La era fuera del poder provincial atraviesa al Movimiento Popular Neuquino (MPN), fuerza que monopolizó el manejo de Neuquén desde los años 60 hasta la irrupción de Rolando Figueroa. La última muestra del nuevo tiempo se dio en el 64 aniversario de su fundación, donde históricamente emergía la estructura de ramificación estatal que servía para mostrar liderazgo.
Cada 4 de junio servía para marcar el despliegue territorial de sus años de gloria, con la impronta típica de los sellos provinciales de la Patagonia. Pero el festejo de esta semana pasó desapercibido para la mayoría, y sólo reunió a algunos popes que manifestaron lealtad a sus banderas de siempre.
El bajo share de celebración blanquea lo que parece ser el ocaso de un leviatán que moldeó la carrera del actual gobernador neuquino, a buena parte de los actores de poder y sometió a la oposición a un rol de mero espectador.
Como voz de esa época dorada, apareció Jorge Sapag, titular de la Convención del MPN y figura rutilante de un linaje político. El mentor del sector Azul emepenista defendió la impronta del partido, de su presencia en cada obra pública y el impacto que refiere a las políticas de salud, educación e infraestructura que desarrollaron sus antecesores.
Lo que no pudo evitar es una comparación de los mejores tiempos con la actualidad. “Con todos los aciertos y con todos los errores de las obras humanas, pero dejando una provincia que hoy es señera en el país”, advirtió el gobernador entre 2007 y 2015.
Neuquén fragmentado
El rebote de lo que dijo Sapag fue el esperado: en medios y en el interior profundo, donde se concentra parte del ADN emepenista. De Figueroa, no hubo ni un like en redes.
Todo ese entramado que encarnaba el MPN, se fue licuando tras la derrota de 2023. El esquema de contención, básicamente, se sustentó en municipios y seccionales partidarias, cajas de resonancia de la política ligada al manejo de la cosa pública. Las localidades diseminaban lo que el poder central planeaba, mientras desde las venas del partido surgían opciones de gestión.
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Seccionales del Movimiento Popular Neuquino (MPN) conservan la fuerza de antaño en Neuquén.
Con las bases de representación en los distritos, ya sin la identidad única en el principal despacho de la gobernación, la impronta se palpa en las segundas y terceras líneas de los organismos públicos. De la gestión, el MPN no se fue. Pero su poder simbólico de antaño, ligado a la mística provincialista, empezó a repartirse.
Sin festejo de otros años, nuevamente las seccionales sirvieron de punto de reunión. Los que más se destacaron este 4 de junio fueron las de la Capital y de Zapala, kilómetro cero del MPN.
Identidad y respeto
El festejo en cuotas lo hicieron el presidente del partido Omar Gutiérrez, que lleva adelante la Junta de Gobierno, y otros referentes territoriales. La contra foto que más trascendió fue la del intendente zapalino Carlos Koopmann y el jefe de la bancada en la Legislatura, Gabriel Álamo.
"Con aciertos y errores, se transformó la provincia, marcando un rumbo de progreso y desarrollo. Hoy seguimos abrazando la misma causa, con el mismo compromiso y el mismo amor por Neuquén", celebró Koopmann.
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El MPN se refugia en las intendencias y la Legislatura de Neuquén.
El contrapeso se dio en la seccional capital, con el legislador Gerardo Gutiérrez, quizás el más díscolo del bloque. Del brindis surgieron chistes en cuanto a la presencia de sexagenarios, pero nada más.
El exgobernador Gutiérrez ni siquiera utilizó sus cuentas en redes sociales, como sí lo hizo el legislador. Poco queda de aquel poder convocante que alguna vez tuvo su apellido, más allá de tener una silla de privilegio en YPF en representación de Neuquén.
Todos con Rolando Figueroa
Este año, el MPN amaga con alguna jugada. Se rumorea una lista espejo, aunque la teoría pierde fuerza en el entorno de la Casa de Gobierno. Todas las intendencias ya juntan votos para La Neuquinidad, que apareció a suplantar el esquema que monopolizó el poder por más de 50 años.