadores se mantienen en alerta por tratarse de una actividad con conflictos de alta tensión difíciles de desarmar; mientras que los industriales ponen el ojo en la litigiosidad y la industria del juicio.
Habitualmente toda la atención se la lleva quién será el ministro de Seguridad en una provincia con problemas graves de violencia, de Economía por el manejo de una caja enorme, y de Gobierno por ser el nervio político de la gestión. Pero lo primero que pregunta el sector empresarial productivo es quiénes serán los ministros con que se vincularán directamente, llámese de Producción pero, sobre todo, de Trabajo.
“Le damos mucha relevancia al tema del relacionamiento laboral y lo ponemos constantemente en las conversaciones con los socios”, avisa un ejecutivo de la agroexportación e industria aceitera. Ni bien Pullaro ganó las PASO por una enorme diferencia, ese sector puso manos a la obra para saber cómo abordaría Trabajo el gobernador electo. De hecho, según supo Letra P, marcaron algunos semáforos ante representantes del próximo gobierno acerca del perfil que esperan en esa área.
“Tiene que haber gente con mucha experiencia y capacidad de diálogo, e interacción con sindicatos y cámaras empresariales”, agrega la fuente y destaca como clave la necesidad de “un rol predictivo de conflictos porque el ministerio no puede ser un despacho de conciliaciones obligatorias”. Es decir, que se adelante ante posibles disidencias de escala.
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Conflicto en el puerto de Rosario.
Según entienden, la conciliación es el “fracaso” de la negociación. “Hoy se visualiza eso: 'séllese la conciliación, júntense a discutir, pero no me paren nada'. Con eso creen que ya cumplieron y, en realidad, la cuestión es más compleja”. En tanto, Carlos Vallés, secretario gremial del Sindicato de Aceiteros de Rosario (SOEAR) con presencia en Cargill, Dreyfus, Molinos Río de la Plata y AFA sostiene lo contrario, lo que evidencia el choque de intereses que debe administrar el representante del gobierno.
“Queremos que el ministerio haga cumplir las conciliaciones obligatorias porque muchas veces las empresas no las cumplen y no pasa nada: ni las multan y los trabajadores siguen sin solución”, sostiene a este medio.
Aceite hirviendo
La actividad aceitera ha mantenido duros conflictos con el Sindicato de Aceiteros, generalmente por cuestiones salariales, tanto el de Rosario como el de San Lorenzo (SOEA), y que tienen el paraguas de la poderosa Federación Aceitera. Vale recordar que en 2015 hubo 45 días de paro y, en diciembre de 2020, casi 25 que paralizaron la actividad. Millones de dólares de pérdidas diarias por los buques sin cargar para las multinacionales, y también falta de oxígeno de dólares para un Banco Central famélico de reservas. Pero, además, ese tipo de episodios reparte esquirlas para el gobierno provincial, ya que el 80% de la agroexportación sale de las costas santafesinas.
Otro foco de atención es el puerto de Rosario, que tuvo una larga novela durante el verano pasado donde se cruzaron intereses entre la Casa Gris, la concesionaria Terminal Puerto Rosario (TPR) y el Sindicato Unidos de Portuarios Argentinos (SUPA). Más de un mes paralizada la actividad portuaria con intervención del Ministerio de Trabajo de la Nación y combate en las calles.
Por el lado de los fierros, la Federación Industrial de Santa Fe (Fisfe) también pone el ojo en el destino de la cartera laboral, aunque aclaran que aún no hubo contacto con el gobierno electo. Sus demandas pasan porque se mantenga la adhesión a la ley de ART y, sobre todo, por el abordaje de la litigiosidad laboral.
“Hay que avanzar en evitar juicios que ponen en peligro la vida de las pymes, en algunos casos con reclamos infundados”, sintetiza a Letra P el presidente de la institución fabril, Javier Martin. El dirigente agrega como clave la capacidad para generar y mantener el nivel de empleo, sobre todo en jóvenes con programas puntuales.
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También pone el foco de análisis en la necesidad de cintura para pilotear alguna tormenta. “Es interesante que haya experiencia en ese ámbito porque es un ministerio que cuando existen conflictos, generalmente son importantes y hay que saberlos manejar”, dijo evitando dar nombres o precisiones políticas.
El perfil
“Muchas veces nos encontramos con que nos dicen que ponen a alguien que sabe de relaciones laborales y listo. Y no es así, porque podés terminar teniendo una provincia en conflicto”, cuenta un dirigente vinculado al sector exportador. Cintura mata CV.
La frase tiene más argumento cuando se piensa en un escenario macroeconómico nacional que generará tensiones por cuestiones inflacionarias, productivas y hasta laborales, independientemente de quién sea el presidente. Sin embargo, se supone que una eventual presidencia de Javier Milei haría estallar ciertos parámetros por el aire.
Algo similar expresa Pablo González, secretario general de UOM Villa Constitución, una de las delegaciones más fuertes de la provincia y una plaza referente del sindicalismo del sur santafesino junto con Rosario. “Tiene que tener conocimiento de la industria y diálogo constante con los sindicalistas”, agrega, y dispara en ese sentido: “Con el peronismo durante estos años renegué, salvo al principio con (Roberto) Sukerman que estaba encima”, explica el sindicalista peronista.
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El posible ministro de Trabajo, Roald Báscolo, junto al gobernador electo Maximiliano Pullaro y la vicegobernadora Gisela Scaglia
El nombre
En el armado del gobernador electo ya trabajan en el área y parecería casi una sentencia que el próximo ministro de Trabajo sea Roald “Coco” Báscolo, un empresario pyme que empezó de abajo con una verdulería familiar y ahora comanda una distribuidora de alimentos con alrededor de 40 empleados en la ciudad de Reconquista en el norte santafesino.
Concejal de aquella ciudad, Báscolo es reconocido por Pullaro por haber sido precandidato a intendente de Unidos por más que haya perdido la interna. Cuenta con consideración de la vicegobernadora electa Gisela Scaglia, quien, como contó Letra P, es la empoderada por el gobernador como interlocutora del PRO santafesino en el nuevo gobierno y gabinete. Eso ya le trajo una discusión interna en el sello macrista.
Según explicaron cerca del gobernador, quieren un perfil de alguien que sea proempleo y no limitarse al típico movimiento de elegir a un abogado laboralista. Tratan de darle un perfil más “productivo” al ministerio y Báscolo parece cerrarles por su condición de empresario mediano y haber sido presidente del Centro Comercial e Industrial de Reconquista; además, claro, de la negociación política de la alianza.
No se trata de un perfil político ni tampoco con experiencia en el rubro, por eso, para respaldarlo, podría secundarlo el experimentado Julio Genesini, histórico ministro de Trabajo del Frente Progresista que comandó la cartera por ocho años. Hasta ahora no está definido, pero afirman que en algún lugar de la estructura estará. “Espero que esté Julio”, reza un dirigente que representa a los trabajadores de la industria pesada con poder de fuego sindical.