Se negaba a darle facultades especiales a Javier Milei, pero volanteó. Razones del vuelco y el guiño de Gustavo Melella. Acusaciones de traición y réplica.
Pablo Blanco, en la mira: cómo se gestó el voto del senador radical que desató la furia en Tierra del Fuego
El senador radical de Tierra del Fuego Pablo Blanco quedó en la mira luego de votar a favor de delegar facultades extraordinarias al presidente Javier Milei en el marco de la discusión por la ley ómnibus luego de sostener la posición contraria hasta pocos días antes. El volantazo generó ira en algunos sectores de la provincia más austral de la Patagonia.
Según había anticipado, el legislador radical tenía planeado rechazar la iniciativa. “A Alberto Fernández no le voté las facultades delegadas y no se las pienso votar a este gobierno porque no me genera confianza, porque hacen una lectura interesada de la Constitución, se creen que están gobernando con la Constitución de 1853”, expresó Blanco a comienzos de mayo, cuando el proyecto de Ley Bases comenzó a ser debatido en comisiones en la cámara alta.
¿Qué cambió en el último mes? Los motivos detrás del cambio de voto de Blanco, según sus propias palabras, están estrechamente ligados a la quita de Aerolíneas Argentinas y el Correo Argentino de la lista de empresas estatales con posibilidad de ser privatizadas. La capilaridad de ambas compañías es vital para el interior profundo. Además, las modificaciones al proyecto del Gobierno que permitieron la continuidad de la moratoria previsional y la protección del subrégimen industrial que rige en Tierra del Fuego fueron otras razones de peso en la negociación.
Más allá de estos condicionamientos que el senador puso sobre la mesa para aportar su voto, en el radicalismo fueguino creen que también hubo influencia del gobernador Gustavo Melella. Una suerte de mano invisible para que Tierra del Fuego aportara al menos un voto a la ley de Javier Milei.
De los tres escaños que la provincia tiene en la cámara alta, dos pertenecen al peronismo. Uno la ocupa Eugenia Duré, dirigente camporista muy cercana al intendente de Ushuaia, Walter Vuoto. La otra es Cristina López, exconcejal y esposa del legislador provincial justicialista Juan Carlos Pino. Fue la senadora que, nada más y nada menos, llamó “enfermo mental” al Presidente durante la última sesión.
“Los kirchneristas no se iban a animar a votar a favor. Su voto debe haber estado consensuado con Melella para mantener la provincia en orden”, aseguraron a este medio en el radicalismo respecto del giro de Blanco.
De hecho, en el partido centenario estaban al tanto de que Blanco votaría a favor de las facultades delegadas y se mostraron conformes con que así lo haya hecho. “Todos los presidentes tuvieron facultades delegadas. La única diferencia es que ahora que no gobiernan los kirchneristas hay gente afuera del Congreso. Democrática e institucionalmente era lo que había que hacer. Está bien que se le otorguen las herramientas que pide”, añadieron.
En el bando contrario, por caso, la noticia no cayó para nada bien. “Es una traición, porque él se encargó de decir en un raid mediático previo a la votación que no las iba a votar”, expresó a Letra P un vocero del vuotismo.
En la mañana de este jueves, Río Grande, la ciudad en la que reside Blanco, amaneció con pintadas en su contra que mezclan acusaciones de traición e insultos. El senador responsabilizó de querer amedrentarlo al gremio metalúrgico y a otros sectores a los que no individualizó de manera explícita.
“A los guapos de la UOM fueguina que tienen como rehenes a los empleados y a los que me están armando un escrache para mi llegada a Río Grande les digo que no les tengo miedo. Siempre defenderé el interés de los trabajadores y no el de los gremialistas y sus intereses. Los beneficios del régimen industrial previsto por la Ley 19.640 están asegurados”, publicó Blanco en redes social en plena madrugada tras cambiar su voto.