LA POSTA DEL CONGRESO

Un paso atrás de Javier Milei en el Congreso

Tuvo un inicio errático en el parlamento, donde surgieron mayorías dispuestas a arruinarle el año. ¿Caso $Libra o comienzo de campaña? FMI, prioridad.

Las imágenes son recientes, pero quedaron lejanas: hasta hace un mes, Javier Milei controlaba el Congreso, donde ejercía poder de bloqueo y sancionaba alguna que otra ley. Al inicio del actual período ordinario nada fue igual. En Diputados, una mayoría iniciará una investigación al Presidente por el Ligragate. En el Senado, los pliegos para la Corte están cerca del rechazo.

Pasaron cosas y hay dos que parecen haber influido más de la cuenta: el escándalo cripto y el año electoral, que motivan a figuras opositoras a salir del deshielo. Como quería Milei, los recintos se fragmentaron entre adeptos y detractores de su gestión, a quienes él etiqueta como liberales y progresistas. El bloque radical del Senado es una sátira, en la que aún conviven ambos bandos y ofrecen un reality show con sus diferencias.

Lo que cambió esta semana y es motivo de preocupación en la Casa Rosada es que sus detractores mostraron capacidad de manejar la agenda legislativa a gusto. La siempre efectiva presión de Guillermo Francos a los gobernadores no alcanzó para evitar derrotas.

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Las señales de alerta obligaron al Gobierno a replantear sus objetivos legislativos. El próximo y principal es blindar el DNU que habilitó el acuerdo con el FMI con su aprobación en Diputados. La acumulación de derrotas en esa cámara fue una señal de alerta. De mínima, requiere revisar los métodos.

Este sábado, hubo un dato alentador: la Coalición Cívica, socia de la nueva alianza opositora, anunció que habilitará al Presidente a negociar con el organismo. El martes, el decreto se debatirá en una bicameral con la visita de funcionarios y el riesgo para el oficialismo de perder la presidencia.

Javier Milei, a fojas cero

Fue después de la inesperada derrota de octubre de 2023, cuando Javier Milei pasó de vitorear que ganaba en primera vuelta a clasificar a un ballotage desde atrás. Ese día, en la habitación del piso 21 del Hotel Libertador, junto a su asesor Santiago Caputo, el Presidente definió pedir “tábula rasa” a sus hasta entonces enemigos de Juntos por al Cambio (JxC). Sólo así se podía unificar al antiperonismo para ganar.

El concepto volvió a escucharse el jueves en Diputados, después de la pésima sesión que tuvo el oficialismo. Entre los 134 que habilitaron el plenario que se inicia el martes para debatir si se crea una comisión investigadora sobre el Libragate, se encuentran Union por l Patria, la Coalición Cívica, Democracia Para Siempre (el bloque de Facundo Manes) un grupo de Encuentro Federal (como Emilio Monzó y Nicolás Massot), larretistas y exlibertarios.

El fracaso oficialista podría haberse evitado si los exmiembros de esa bancada hubieran sido contenidos después de haberse ido. La figura principal de los conversos fue Oscar Zago, el exjefe del bloque LLA que casi termina a las piñas con su exdirigido Lisandro Almirón. Los fugados de LLA están interesados en investigar el Libragate porque entienden que es una forma de golpear contra sus verdugos: Karina Milei y Martín Menem. Fue el mensaje que dejó Massot en el recinto, en diálogo con este grupo.

La crisis legislativa también tiene su capítulo electoral: sin importar el origen, los aliados del Gobierno quieren señales de un acuerdo político en los distritos que representan. Los gobernadores de partidos provinciales y de la UCR son los más exigentes y obligaron al Gobierno a frenar algunos armados libertarios locales, como los de Salta y Río Negro.

Por si fuera poco, la sesión terminó con una nueva interna en el bloque LLA, con enfrentamientos ante las cámaras de Lilia Lemoine y Marcela Pagano, escoltada por Rocío Bonacci.

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Mala praxis

Menem creía tener controlado el bloque y todo se le fue de las manos. Nadia Márquez, novata en la tarea de coordinar la bancada -es la secretaria parlamentaria- no supo explicar bien a Pagano y a Bonacci que si se quedaban en sus bancas iban a habilitar el debate para quitarle facultades delegadas a Milei. Zago tampoco lo entendió y menos aún cuando Almirón se acercó para propinarle insultos.

Márquez, además, deberá familiarizarse con la práctica que tiene cada oposición de turno de pedir mociones para fijar agenda. Les pasó a todos los oficialismos: hace una década, en el Frente para la Victoria (FpV) tenían prohibido cenar lejos del recinto para estar alertas. Pagano y Zago se quedaron en sus bancas porque creyeron que, en ese momento, se iba a votar la normalización de la comisión de juicio político, donde la periodista no piensa renunciar como presidenta. Su situación es atípica: desde hace un año la reconoce en ese lugar la oposición y no el oficialismo, del que forma parte. La sesión se cayó ni bien Menem vio que el tablero marcaba 128 presentes, uno menos que el necesario para el cuórum.

El riojano necesita a Pagano fuera de la Comisión de Juicio Político: si se discute alguna vez el proceso contra Milei -en la sesión fracasó el primer intento- la periodista puede hacerle daño a Karina con sólo iniciar el debate. Hubo una negociación fallida hace unos meses para que la diputada diera un paso al costado. Dicen que sus pretensiones fueron excesivas.

Para validar el acuerdo con el FMI Menem tiene que unificar la tropa, como sea. Llamó a Zago y al socio, Eduardo Falcone, para hacer las paces. Le pidió una reunión a Bonacci y no sabe cómo recomponer con Pagano, pero debe hacerlo. Reclama que, al menos, voten el acuerdo con el FMI. El problema tal vez no sea ese, sino el Libragate.

Comisión investigadora, adentro

Martes y miércoles serán las primeras jornadas en las que el escándalo critpo sea debatido en el Congreso. Pasó un mes desde que Milei difundió el lanzamiento de la moneda $Libra y soportó denuncias judiciales por presunta participación en una estafa.

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Sin ruido en los palacios, el tema parecía apagarse de a poco. Si prospera la comisión investigadora en Diputados que propone Pablo Juliano, jefe del bloque de Manes, al menos durante tres meses habrá una reunión con 21 miembros de la cámara baja que recabarán testimonios e información, con transmisiones en vivo.

El debate para definir si prospera esta iniciativa será en plenarios de comisiones de Asuntos Constitucionales junto a la de Peticiones, Poderes y Reglamentos. La mayoría opositora, en principio, volvería a imponerse para dictaminar el proyecto y llevarlo al recinto la semana siguiente. Es así porque estas comisiones las integran miembros de DPS, asignados hace un año cuando eran parte de la UCR.

¿Hay cambio de integración antes de los plenarios? Menem debería analizarlo. Su diálogo con el jefe del bloque radical, Rodrigo De Loredo, está en su mejor momento. Las repercusiones de la Comisión impactarán en la investigación judicial del caso Libra, que por ahora está dormida. En el oficialismo echan de menos esta situación. “Es un tema que la gente no entiende y no hay víctimas”, minimizan.

Más engorroso será el tratamiento de proyectos para aprobar informes verbales y escritos de funcionarios, incluido el de Milei. De Loredo, justamente, le recomendó a Menem evitar esta discusión anticipando la visita para detallar la gestión que, tarde o temprano, debe hacer Francos. Karina no quiso. No hay una estrategia defensiva clara.

Las peleas en el recinto no eclipsaron los incidentes en las inmediaciones del edificio, en una nueva y violenta marcha por los jubilados. Llueven pedidos de interpelación a Patricia Bullrich y, cuando pise el recinto, Francos deberá dar explicaciones. Hay muchas sospechas de que todo fue instigado por la ministra de Seguridad.

Pliegos de la Corte, en el limbo

Aunque las planillas indiquen que Unión por la Patria está a tres votos del cuórum en el Senado, lo cierto es que para esta bancada conseguir siquiera un aliado le fue casi imposible durante 2024. Es natural: los outsiders legislativos, sin importar su origen, suelen ser lectores minuciosos de los sondeos de opinión pública. Si un Gobierno hace pie, de mínima, se resisten a juntarse con sus naturales adversarios.

En la cámara alta también hubo un cambio de época: el jueves, la comisión de Acuerdos se reunió y juntó las nueve firmas necesarias para dictaminar el pliego de Manuel García-Mansilla como juez de la Corte.

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A los siete de Unión por la Patria se sumaron las de Martín Lousteau (UCR) y Guadalupe Tagliaferri (PRO), la dupla porteña que juega a ganarle a La Libertad Avanza, aliada a quien sea. El economista, cuentan en el Congreso, podría ser candidato con lista propia en la elección de la Ciudad, en acuerdo con el PRO.

La senadora aún responde a Horacio Rodríguez Larreta y citó a la comisión para completar el trámite, cuando podía evitarlo. ¿Victoria Villarruel explicará alguna vez por qué le facilitó esa presidencia en 2023? Nunca se entendió.

Desconfianza total

La disputa entre Lousteau y su correligionario Abad, a centímetros de distancia, expuso los conflictos de intereses en el radicalismo, clave para definir el futuro de los pliegos de García-Mansilla y Ariel Lijo. Es que si bien hacen falta 25 votos en el recinto para que los expedientes rechazarlos, se necesitan 37 para abrir la sesión. Es la verdadera pelea de los próximos días.

El juez federal mete miedo. En UP, sólo el kirchnerismo duro quiere rechazar su pliego. Se suman Pablo Blanco y Carolina Losada (UCR) y el exlibertario Francisco Paoltroni. Este trío es clave para el cuórum. El resto de la oposición no encuentra beneficio en enfrentarse a Lijo. Su destino inmediato no cambiará, porque a diferencia de García-Mansilla no asumió en la Corte, pese a haber sido nombrado por decreto. Y bien puede enojarse con sus detractores y tomar represalias desde los juzgados que ocupa, el propio y los que subroga.

Hay mucha desconfianza. Entre 8 y 14 miembros de UP no votarán en contra de Lijo y en el radicalismo se preguntan si la sesión pedida por ese bloque no puede ser una trampa para que el pliego no se rechace. Fue esa la razón por la cual Abad no firmó el dictamen y tardó en dar cuórum. El kirchnerismo, que domina la mayor parte de la bancada de UP en el Senado, niega una maniobra y asegura querer marcar la cancha volteando los dos pliegos, por el simple hecho de que aceptaron ser designados con la firma del presidente. Villarruel aún no citó a la sesión. Si lo hace, incorpora al debate de Ficha limpia y de la ayuda a Bahía Blanca, un pedido del bloque libertario. Lo debatirá lunes o martes. No antes.

Guadalupe Tagliaferri y Anabel Fernández Sagasti, firmantes de rechazos a Manuel García-Mansilla. 
Foto NA.

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