“A favor, contamos con la audacia medio delirante de Sergio”. La descripción sale de la voz de un campanólogo de Unión por la Patria (UP) y se refiere a Massa, el candidato presidencial que, cuando faltan apenas dos semanas para las primarias, consiguió sacudirse el rol de ministro y negociador con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para zambullirse de lleno en la campaña. Tarde, pero con una voluntad que contagia al peronismo, que luchará en los próximos días para vencer la desilusión de su propio electorado.
https://publish.twitter.com/oembed?url=https%3A%2F%2Ftwitter.com%2Funionxlapatria%2Fstatus%2F1685324675050622977%3Fs%3D20&partner=&hide_thread=false
Los dos campamentos de la oposición niegan la fractura posterior, aunque la interna escala a niveles insólitos. Al debate económico sobre el blindaje de los últimos días y chicanas cruzadas sobre el papel de cada uno durante el gobierno de Fernando de la Rúa, se sumó un tironeo reciente por la convivencia interna de la noche de la elección. El larretismo dejó trascender que se había contactado con el bullrichismo para ofrecerle el armado de un búnker conjunto. El lugar elegido por Rodríguez Larreta para esperar los resultados electorales es el predio de Costa Salguero, que utiliza tradicionalmente el PRO. Según esa versión, la oferta fue rechazada. En la campaña de Bullrich niegan haber recibido el llamado.
“Lo dicen para victimizarse. Es lo que hicieron toda la campaña”, dice un hombre cercano a la candidata del PRO, que ratifica que no habrá búnker compartido. “Es una cuestión operativa, no tiene sentido que estemos todos en el mismo lugar. En 2021, Diego Santilli y Facundo Manes tampoco estuvieron en la misma sede, pero hicieron campaña juntos después”, apunta.
Lo cierto es que la virulencia de la interna opositora funciona como combustible para el peronismo, que vivió tres años en interna y se alineó en un santiamén después de la designación de Massa como candidato. Gobernadores, intendentes, el kirchnerismo duro, el peronismo tradicional, La Cámpora, los gremios y una parte de los movimientos sociales militan la boleta del candidato que consiguió cerrar la grieta entre Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.
Massa conduce con un optimismo que sorprende a sus interlocutores y trabaja "24 horas". Fiel a su estilo, vende ilusiones a pesar de las dificultades obvias: una economía frágil, escasez de dólares, una inflación que no cede y un electorado decepcionado que tiene poca voluntad de ir a votar. Al ministro todoterreno le preocupa especialmente la participación electoral en las primarias. Por eso, insiste en la necesidad de “salir a buscar el partido desde el primer minuto del primer tiempo”, que se juega el 13 de agosto.
En la misma línea se mueve, en la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, que esta semana resaltó la importancia de las PASO. "Un tema muy importante para nosotros es la participación; estamos haciendo mucho hincapié en que la gente vaya a votar. El nivel de votos de cada uno de los candidatos va a importar muchísimo”, dijo el gobernador, que llamó a “fortalecer” en las primarias al Gobierno, al que calificó de “débil”. “Convocando a la participación ciudadana vamos a tener más posibilidades de ganar la elección. Muchos votos de gente que está enojada o desencantada son nuestros”, apuntó.
https://publish.twitter.com/oembed?url=https%3A%2F%2Ftwitter.com%2FSergioMassa%2Fstatus%2F1685301622233083904%3Fs%3D20&partner=&hide_thread=false
El problema de la participación electoral es concreto: si la baja asistencia a las urnas es una marca registrada en las elecciones provinciales en lo que va de 2023, ¿por qué esa tendencia no se trasladaría al escenario nacional? Como agravante, el peronismo tiene dos elementos: que quienes en las encuestas manifiestan que no irán a votar acompañaron, en su mayoría, al Frente de Todos (FdT) en 2019, y que la interna de JxC es por demás atractiva.
Con ese diagnóstico, UP lanzó este sábado la campaña “barrio a barrio, puerta a puerta, voto a voto”. Massa la convocó este sábado desde Tucumán, donde encabezó un acto masivo que formó parte de una minigira por el Norte Grande que hizo junto a su compañero de fórmula, Agustín Rossi, y el jefe de campaña, Wado de Pedro, entre otros. El ministro fue directo en su pedido: "Vayan a votar". El temor es que el electorado peronista deje para octubre lo que el candidato nececesita en agosto.
El viaje a San Juan, La Rioja y Tucumán fue la primera incursión prolongada del ministro de Economía en el territorio desde que se confirmó que encabezaría la boleta presidencial, cuando faltan apenas dos semanas para las PASO. La recorrida federal seguirá esta semana, con visitas a Mendoza y San Luis, Santa Fe y Córdoba y Chaco. A eso sumará bajadas al conurbano, junto a Kicillof. El gobernador cuenta con una ventaja respecto de Massa: su principal mensaje de campaña, que habla del “derecho al futuro” y contrapone “la derecha” a “los derechos”, comenzó a sonar a fines de 2022, cuando todavía faltaban seis meses para la definición del candidato presidencial. Los equipos del massismo y de Kicillof dicen que forman "un buen tándem". Son “diferentes, pero complementarios”, y los une la voluntad de protagonizar la recuperación peronista de una elección que hace un tiempo parecía perdida. “Juegan el partido de su vida”, coinciden en los dos campamentos.
Con delay
La demora nacional obedece a diferentes razones. La primera fue la proclamación tardía del candidato. La segunda, el papel de Massa al frente de la negociación con el FMI. “Es lógico el retraso cuando el candidato está en medio del acuerdo con el Fondo. Es muy difícil desplegar una campaña en ese contexto”, dice un dirigente que acompañó al jefe de Hacienda a su gira federal. ¿La campaña empezó demasiado tarde? Los más optimistas creen que la decisión del despliegue en cámara lenta obedece a la lectura de que la sociedad está saturada de la política. Según esa línea, UP debería usar las PASO para saber de qué piso parte y “guardar todas las balas para octubre”. “Que no nos vean venir”, dice un dirigente del Norte Grande.
En otro carril están quienes protestan por la falta de reacción de una campaña “invertebrada”, en la que conviven distintas tribus y temen que la demora se pague cara en las primarias. Entre las quejas más frecuentes que llegan al búnker ubicado en Mitre al 300 están las demoras en el reparto de material de campaña, boletas, insumos, carteles... También, de líneas de trabajo y discurso que puedan abonar a una identidad clara.
“Hay mucha voluntad, todos quieren trabajar, pero falta cierto orden”, se queja un dirigente de una de las provincias que Massa visitará la próxima semana. Si bien la política está encolumnada detrás del ministro, la coexistencia de cabezas de campaña se percibe como una anomalía. En lo formal, la jefatura quedó a cargo de De Pedro y su equipo trabaja ciento por ciento por la candidatura de Massa. Junto al ministro del Interior se mueve también el subsecretario de Relaciones Municipales, Pablo Giles.
Sin embargo, bajo su ala directa, Massa puso a trabajar en la política al ex intendente de Hurlingham y su ex jefe de campaña Juan José Álvarez, hombre de su confianza. El vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, también talla, al igual que el director del Banco Provincia Sebastián Galmarini, que la semana pasada recibió, junto a Rossi, a 25 dirigentes jóvenes de diferentes provincias con militancia en el peronismo no camporista. Allí estuvieron, por ejemplo, Espartaco Marín (La Pampa), Esteban Concia (Buenos Aires), Sebastián Benítez Molas (Chaco), Federico Martelli (Buenos Aires), Mayra Arena (Buenos Aires) y Luciano Delgado Sempé (Río Negro). Otros históricos del massismo, Raúl Pérez y Jorge D´Onofrio, también articulan con el territorio y reportan al ministro, al igual que el ex ministro de Agricultura Julián Domínguez, que quedó a cargo de la coordinación gremial. “Está claro que cada uno tiene su historia y que hay diferencias, pero están todos laburando con el mismo objetivo”, apuntan en el búnker.
La necesidad de que Massa sorprenda con sus buenos resultados el 13 y consiga ser el candidato más votado caló hondo en el oficialismo. El cristinismo salió en pleno a marcarle la cancha a Juan Grabois, el candidato que busca representar al voto duro en las PASO. Desde Juliana Di Tullio y Teresa García, mujeres de la mesa chica de Cristina, hasta el ministro de Desarrollo Social bonaerense, Andrés Larroque, todos salieron a expresar su preferencia por Massa. El ministro ya empezó a tender puentes con los movimientos sociales, pensando en el día después de las PASO y en el encuentro con Grabois. A su gira por el Norte Grande invitó a Daniel Menéndez, coordinador nacional de Barrios Pie, que le entregó una propuesta con nueve puntos para la economía popular.
La vicepresidenta escuchó en los últimos días, de boca de uno de sus dirigentes más cercanos, que una buena elección de Grabois en detrimento de Massa podría interpretarse como una señal de ella para condicionar al ministro. La idea no le gustó. Cristina está "muy conforme" con el desempeño de Massa en la campaña y en la gestión y, como el candidato presidencial, también mira con preocupación el impacto que podrían tener malos números electorales en una economía frágil. Teme que el 14 de agosto se parezca al día después de las PASO 2019 para Mauricio Macri.