De Mike Tyson a Javier Milei: "Todos tenemos un plan hasta que recibimos una trompada en la cara"
La frase del boxeador aplica en la vida y en la coyuntura económica. El Presidente recibió un golpe y necesita mostrarle pericia política a los mercados.
Mike Tyson dijo, a fines de los 80, una de las frases más famosas de la historia del boxeo: “Todos tenemos un plan hasta que recibimos una trompada en la cara”. Aplica a la vida y, por supuesto, a la política. El gobierno de Javier Milei todavía se está recuperando de la trompada y, en ese proceso, reescribe su plan.
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Hasta ahora, el programa económico tapaba sus problemas con la premisa de que la política lo ordenaría: el triunfo en las elecciones de medio término renovaría la confianza de inversores, bajaría el riesgo país y le daría al Gobierno el viento a favor que necesitaba para encarar los próximos dos años hasta las presidenciales de 2027.
Javier Milei y el sacrificio fiscal
Después del 7 de septiembre, esa premisa ya no está asegurada, más bien se asume lo contrario. Un Presidente sin apoyo masivo en las urnas tiene que buscar otras fuentes de sustentación para su gestión. Las primeras reacciones de la administración libertaria fueron, aunque tibias, en esa dirección: armado de “mesas” políticas, designación de un ministro del Interior para el diálogo con las provincias, convocatoria a los gobernadores.
Javier Milei y la mesa federal
Javier Milei y la mesa federal.
Cuando uno está grogui corre el riesgo de que la respuesta sea demasiado débil y demasiado tarde. Para el Gobierno, la campaña hacia octubre ya está jugada, porque las alianzas y las candidaturas ya están escritas desde antes de la debacle bonaerense. Con lo cual, los gestos verdaderos que tiene que mostrar son menos electorales que políticos: empoderar al jefe de Gabinete y su equipo para lograr acuerdos sólidos después de octubre, de cara al nuevo Congreso.
Esto implica algún ajuste en el programa económico, sobre todo en la cuestión fiscal: sacrificar algunas décimas del superávit fiscal para cambiar el clima en la relación con los gobernadores, para volver a dividirlos entre colaboracionistas y opositores, de manera de asegurar que el próximo Congreso no va a seguir metiéndole piñas a un Ejecutivo con la guardia baja.
Dólar y tasas
Este escenario, por supuesto, requiere que el frente financiero se mantenga al menos estable hasta octubre. Una escalada de la corrida al dólar terminaría de sellar la suerte del oficialismo. Una estabilidad, aunque sea entre algodones, permitiría al Gobierno aspirar a un papel decoroso, sobre todo ahora que las expectativas son bajas.
Más que nunca se impone una mirada de corto sobre las dos variables clave para la estabilidad: tasa de interés para controlar la cantidad de pesos y tipo de cambio para manejar el flujo de dólares.
Los primeros días tras la elección bonaerense fueron auspiciosos para el equipo económico: el tipo de cambio, contra todo pronóstico, no llegó a tocar la banda cambiaria superior, y si bien el tesoro continúa con ventas de dólares diarias, éstas son acotadas y permiten evitar que tenga que salir a la cancha el BCRA a “quemar” los dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI).
reservas bcra
Con respecto a las tasas, el gobierno primero logró que no se disparasen (más) y luego consiguió bajarlas a niveles de tasas reales positivas más razonables (con una inflación del 1,9% mensual, una tasa del 4% tenía un impacto demasiado alto en la actividad).
Esta baja de tasa se da, además, de la mano de una exitosa emisión de deuda con un roleo superior al 90% de los vencimientos. El mundo de lo cambiario, monetario y fiscal cerró una semana mucho mejor de lo esperado.
Acciones y bonos
Los instrumentos que más sufrieron el embate de la elección fueron las acciones y los bonos: el equity sufrió una caída en torno al 20%, mientras que los bonos se desplomaron cerca del 8%, con un riesgo país que coquetea con los 1200 puntos. Aunque alarmantes en el mediano y largo plazos, estas caídas deberían preocupar menos al Gobierno en lo inmediato porque no impactan en el día a día de la gente.
Claro que el 27 de octubre empieza un nuevo round y, si a partir de allí estas variables no se alinean, va a ser difícil observar el tan esperado dinamismo en la inversión con su consiguiente impacto en el empleo y los ingresos. Lo que ocurra en los próximos meses será observado de cerca por los mercados, que ya proyectan cómo ese recorrido económico puede condicionar la escena electoral de 2027.
En las próximas semanas, el objetivo del Gobierno es de mínima: no recibir otra trompada. Para el resto del plan ya habrá tiempo.