Libertarios vs. Federales

Martín Llaryora responde con bandera blanca a las hostilidades de Javier Milei

El Presidente mandó al gobernador de Córdoba a terapia. La tropa cordobesista reitera el pedido de diálogo y descarta, por ahora, la vía judicial por fondos.

La secuencia de las últimas 12 horas de la vertiginosa política nacional cierra, por ahora, con la confirmación de que el peronismo mediterráneo no está dispuesto a profundizar la mala vibra con la Casa Rosada.

Llaryora no responde agravios”, fue la contundente frase que soltó la primera línea de asesores del referente de Hacemos Unidos por Córdoba a este portal. “Por lo menos, ahora, dice que no nos dijo traidores”, celebraban de manera irónica las piruetas discursivas del minarquista.

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Aquí hay que hacer un paréntesis. Está claro que Daniel Passerini, el intendente de la capital y socio político de Llaryora, tiene otras herramientas de juego. El intendentismo del interior sabe que el conflicto por los subsidios al transporte terminará resolviéndose en barandillas. No obstante, Llaryora seguirá aferrado a la bandera del diálogo un poco más.

Motivos para la paz con Javier Milei

Varias razones apuntalan la estrategia de bandera blanca cuando el duelo verbal y la puja por las partidas económicos entre Milei y los gobernadores asciende a niveles exasperantes. Todavía aplica con La Libertad Avanza la explicación del electorado compartido que imperó en tiempos de convivencia pacífica entre Juan Schiaretti y Mauricio Macri.

¿Puede Llaryora plantarse como acérrimo opositor a Milei cuando recibió en su provincia más de siete de cada 10 votos y sostiene, pese a todo, un base considerable de apoyo social?

Si no fue en contra antes, tampoco lo hará en momentos en que debe sostener -incluso, ampliar- la adhesión que logró en las urnas en junio, donde apenas superó por tres puntos a Luis Juez.

En el mientras tanto, apela a la receta dialoguista, tan bien ponderada por cordobeses y cordobesas. Sabe que sus comprovincianos son más permeables al discurso de la Córdoba discriminada y autosuficiente que a los vítores de libertad y carajos.

Llaryora comenzó a plantar esa semilla de fácil germinación en el centro del país, al tiempo que repiensa su estrategia para vincularse con un mandatario nacional que escapa a cualquier patrón.

Gestión, divino refugio

El sanfrancisqueño no duda de ese componente idiosincrático cordobés y por eso fue desmarcándose del poder central, lentamente, desde la gestión.

Evita, así, caer en la contradicción. Primero, porque el peronismo cordobés eligió darle la espalda a Sergio Massa en la campaña presidencial. Después, porque buena parte del staff schiarettista nutrió carteras clave del equipo de Milei. Ahora, porque ofreció gobernabilidad y terminó apuntado en la lista negra presidencial.

En Córdoba, las obras seguirán; también, el boleto gratuito para estudiantes, docentes y trabajadores de menores ingresos. Llaryora reitera los tópicos cordobesistas en sus giras por el interior.

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El gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, recorre el interior para anunciar programas y su plan de obra pública.

El gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, recorre el interior para anunciar programas y su plan de obra pública.

Sigilosamente, el peronismo de puertas abiertas de Llaryora apela a los viejos recursos de sus próceres para aguardar el momento justo para el grito de guerra como lo hicieron Schiaretti con la 125 de Cristina Fernández de Kirchner y José Manuel de la Sota por los fondos de la Caja de Jubilaciones.

Quien habla en privado con Llaryora sabe que está muy atento a la curva de apoyo social a Milei. No es un dato menor para pensar su juego en proyección.

El aprendizaje de Martín Llaryora

En esta bandera blanca que asoma se esconde un aprendizaje reciente. El gobernador y su tropa pensaron que jugaban en la cancha de la política. Les costó procesar las “listas negras de traidores”. No pudieron anticipar la caída de los subsidios; apenas se recompusieron del uppercut de Toto Caputo, cayó el Fondo de Incentivo Docente.

Llaryora sabe que jugó fuerte en el Congreso, al igual que varios de sus pares en las provincias, pero probablemente haya subestimado la obstinación minarquista por pasar la motosierra sin mirar a dónde ni a quién. No obstante, para el cordobesismo, el diálogo sigue siendo la única herramienta de entendimiento. Eso sí, mientras la fortaleza de las arcas provinciales lo permitan.

Llaryora apostó porque sabía que tenía espalda, pero la ausencia de previsibilidad de Milei lo obliga a caminar con más cautela y a poner la otra mejilla.

Martín Llaryora
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