Martín Llaryora logró en un mes lo que el peronismo cordobés sólo había conseguido una vez en la historia, hace cuatro años: ganó la provincia y apadrinó al vencedor de la intendencia de la ciudad de Córdoba. En aquella ocasión, Llaryora fue quien le arrebató a la UCR la comuna capital y Juan Schiaretti logró que lo reeligieran como gobernador. Esta vez, después de imponerse con lo justo en los comicios provinciales, el exdiputado consiguió que quedara en reemplazo Daniel Passerini y celebró su triunfo con la marcha peronista, que volvió a sonar después de mucho tiempo en un local de la capital cordobesa.
En el oficialismo de Córdoba interpretaron su euforia como un cambio de época, porque Llaryora viene pidiendo pista hace tiempo y esta vez se quedó con todos los pergaminos. Desde diciembre, también podrá disputarle poder a Schiaretti en el Congreso, donde, como explicó Letra P, los representantes cordobeses pueden tener la llave del cuórum.
Con esas cuentas, hace dos meses Horacio Rodríguez Larreta negoció un acuerdo con Schiaretti, logró respaldo de un sector de la UCR, pero no lo pudo materializar en una alianza electoral por la resistencia de Patricia Bullrich, su rival en la interna PRO.
Quedaron en volver a hablar después de las primarias, si el jefe de Gobierno resulta ganador, pero no tuvieron en cuenta que tal vez ese día, de llegar, deba sumarse a la mesa el nuevo gobernador de Córdoba, quien durante los festejos de este domingo criticó a los "pituquitos" de Recoleta que visitaron el búnker de su rival, el radical Rodrigo De Loredo. Larreta era uno de ellos.
Entre los votos que cuenta Larreta hay varios que responden a Llaryora, quien en su disputa por liderar el peronismo de Córdoba también intervino en las negociaciones para armar listas. En 2021 logró que ganara una banca como diputado Ignacio García Aresca, quien lo había relevado en la intendencia de San Francisco.
Para octubre, logró ubicar en el segundo lugar de la nómina de candidatos a diputados de Hacemos por Córdoba a su secretaria de Planeamiento, Modernización y Relaciones Internacionales. La expectativa de Schiaretti es ganar tres bancas en su provincia y las otras dos serían para el actual jefe de su bancada Carlos Gutiérrez y para el exdiputado Juan Brugge, líder de la Democracia Cristiana e histórico aliado del peronismo local.
Si se cumplen sus pronósticos, de los cinco diputados que tendría el oficialismo cordobés en diciembre, dos serían puros de Schiaretti (Gutiérrez y Brugge) y otros dos de Llaryora (García Aresca y Torres). La restante banca la ocupa Natalia de la Sota, quien hasta ahora fue obediente al gobernador.
Los cordobeses mantendrán su alianza con el socialismo santafesino (Mónica Fein tiene una banca hasta 2027 y Esteban Paulón buscará una en octubre) y los peronistas bonaerenses que continúen (terminan su mandato Graciela Camaño y Topo Rodríguez, que es candidato a renovar). El poder legislativo de Schiaretti se completa con su esposa Alejandra Vigo en el Senado, donde también conduce al correntino Carlos Espínola.
¿Nuevo liderazgo?
Desde 1999, con la victoria de José Manuel De la Sota el PJ gobierna Córdoba mediante alianzas intermitentes con otras fuerzas locales que le permitieron mantenerse en el poder en una provincia de histórico predominio radical. En 2011, tras un mandato de Schiaretti, De la Sota logró volver y definió su armado como "el cordobesismo", un término que se mantuvo por siempre.
Desde la intendencia de San Francisco, Llaryora lideró a los jóvenes peronistas que empujaban para una renovación y en 2017 llegó al Congreso como diputado, donde fue uno de los protagonistas del bloque identificado con los gobernadores peronistas, aliado en casi todas las votaciones al Frente Renovador liderado por Massa, quien ya no era diputado. Brugge fue uno de sus compañeros en esos años.
En 2019 Schiaretti le ordenó a Llaryora jugar el partido más difícil para el peronismo cordobés, como era la intendencia de la capital, de histórico monopolio radical. Creyó que podía ser su final y no estuvo tan lejos: ganó sin siquiera llegar al 37%, contra una oposición dividida por la fuerte interna de la UCR.
Fue clave para aquel triunfo que los comicios fueran simultáneos a los de gobernador, una decisión del ex alcalde radical Ramón Mestre, que competía por la provincia y terminó tercero. El triunfo del entonces diputado no hizo más que empujarlo para crear un liderazgo que este domingo empezó a mostrar.
"Martín y su gente fueron los encargados de ir a los barrios, mientras De la Sota y Schiaretti se 2017dedicaban a la superestructura. Y este año lo hicieron valer ganando lo hicieron valer ganando dos elecciones muy difíciles", describe a Letra P un asesor del oficialismo cordobés que siguió de cerca la transición. La fuente no imagina que el nuevo gobernador pueda recibir órdenes mucho tiempo y menos aún de dirigentes no cordobeses que lleguen a la Casa Rosada. Cree que empieza una nueva etapa. Y nada será como antes.